LETRAS
Más allá de la crítica

<STRONG>LETRAS<BR></STRONG>Más allá de la crítica

Vivimos en un mundo caracterizado por el imperio del desastre, a pesar de sus afanes en proyectar la imagen de orden, estado de derecho y progreso. Vivimos y morimos en una sociedad que ha ido más allá de la reificación de la mercancía, más allá del fetiche consumista y su embeleso, para degenerar, ella misma, en mercancía y fetiche, en agonía del despilfarro. Naufragamos en una cultura universal que arroja, en una vasta cantidad de lenguas, millones de nuevos títulos de diversos libros al año, de los que apenas una ínfima, una insignificante parte podrá ser leído por el individuo interesado en cultivar el intelecto y el espíritu, hecho del que resulta interesante la burla ante el dislate de que con el apogeo de la racionalidad tecnológica y la era de la imagen digital el libro como objeto físico, el libro de papel y tinta habría de desaparecer. Nos asedia el tiempo de los demasiados libros, de acuerdo con la expresión de Gabriel Zaid.

 Soñamos con perdurar en un tiempo que se ufana en liquidar de la existencia del ser humano el ocio necesario para el espíritu lúdico, para el trabajo del sueño y el pensamiento, para la ineluctable necesidad humana de inventar o crear, más allá de meramente producir bienes industriales y cumplir con ciertos rituales fisiológicos y rutinarios. En medio de esta baraúnda, en medio de esta tempestad del alma, más cerca del espectáculo, prohijado por el poder alienante y manipulador de los mass media, que del auténtico conocimiento y del auténtico arte, el brillo del fanal de la crítica y la fuerza contra corriente de su vocación orientadora son desesperadamente necesarios.

El mundo ha sido, desde la invención de la escritura, un referente transgredido por el texto. El texto ha devenido, en su dinámica dialéctica con la realidad, la metáfora, la alegoría del mundo. El poema tiene por misión recrear el mundo más allá de sus propios límites: lenguaje que persigue ir más allá del lenguaje mismo. La crítica tiene por función esencial la contextualización, el esclarecimiento y, en cierto grado, la taxonomía y jerarquización de lo que manifiestan, a través de distintos lenguajes, los creadores, pensadores y artistas, aun más allá de los límites de los signos y los símbolos. La crítica ha de ser, pues, reflexión. Reflexión crítica del lenguaje, que a decir de Octavio Paz, es, a su vez, la más radical y virulenta crítica de la realidad o del mundo. Esa radicalidad y virulencia podrían, de momento, derruirlo todo, desarticularlo todo, deconstruirlo todo y dejar al lenguaje mismo sin lenguaje, y por tanto, a la obra creativa en medio de un absoluto silencio.

Por ese camino que opone palabra y silencio, símbolo y vacío llegamos justamente al interrogante con que Plinio Chahín (Santo Domingo, República Dominicana, 1959) llevó a cabo, luego de la publicación exitosa de varios poemarios, su primera aventura ensayística, bajo el sugestivo título de ¿Literatura sin lenguaje? Escritos sobre el silencio y otros textos (Editora Búho, Santo domingo, República Dominicana, 2004), obra con la cual obtuvo el Premio Anual de Crítica “Pedro Henríquez Ureña” correspondiente a ese año.

Con esta obra Chahín la emprende contra lo que denomina síndrome de deslectura o de interpretación antojadiza y desvío estereotipado que, a fuerza de fantasmagoría autoritaria, saberes reducidos a fórmulas metódicas e indigencia conceptual, ha caracterizado el ejercicio del criterio en la práctica académica y cultural de nuestro país.

Desde esta primera obra ensayística reclama el autor la puesta en vigor de una crítica que, sin desmedro del rigor investigativo y expositivo, de la esencial preocupación intelectual y refelxiva, resalte el valor de la pasión en el escudriñamiento de la naturaleza estética de una obra literaria o artística. Por ello, a horcajadas entre Bataille y Derrida, reclama el compromiso ontológico del artista y el intelectual con su propia obra, a través de la crítica del pensamiento y el lenguaje, y arremete contra el ruido publicitario, el mal gusto y otros accesorios mercadológicos de la bien llamada literatura light o de pacotilla, tan en boga en nuestros días.

La auténtica escritura creativa es aquella que, desde el lenguaje, trasciende y ausenta el lenguaje mismo, hasta convertir el acto de la escritura en uno de negación de la propia escritura, transformar el signo en su vacío, la palabra del ser en silencio del ser.

En una constante reflexiva y erudita que persigue alcanzar el fundamento de una literatura fuera del lenguaje, Plinio Chahín, catedrático de las facultades de Artes y Humanidades en la Universidad Autónoma de Santo domingo (UASD), ha publicado su segundo volumen de ensayos literarios y estéticos. Se trata de la obra Pasión en el oficio de escribir (Universidad Autónoma de Santo Domingo, República Dominicana, 2007), en cuyas páginas el oficio de escribir se revela como una pasión visceral, en la que el lenguaje hace la función de espejo que permite, a su vez, la automirada, el encuentro, tal vez narcisístico, del ser consigo mismo y su paradójica otredad

Retoma Chahín, en esta nueva obra ensayística, su recia argumentación contra el ejercicio de la crítica literaria o artística en la República Dominicana. Fustiga, nueva vez, con honda percepción del fenómeno y erudita autoridad, la indigencia conceptual o analítica, la mixtificación y la manipulación del texto por medio del empleo de aparatos categoriales y métodos academicistas e imaginariamente estériles.

Mediante hipótesis y amasijos teóricos, no siempre bien digeridos gnoseológicamente, procedentes de determinadas escuelas parisinas, madrileñas o newyorkinas la crítica dominicana ha interceptado, secuestrado el auténtico sentido del lenguaje literario, postrándolo, las más de las veces, ante la reificación de las ideologías o de las hipótesis con ínfulas de cientificidad o de un espiritualismo y subjetivismo rayanos en la superstición.

Cuestiona, el poeta y ensayista, una honda carencia de razonamientos y una fragmentaria y difusa heterogeneidad conceptual en el discurso crítico dominicano. De ahí que afirme: “Más que hallarnos ante un desarrollo hipotético de la crítica dominicana, parece que lo que se nos presenta es un punto de cruce, la interacción de fuerzas y energías procedentes de una tradición de usos estereotipados.

En las páginas de Pasión en el oficio de escribir, cuyo contenido abarca desde reflexiones sobre la génesis de la escritura, el estadio de la crítica literaria, el significado de la lectura, la relación entre arte y público, la noción de canon literario, análisis de obras de arte y de libros de poetas clásicos y contemporáneos de la República Dominicana, hasta el abordaje crítico de obras de connotados poetas latinoamericanos como Jorge Luis Borges, Álvaro Mutis, Eugenio Montejo y Oscar Hahn, además de los llamados herméticos italianos (Ungaretti, Montale y Quasimodo), su autor subraya la concepción céntrica del lenguaje como cuestión y fundamento de la creación literaria, pero, para ir más allá del propio lenguaje; incluso, llegar a su propia obliteración, es decir, a la literatura del silencio. De esta premisa deriva el que la ensayística crítica de Chahín implique el desafío, pasional e intelectual, de trascender los límites de la crítica convencional o académica, y con ello dar lugar a la crítica más allá de la crítica.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas