Ley de cine excluyente e infuncional

Ley de cine excluyente e infuncional

POR RENÉ FORTUNATO
Por primera vez en la historia de nuestro país tenemos un Presidente que le ha prestado especial atención al desarrollo de la industria del cine. Al doctor Leonel Fernández Reyna los cineastas dominicanos debemos agradecerle el interés que ha puesto en el proceso de confección de la Ley de Cine y en su esfuerzo para que resulte un texto consensuado, practico, coherente y funcional.

Pero entre los deseos del Presidente y la concreción de lo proyectado por él, se interponen intereses pequeños y coyunturales, que han atrasado los trabajos para la confección de esta ley y creen que pueden perpetuar sus pequeñas islas de poder, manipulando un texto que se supone es para ahora y para siempre, como la Ley de Cine.

El Presidente tiene una concepción del cine vinculada con el proceso de desarrollo económico del país, una visión amplia del cine, la cual expuso en su discurso inaugurar del Festival de Cine de Funglode; sin embargo, los funcionarios que merodean en torno al proyecto de Ley, han dejado establecido en él una concepción excluyente y prejuiciada del cine. Que dista mucho de la del Presidente.

Han elaborado un proyecto de Ley que para aplicarse y para optar por sus beneficios, hay que someterse a un laberinto de instancias burocráticas, que a la larga imposibilitarían la materialización de los objetivos que persigue la ley.

Difícilmente podamos avanzar hacia el desarrollo del cine nacional con ese modelo.

Veamos porqué.

El órgano supremo de la Política Cultural Dominicana, se llama Consejo Nacional de Cultura. Dentro de la estructura orgánica de la Secretaría, ésta es la instancia donde se deciden, planifican y se aprueban las políticas culturales que la Secretaría de Estado debe ejecutar. Este es el punto más alto en la cadena de mando, dentro de la Secretaría de Cultura. Para que se tenga una idea, la Dirección Nacional de Cine se creó mediante resolución de este Consejo. Luego la cadena de mando es como sigue:

1.-Consejo Nac. De Cultura.
2.-Secretario de Estado
3.-Subsecretarios de Estado.
3.1.- Dir. Financiero, contabilidad, auditores, asesores, etc.
4.-Direcciones Generales.

Según el proyecto de ley, los asuntos relativos al desarrollo de la industria del cine se manejarían en una instancia ubicada entre el cuarto y quinto nivel de la estructura jerárquica del Gobierno Dominicano. Pero eso no es lo más preocupante, lo más preocupante es la conformación de estos organismos, desde la administración pasada hasta la actual. Si revisamos la lista de las personas que integran el Consejo Nacional de Cultura, nos damos cuenta que no ha habido, ni hay representantes del sector cinematográfico en ese Consejo. Y que los que están, en su mayoría, no saben de cine. Puedo hacer esta afirmación porque los conozco a todos, es más hay mucha gente en ese Consejo que ni siquiera va al cine y que le importa poco el cine y sus problemas.

Entonces me pregunto, ¿bajo la sombra jerárquica de ese Consejo es que se va a desarrollar la industria del Cine? ¿Gente que no sabe de cine, decidiendo lo que se va a hacer en el cine? Lo dudo.

Si pasamos a revisar el perfil de las personas que han ocupado los otros puestos de mando en esa secretaría, nos daremos cuenta, por lo dicho y hecho, que el cine no ha estado en su agenda de trabajo.

Por eso no exagero cuando afirmo que es excluyente e infuncional, y en cierta medida contra el cine y los cineastas, porque este proyecto está tratando de «poner la iglesia en manos de Lutero.» A lo mejor sin darse cuenta. Y esto es lo más terrible, que parece que no se dan cuenta. Sobre todo los sectores sensatos que todavía quedan en la SEE.

