¿Liberalizar el aborto?

¿Liberalizar el aborto?

CRISTINA DEL CARMEN PEÑA
Cada cierto tiempo el tema del aborto se caldea. Médicos, juristas, iglesias y personas en general movidos por diferentes intereses abogan, unos porque se mantenga la penalización y otros porque se liberalice. Y es lógico, tratándose de un asunto que entraña en sí mismo a largo plazo la perpetuación o no del género humano.

Por definición el aborto es la interrupción de un embarazo, sea ésta espontánea o provocada, con la consiguiente muerte y expulsión del producto (embrión o feto) en cualquiera de sus etapas. Si bien existen distintos tipos de aborto con sus implicaciones personales, sociales, económicas, morales y hasta políticas, sólo nos referiremos al aborto culposo o sea la interrupción voluntariamente provocada de un embarazo en cualquier momento de la gestación porque esto implica el asesinato de un ser viviente con la complicidad o no del abortero, por la o las personas que están supuestos a protegerlo, sus padres. Un ser que aunque se encuentra dentro de otro es único, sólo que durante nueve meses depende de su madre para desarrollarse y crecer, evento que continúa aún después de nacer pues el ser humano es de las criaturas más indefensas en la primera infancia.

El aborto provocado es el acto más salvaje, cruel y brutal que un ser humano puede cometer porque conlleva en sí todos los agravantes de un delito criminal: premeditación, alevosía, asechanza, ventaja, abuso de confianza y toda la saña y perversidad que entraña el asesinato de un ser indefenso por la o las personas que están llamados a protegerlo, sus progenitores. Es esencialmente un filicidio, o sea el asesinato de un hijo/a por su propio padre o madre. Este es un crimen literalmente contra natura.

No se entiende que es lo que tratan de liberalizar si se pueden contar con los dedos de las manos los casos de condena por abortar o provocar un aborto a otra persona en un país, como el nuestro, en el que ya deben de andar por 100,000 ó más los abortos al año pues ya en 1993 se calculaban alrededor de 70,000.

En países donde el aborto no está penalizado es práctica de muchas jóvenes hacerse un promedio de dos o tres abortos por año, utilizando este procedimiento como si fuera un simple método anticonceptivo. Esta práctica sería una carga para el Estado, difícil de soportar en nuestro medio, donde la salud pública es tan deficiente y la mortalidad infantil tan elevada. Es mucho más urgente y necesario legislar ea favor de la vida de los ya nacidos que hacerlo para matar a los nonatos. Proteger la vida presente y futura de sus ciudadanos es el principal deber del Estado y ninguna mujer debe permitir que se la ofenda proponiéndole que mate a un ser encerrado en sus entrañas, de su propia sangre, un ser humano que la perpetuaría en el tiempo.

No nos llevemos a engaño. El primer paso para hacer de un crimen algo obligatorio es permitido. Los profesionales de la medicina estudian para prevenir y curar las enfermedades y salvar vidas, no para matar a seres indefensos. Lo que debe hacerse es gravar aún más las penas a los que se lucran del asesinato así como clausurar los mataderos humanos clandestinos y aplicar la ley con todo su rigor a los infractores, violadores, padres irresponsables y a todos los que comercian  con la fertilidad de las mujeres pobres, indefensas y de bajo nivel cultural.

Se deben incrementar las guarderías infantiles, los horfanatos y hogares de acogida para los niños de la calle que carecen de todo derecho, crear centros de capacitación técnica para jóvenes de ambos sexos favoreciendo así fuentes de trabajo para la juventud que no tiene acceso a una preparación superior. Estas y otras medidas positivas reducirían grandemente los asesinatos que se registran impunemente cada año en nuestro país por abortos y provocados.

La autora es abogada cuya tesis de grado versó sobre “El Aborto Criminal en la República Dominicana”.

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