¿Les digo Algo?

¿Les digo Algo?

Que doscientos, cincuenta y uno, diez, cinco o uno muera en acto de violencia, accidentes de tránsito, naufragio, epidemias, suicidios, se ha convertido en algo tan común que es como si no fuera nada, ni le importara a nadie, especialmente, si estos hechos ocurren por situaciones evitables o dejadez de los responsables de velar por la seguridad de la población.
Que doscientos “antisociales” murieran por balas de agentes de la Policía Nacional es estremecedor por varias razones: porque evidencia que la delincuencia sigue alta y no hay una política efectiva para reducirla, los agentes tienen escaso respeto por la vida humana y carecen de técnicas para realizar eficazmente su trabajo, agentes y delincuentes son aristas de una misma realidad y productos de las circunstancias socio-económicas.
La delincuencia y el crimen son consecuencias de las desigualdades sociales. En los países en vía de desarrollo donde predomina el hambre, el desempleo, el analfabetismo, el hacinamiento y la violencia intrafamiliar; l@s niñ@s a temprana edad se van de sus casas a vivir en las calles exponiéndose a todas las miserias humanas y malas costumbres posibles.
La mayoría de los muertos en actividades delictivas son jóvenes menores de treinta años que debieron haber tenido la posibilidad de educarse y labrarse la forma de ganarse la vida trabajando honestamente. La cifra de los que caen abatidos a tiros delinquiendo indica que esa oportunidad no existe para una significativa cantidad de los llamados marginados.
Que cincuenta y una personas hayan fallecido a causa de la leptospirosis es tan lamentable y cruel como que doscientas murieron por acciones de agentes de la Policía.
No hay explicación que justifique que las autoridades sanitarias, en el mismo momento de las aguadas, no consideraran la posibilidad de contaminación por leptospira, estando en una nación cuyo territorio está afectado de una plaga eterna de ratones, situación que es de conocimiento general y que fue predicha y advertida por especialistas.
Inmediatamente se produjeron las inundaciones las autoridades sanitarias debieron tomar todas las medidas para evitar que la población fuera contaminada con la leptospira aplicando algo tan simple como el uso del cloro, suministrarlo y aplicarlo de manera preventiva.
Pero no, que se sepa, nadie se acordó de hacer la advertencia a la gente y mucho menos de organizar una campaña de divulgación masiva de las medidas para evitar la infestación por la orina de las ratas.
La exposición de la población a la leptospira es casi del mismo nivel de morir en un accidente de tránsito, debido a que en todos los barrios, sin excepción, las ratas abundan por el manejo inadecuado de los desechos sólidos y la falta de control mediante un programa permanente de eliminación.
El Gobierno debe convertir en prioridad el combate a la Leptospirosis para evitar las muertes por esa causa, con la misma energía con que se está enfrentando las muertes por accidentes y con la voluntad con que debe asumirse la reducción de los factores causantes de la violencia social y la delincuencia.

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