En la reunión con el presidente Fernández, del pasado viernes 10 de noviembre en el Palacio Nacional, le manifesté la preocupación del sector por este problema y la mía en lo personal. También le dije que nosotros somos partidarios de la creación de un Instituto de Cine, independiente, descentralizado y funcional, para que asuma la magna tarea de echar hacia delante la industria del cine en nuestro país.

El doctor Julio Cesar Castaños Guzmán, quien participó en la reunión como abogado de la Secretaría de Cultura, al intentar rebatir mi prepuesta de Instituto de Cine, puso en evidencia, con sus palabras, un prejuicio muy generalizado en sectores de la intelectualidad dominicana.

El prejuicio consiste en ver el cine como lo veían los intelectuales europeos de principios de siglo, que todavía no se habían percatado de la importancia de ese nuevo invento y su poder de influir sobre la gente. Lo reducían a un espectáculo marginal, de espectáculo de feria, sin mucha importancia para la sociedad de entonces.

Cuando le dije al Presidente Fernández que me parecía que la manera de impulsar el desarrollo de la Industria del Cine, era creando por Ley un Instituto de Cine, independiente, organizado, funcional y que inspire respeto, el doctor Castaños Guzmán, al hacer su intervención, rebatió mi propuesta alegando que «…el gobierno no debería crear más burocracia y aumentar sus gastos».

Eso debe quedarse donde está, alegó el conocido jurista, dejando entrever el prejuicio que le atribuyo.

El prejuicio contra el cine, no les permite ver que ya el cine debe jugar un papel de primer orden en el desarrollo económico, político y social de nuestro país. Como lo jugó en los Estados Unidos, luego de finalizada la Segunda Guerra Mundial, y lo sigue jugando, como lo hizo en la desaparecida y todopoderosa «Unión Soviética». Como lo está jugando actualmente en países como Checoslovaquia, Marruecos y Nueva Zelandia, entre otros.

«Nuestros productos llegan donde llegan nuestras películas», esta afirmación la escuché por primera vez de labios del entonces profesor Leonel Fernández, en la Facultad de Humanidades de la UASD. La dijo citando a su vez a un autor norteamericano, que se refería con ella al cine de su país.

Eso debemos hacer ahora los dominicanos, hacer del cine, del buen cine, el portaestandarte del desarrollo económico de nuestro país, el buque insignia de la flota que lancemos a la mar, a la conquista de nuevos mercados para nuestros productos y nuevos escenarios para las expresiones sensibles de nuestra cultura. Ascender a la globalidad, con nuestro carné de identidad. Orgullosos de nuestra dominicanidad.

Qué importa que el gobierno se gaste cuatro o cinco millones de pesos, esto por decir una cifra, mensualmente para mantener funcionando un Instituto de Cine. Si con este Instituto se van a traer al país inversiones de cientos de millones de dólares. Se van a producir cientos de empleos y se va a alentar la inversión de millones de pesos en la producción cinematográfica local. Esto para solo mencionar una parte de los múltiples beneficios económicos, promocionales y culturales que obtendría nuestro país con un Instituto de Cine. Con una institución a la altura de las circunstancias. Y que por demás, luego de varios años operando, pueda ser autosuficiente en cuanto a la generación de recursos.

Cuando sectores de la sociedad civil le solicitan al gobierno que no cree más burocracia y que reduzca sus gastos, se están refiriendo, y esto es bueno que lo sepa el doctor Castaños, a burocracia innecesaria y a gastos que consideran superfluos. Por consiguiente la inversión en un Instituto de Cine, no estaría dentro de esos renglones que critican diferentes sectores sociales.

Necesitamos Ley de Cine, con Instituto de Cine.

Ojalá el texto que finalmente se adopte para esta Ley satisfaga las expectativas de los cineastas dominicanos, que las actitudes monopolizadoras y excluyentes no se impongan. Y que finalmente se apruebe una Ley de Cine, que todos podamos defender y de la cual estemos todos orgullosos. Eso espero.

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