Levantemos un muro frente a nuestra miseria

Levantemos un muro frente a nuestra miseria

Con un muro alto, invencible y con una piel de acero. Impenetrable, tal vez, aunque puede que saltable (el ser humano lo hace todo para vencer las barreras, los casos de Melilla, Ceuta y Estados Unidos lo demuestran). Así, como para olvidar, queremos vestir nuestra frontera.

La propuesta, de la mano de nuestro nuevo y flamante diputado Vinicio Castillo, demuestra hasta qué punto llega nuestra miseria. ¿Cómo es posible que pretendamos resolver un problema migratorio con segregación y alimentando un sentimiento de odio que aún persiste en sectores de ambas naciones? ¿Por qué, si tenemos leyes y controles fronterizos, no los hacemos valer?

Lo más triste es que el dichoso muro es apoyado por parte de la población dominicana que, lo más probable, también ha de ser la que apoya todo lo que suene anti haitiano, sin importar si se violan los derechos humanos o no. ¡Si es por joder a Haití, todo está permitido!

El muro, que debería ser construido en las almas de muchos de nosotros para cubrir las miserias que no podemos ocultar, pondría de manifiesto que la célebre hermandad entre las dos naciones sólo existe en los discursos grandilocuentes de nuestros políticos.

El problema de la inmigración haitiana no se resuelve con un muro, sino creando oportunidades para que los haitianos no tengan que salir de su país. Más se lograría con cooperación técnica que con un muro que hará aún más agrias las relaciones bilaterales y le gritaría al mundo lo que siempre hemos querido ocultar infructuosamente: que el fascismo vive en nuestra sociedad. Vinicito lo demuestra.

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