Ley del más fuerte vs. Derecho Internacional

Ley del más fuerte vs. Derecho Internacional

Estados Unidos destruye el ordenamiento jurídico internacional. La presidencia de Bush divide el mundo entre buenos y malos y los demás están con él o contra él. EEUU tiene derecho a imponer su propia ley, violentar la legalidad y desestimar las normas internacionales que se lo impidan.

En Irak una guerra ilegal de rapiña; en Colombia intervención y control creciente del esfuerzo contra la narcoguerrilla; en República Dominicana nos imponen acuerdos comerciales dañinos y frenar los viajes en yola lo cual no es nuestro problema sino el de ellos. Si queremos evitar la penetración haitiana somos nosotros quienes debemos cuidar nuestra frontera no ellos. Sin embargo, de todos los casos de abusos, aberraciones y desatinos -y son muchos- ninguno tan preocupante como el tema de Israel y la proliferación de armas atómicas.

Israel dispone de decenas de bombas atómicas según está harto documentado y de manera especial por un israelí que trabajó en su fabricación;: Mordechai Vanunu (secuestrado en Italia y llevado a Israel; juzgado y condenado, sufrió 18 años de cárcel). La Agencia Internacional de Energía Atómica (gobernada, sujeta y reo de las presiones de Washington) no ha dicho nunca que Israel no tiene derecho a esas armas, que las mismas fueron desarrolladas ilegalmente, que su posesión no está amparada en ningún convenio internacional y que la Comisión se propone inspeccionar a Israel y obligarlo a eliminar ese armamento. Al contrario, líderes políticos en Estados Unidos defendiendo el arsenal atómico judío aseguran que Israel tiene derecho a defenderse de sus enemigos, sobre todo aquellos que postulan su desaparición como país. No hace falta ser un genio para darse cuenta de que este argumento es una falacia.

En contraste con la aprobación ilegal de armas nucleares en Israel, Corea del Norte ha sido sometida a todos los tipos de presiones y amenazas militares porque ha desarrollado su propio programa nuclear y según parece dispone ya de dos o tres ejemplares. Irán ha sido acusado y amenazado con sanciones, del tipo que los EEUU de Bush estime pertinentes, si no proporciona seguridades absolutas y verificables de que su programa de enriquecimiento de uranio (paso previo en la fabricación de bombas atómicas) ha sido suspendido. En Libia, un incipiente y estancado programa de desarrollo atómico acaba de ser desmantelado junto a otras armas químicas como parte de los acuerdos del gobierno libio con Estados Unidos para ser re-admitido en la comunidad internacional.

Libia, fue acusada de autoría en el sabotaje a un avión de la antigua Pan American; los iraníes asaltaron y ocuparon la embajada de Estados Unidos en Teherán durante 444 días y a decir de la prensa occidental, en Corea gobierna un déspota de psicología denominación y conducta siniestra. Todos han sido o son terroristas. Todos han sido o son incontrolables. Todos han sido adversarios de Estados Unidos.

El Israel de Ariel Sharon es un estado terrorista. Asesina líderes religiosos en su propia casa; amenaza de muerte al Presidente palestino electo y reconocido por la comunidad internacional; humilla y asesina campesinos palestinos a quienes impide cosechar los frutos de su propia tierra y usar el agua de su propio suelo; persigue sin tregua a quienes reclaman la devolución de las tierras robadas por Israel a los árabes desde 1967 y ya entregada una parte a otros colonos judíos; secuestra aviones en el aire para obligarlos a aterrizar en Israel y violan la soberanía de otros países con asesinatos y secuestros de adversarios. A todo lo anterior se añade la destrucción de casas de familias palestinas, el asesinato de Rabin y la represión de los propios judíos que se oponen al fascismo, la rapiña y la guerra.

Israel es un estado terrorista, pero se le permite tener bombas atómicas. Los otros no pueden tenerla. La diferencia no es el terrorismo.

Un orden internacional donde Israel hace lo que le da la gana no puede durar. O los demás tienen libremente sus bombas atómicas o no las tiene nadie. La protección cómplice de Bush a los crímenes de Israel, al asesinato de niños y a las políticas de humillación y abuso rompió una tradición -de complicidad limitada y condicional- en la política exterior americana hacia Israel. La denuncia, oposición y rechazo europeos a estos crímenes dista mucho de ser categórica y terminante. Nuestros pueblos por lo general demasiado hambrientos apenas se ocupan del tema y en la confusión de Irak, también alimentada por Israel, continúa la masacre.

Solamente la ceguera total de Bush y los años de ejercer el oficio de carnicero en Sharon les impiden ver que estos crímenes presagian grandes catástrofes. Por no entender su papel y forzar a Israel a una política de paz, los Estados Unidos terminarán pagando un precio atroz. Es solamente cuestión de tiempo hasta que los más radicales -no solamente dentro del mundo islámico- se den cuenta de que ya no tiene sentido golpear al perro sino castigar al amo.

La guerra del 67 y el apoyo americano de entonces a Israel desataron el renacimiento del islamismo radical. Imaginémonos lo que hará el apoyo a Sharon al futuro inmediato. Todos, hasta los de mi edad, viviremos para lamentar esta ceguera y la trágica insensatez a que da lugar.

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