LETRAS
Hilvanando erotismo

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( … )
te siento,
cuando redescubro
besos, caricias y abrazos
tejidos por ti en mi cuerpo.

(. . .)

Desentrañar soledades, construir recuerdos, perpetuar la especie y consumar el amor, son necesidades inherentes al ser humano, que se ven satisfechas en el contacto entre cuerpos que rechazan oxidarse en el olvido.

La poetisa cubana Carilda Oliver Labra, cultivó lo erótico en versos que le hicieron evocar a Eva y la manzana, como en el poema «Discurso de Eva»:

(…)

“Cuándo vas a matarme a salivazos,
héroe?
¿Cuándo vas a molerme otra vez bajo la lluvia?
¿Cuándo?
¿Cuándo vas a llamarme pajarito
y p… ?

(… )

Vuelve, vuelve.
Atraviésame a rayos.
Hazme otra vez una llave turca.

(…)

Júrame que no estoy muerta.
Te prometo, amor mío, la manzana.

Oliver Labra tiene una vasta creación poética en la que toca múltiples aspectos de la cotidianidad humana, pero son, definitivamente, más conocidos sus escritos de desencadenado erotismo, como “Muchacho”:

Muchacho loco: cuando me miras
solemnemente de arriba abajo
siento que arrancas tiras y tiras
de mi refajo.
Muchacho cuerdo: cuando me tocas
como al descuido la mano, a veces
siento que creces
y que en la carne te sobran bocas.

(. .. )

A veces, el desencadenado erotismo no basta y, entonces, Carilda inyecta a la poesía más dulzura, de lo que resultan poemas eróticos con naturalidad y ternura como «Guárdame el tiempo»:

(. .. )

Se nos quedaron muchas cosas sin hablar,
necesitamos una cita,
porque
¿la quién le doy tantas caricias
que sobraron,
aquellas que olvidé ponerte sobre el pecho?

(. . .)

¿A quién convido ahora con mis piernas
y le enseño el jazmín que nació anoche,
y le pongo una abeja a que lo pique,
y le saludo la inocencia?

(. . .)

Los versos del quehacer amatorio suelen estar minados de metáforas maravillosas que, poetas como el colombiano Eduardo Carranza supieron utilizar muy bien. Para muestra un fragmento de «Madrigal con un trébol»:

Corté en tu sangre un trébol
de cuatro hojas
y desleí un lucero en tus cabellos.
Por ti dejé mi reino tenebroso.
Por ti me fui a la guerra y con tu cifra,
y una ráfaga azul sobre la frente
entrando en el futuro como el viento
a conquistar la luz y una sortija.

(….)

Por ti me fui a libertar el agua
para hacer en la alcoba un surtidor
y fundar en tu pecho una campana.

(…)

A Carranza, la mujer amante-amada le inspiró piezas hermosísimas como «Tema de mujer y manzana»:

(…)

Una mujer mordía una manzana.
Subiendo, azul, una vehemente savia
entreabría su mano y circulaban
por su cuerpo los peces y las flores.
Gimiendo desde lejos la buscaba
-bajo el testuz de azahares coronado-
el viento como un taro transparente.
La llama blanca de un jazmín ardía.
Y el mar, la mar del sur, la mar brillaba
igual que el rostro de la enamorada.
Una mujer mordía una manzana.

En las antologías poéticas latinoamericanas no faltan los nombres del poeta colombiano Eduardo Carranza ni los de las poetisas cubanas Carilda Oliver Labra y Dulce María Loinaz. Esta última, desnuda lo amoroso con majestuosa belleza lírica en «Poema sin nombre»:

He de amoldarme a ti
como el río a su cauce,
como el mar a su playa,
como la espada a su vaina.
He de correr en ti,
he de cantar en ti,
he de guardarme en ti,
ya para siempre.

Fuera de ti ha de sobrarme el mundo
como le sobra al río el aire,
al mar la tierra,
a la espada la mesa del convite.
Dentro de ti no ha de faltarme
blandura de limo para mi corriente,
perfil de viento para mis alas,
ceñidura y reposo para mi acero.
Dentro de ti está todo;
fuera de ti no hay nada.
Todo lo que eres tú está en su puesto;
todo lo que no seas tú me ha de ser vano.

Los tres hilvanaron amor y carne en la poesía, haciendo gala de especial sentido amoroso y sensual, en mi opinión, sin atisbos de obscenidad.

(… )

Y mañana, y pasado, y mientras lo permitas,
haré el amor y la poesía en ti
para que el amor y la poesía se hagan en mí.
Entonces ser y hacer amor y poesía
Juntos.
Un amor y una poesía tan bellos
Como los canta Silvio
Y como los exige mi corazón
sediento de ti.

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