¿Les digo Algo?

¿Les digo Algo?

“La libertad de Expresión no vale nada sin la libertad de Pensamiento.”
José Luis Sampedro.

Morir es natural. No lo es que cientos de personas mueran a manos de delincuentes, de sus parejas, compañeros y vecinos violentos, de policías desalmados, de intolerantes armados, de enfermos mentales, de toxicómanos y borrachos, de desviados sexuales; en fin, muertes ocasionadas por los residuos creados por la inequidad, la injusticia, el hedonismo y las políticas públicas erradas en educación, promoción de valores, servicios sociales, prevención y punición de delitos existentes en el país.
Las muertes por delincuencia y violencia social se han convertido en una epidemia que afecta a casi todas las sociedades y países del planeta.
Ante este drama, las autoridades y las sociedades mismas parecen ignorar la forma de enfrentar la situación. Se han realizado reuniones, cumbres nacionales e internacionales de ciudadanos, organizaciones, instituciones y presidentes. Se han hecho estudios locales, regionales y a escala mundial; desarrollado programas de prevención, acciones de mitigación, cursos de mediación, operaciones para la persecución, iniciativas contra el hambre y el desempleo, proyectos y jornadas contra el analfabetismo; en fin cientos de intentos oficiales y comunitarios para contener o prevenir las muertes violentas, pero nada parece ser efectivo.
Mientras más tiempo pasa mayor es el registro de muertes antinaturales. En solo seis meses de este año, la cifra de mujeres fallecidas en manos de sus maridos o compañeros supera las 60 víctimas y las muertes por violencia superan a la generada por algunos conflictos bélicos, desastres naturales y atentados terroristas.
Las estadísticas nacionales de la violencia social adolecen de sistematicidad y credibilidad. Maquilladas por quienes necesitan convertirlas en herramientas para el diseño de sus intervenciones, son objeto de burla por parte de la población: -He tenido la percepción de haber sido atracado-, Fulanita, la esposa del mecánico, percibió que fue asesinada-, son algunas expresiones comunes que sirven a la gente común para suavizar la dura realidad en que se vive.
Respecto a las muertes de mujeres, es inadmisible que en muchos de los casos las víctimas acudieron a interponer sus querellas o a solicitar protección en las autoridades, pero no les prestaron la debida atención.
En esos casos se repitió la actitud harto denunciada de que los representantes de las instituciones creadas para la protección de la mujer, niños, niñas y adolescentes, carecen de la vocación, el entendimiento y la logística para comprender y asumir la compleja situación que se da en la relación de pareja y restan importancia a los cambios ocurridos en la convivencia de los sujetos del núcleo familiar que presagian las peores manifestaciones del maltrato y la violencia.
Por ser la violencia intrafamiliar uno de los factores principales de muertes de mujeres y de hombres, que al poner fin a la vida de su esposa o compañera también lo hacen con la suya, es vital que las autoridades judiciales, el gobierno, el Ministerio de la Mujer y las organizaciones que trabajan a favor de la mujer, niño, niña y adolescentes fortalezcan los mecanismos de protección de estos sectores e inviertan recursos en crear las estructuras que viabilicen la seguridad que necesitan esos grupos vulnerables cuando su vida y seguridad peligren.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas