Ley del talión

Ley del talión

POR ROBERTO CANAÁN
Ante la ola de crímenes y delitos, muchos dominicanos sienten la necesidad de introducir en nuestro sistema jurídico un castigo severo, como la pena de muerte, a fin de que las autoridades puedan contar con un mecanismo ejemplar de sanciones. Los que propugnan por una mano dura contra el crimen  la delincuencia, consideran que al gobierno se le debe otorgar amplios poderes para actuar y para que asuma el compromiso de impartir justicia, situando la seguridad ciudadana como el centro de todos los esfuerzos, concepto en el que encajan por igual, delincuentes y terroristas.

Hasta las religiones más numerosas del planeta, son específicas en los casos en que se perpetran asesinatos. Frente a estos casos el islam, por ejemplo, presenta una ley justa, para poder prevenir e impedir la repetición de tales crímenes. Esa ley se llama la Ley de Talión y consiste en aplicar una pena que proporcione el criminal un daño igual al que causó, es decir, ojo por ojo, diente por diente. Esta ley también controla las venganzas fuera de lugar y, en algunos casos, los abusos, con el fin de que los asesinos no se vuelvan más osados y no se derrame injustamente la sangre de los seres humanos.

El libro sagrado de los musulmanes El Corán, dice: «En la ley del Talión tenéis asegurada la vida, hombres de intelecto! Quizás, así, temáis a Allah». Eliminar a los individuos malvados y peligrosos es el mejor medio para el desarrollo y elevación de la sociedad y es la garantía de la vida y continuidad de los seres vivos y ha sido dispuesto por el Creador en el seno del ser humano y los animales, como un instinto.

En nuestro país, los delincuentes se han adueñado de las calles. La autoridad ahora la ejercen ellos en forma violenta. La ciudadanía se siente desprotegida e indefensa. No deberíamos llegar, a la ley del Talión, ni a la rendición. Sin embargo, si los dominicanos no somos capases de parar en seco el crimen y la delincuencia, desaparecerá el turismo, la inversión extranjera, el desarrollo y nos convertiremos en otro Haití, un país sin seguridad ciudadana y donde la vida no vale nada.

Antes que sea demasiado tarde, los dominicanos debemos exigir aplicar mano dura contra el crimen y la delincuencia. Solo así podríamos evitar que la nación dominicana siga deshaciéndose hasta un punto sin retorno.

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