¿Les digo Algo?

¿Les digo Algo?

La libertad de Expresión no vale nada sin la libertad de Pensamiento.
José Luis Sampedro
El aborto es un tema humano y controversial. Existen condiciones, sin embargo, en los que no debería admitirse discusión.
Cuando por razones fisiológicas el organismo femenino no logra la implantación del producto, se genera una inviabilidad que, generalmente, compromete la salud de la madre y hace necesaria y obligatoria la intervención médica.
Referirse a las circunstancias bajo las cuales se despenaliza el aborto, que representaban ya un atraso significativo, y que han sido suprimidas del proyecto de Ley de Código Penal, obvia las causas y la misma naturaleza de las condiciones adversas a la generación de la vida o de la opción para evitar el rechazo de una sociedad que juzga, condena y margina a la mujer que debe decidir sin tenerse en cuenta a sí misma. Embarazarse sin tener que explicarlo a la sociedad es una conquista de las mujeres de este tiempo, cuyas tataratatarabuelas y ascendencias de más atrás vivieron bajo el estigma del pecado y la amenaza de la condena eterna por tener hijos sin estar casadas.
¿Quién es responsable de que la mujer aborte? La misma sociedad que se manifiesta contraria a esa práctica, pero que no toma acciones para evitarlo creando las condiciones socioeconómicas, educativas y culturales que reduzcan los factores que lo inducen.
Mujeres que han abortado sostienen que es una mortificante experiencia, asociada a profundos sentimientos de pena, tristeza y dolor. Relacionan la decisión de interrumpir un embarazo con circunstancias extremas que las indujeron a hacerlo.
La sociedad ha creado un entramado cultural en el que la mujer está atrapada. Cuando ella rompe esos esquemas es marginada, irrespetada, condenada, calificada de inmoral, discriminada, burlada, denigrada en su sensibilidad y hostigada si no tiene los atributos impuestos, si es negra o pobre, son múltiples factores articulados a su vida que, atreverse a abortar, socialmente es una sentencia que le suprime su humanidad.
En los estados democráticos las leyes norman la convivencia y se crean partiendo de las condiciones que motivan el comportamiento de los individuos, dejando espacios a la decisión libérrima y a las escalas morales de los ciudadanos.
La ley basada en el respeto de los derechos humanos, sociales y políticos en la vida y la dignidad del ciudadano, no lo predispone a optar masiva e indiscriminadamente por lo legalmente permitido.
En los países donde se permite el aborto y el aborto terapéutico, las mujeres solteras o casadas, ni los médicos, hacen uso de esa posibilidad deportivamente, sino cuando las circunstancias son extremas humanamente para ellas o cuando la vida de la paciente peligra.
La mujer que aborta está sola, temerosa de la reacción familiar y social. Embarazarse sin condiciones que sostengan ese estado es la peor condena a que socialmente se expone una mujer. ¿Quién la entiende, quién le da fuerza y la ayuda a enfrentar la vergüenza de su descaro?
¿Puede alguien prohibir el aborto natural por selección del organismo, incluso el de las animales y aves? ¿Por qué se pretende matar la mujer que una enfermedad o dificultad fisiológica, pone en riesgo su vida?
Mujeres que han abortado dicen sufrir angustias, cargo de conciencia, rechazo familiar y social, burlas, etcétera, etcétera, habiéndolo hecho influenciadas por los prejuicios y temores inculcados por los enemigos de lo natural: la vida.
Criminalizar el aborto es criminalizar a las víctimas.
Aquí cabe aplicar la frase de Jesucristo: aquel que esté libre de pecado, tire la primera piedra.

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