Ley sectorial de áreas protegidas

Ley sectorial de áreas protegidas

Sin agua, al paso que vamos, sucumbiremos a breve tiempo.

Si el pueblo dominicano -léase bien, el pueblo dominicano-no toma enérgicas determinaciones para evitar la deforestación, nuestro país tiene trazada una ruta inevitable de extinción.

Los gobiernos de tránsito tienen la mayor cuota de responsabilidad en este grave problema que afrontamos. Pero, también, todos los dominicanos tenemos obligaciones dictadas por nuestra propia conveniencia, para impedir con decisión y energía la vasta deforestación que se registra en nuestro suelo, asegurando así nuestra vida y la vida de las generaciones futuras.

Basta un ejemplo para abarcar de una sola mirada la tragedia que nos circunda: el río Inoa, medía 40 metros de ancho en 1942 en las cercanías de San José de las Matas. Y tenía mucha profundidad. No era fácil cruzarlo a nado. Había que ser muy buen nadador para hacerlo. Quien no lo fuera se exponía a la muerte como les sucedió a muchos bañistas imprudentes que no imaginaban su potencialidad y profundidad. Tan profundo que en su cauce funcionaba una hidroeléctrica.

La Dirección Nacional de Parques en un dramático informe nos reveló en 1984 que ese potente río cuyas aguas al deslizarse producían un ruido que se oía desde lejos, apenas se convirtieron en un murmullo que se quedaba en las cercanas pomarosas.

El río Inoa llegó a tener tan poca agua que aquellos cuarenta metros de anchura se redujeron a uno.

Y su profundidad apenas llegaba a 40 centímetros. No sabemos si el río Inoa tiene aún agua; lo más probable es que no con el paso de los años. Así mismo sucede con otros ríos del país que han llegado a la total extinción, dejando sólo un tétrico esqueleto de piedras desoladas que infunden pavor.

La desaparición de nuestros ríos es una secuela de la deforestación.

Para conjurar que viene desde años atrás, se legisla, se planifica, y los proyectos llueven como si quisieran sustituir el líquido ausente en los desérticos cauces abrumados.

[b]Pero de ahí no se pasa.[/b]

Actualmente se quiere atentar contra nuestras áreas boscosas. El Senado acaba de aprobar La Ley Sectorial de Areas Protegidas que lesionaría enormemente el área boscosa del Parque Nacional Jaragua, el Parque del Este, y la Bahía de las Aguilas. Quedarían mutilados por la imperiosa deforestación que implantarían las inversiones privadas de los que persiguen beneficios para su privasidad absoluta.

Los poderosos de siempre han desolado el país con la instalación de numerosos aserraderos. Usinas autorizadas por muchos gobiernos sin importales las consecuencias que se derivan para la República Dominicana. Consecuencias funestas que se han derivado de esa criminal disposición; si bien hace más ricos a los ricos a la generalidad de nuestro pueblo la cadena a sufrir gravísimos problemas cuando los ríos, se extingan y el indispensable líquido desaparezca y tengamos que salir de esta media isla para no perecer desgarradoramente.

Y aún así sabiendo la difícil situación ecológica de nuestro suelo, la deforestación existente, conociendo la desaparición de tantos ríos por el corte indiscriminado de nuestros bosques, se atreven, todavía, algunos malos dominicanos a validar con su aprobación un proyecto de ley Sectorial de Areas Protegidas, que conllevaría la desaparición de los montes del Parque Nacional Jaragua, Parque del Este y Bahía de las Aguilas.

El dinero debe estar rodando a raudales para lograr este propósito aunque con su implantación nos lleve el Demonio a todos los dominicanos.

Ya veremos…

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