¡Libertad! , ¡Libertad!
El grito de octubre

¡Libertad! , ¡Libertad! <BR>El grito de octubre

Para los dominicanos, octubre de 1961 fue una fecha trágica pero también gloriosa por el inigualable gesto de una decidida y valiente generación de estudiantes que desafió la represión de las fuerzas militares, a los remanentes de la dictadura, al gobierno presidido por Joaquín Balaguer que lo heredó tras el tiranicidio.

Las protestas se iniciaron el 16 bajo la consigna de “¡Libertad, Libertad!” y la destrucción de letreros, retratos, estatuas, bustos del sátrapa y su familia y culminaron el 20 con la masacre de Ciudad Nueva, “la primera matanza de estudiantes que recuerda nuestra historia” como expresó la Asociación Dominicana de Profesores y Estudiantes en un comunicado.

Miembros de la Policía Nacional, el Ejército,  la Agencia Central de Información (sustituta del  SIM de entonces)  ametrallaron las casas de esa popular barriada que se declaró “Territorio Libre” aprestándose sus moradores a defenderse de las agresiones que durante la tarde del 20 perpetraron las “fuerzas del orden” con disparos de pistolas, revólveres,  ametralladoras.

El centro de sus operaciones fue la calle Arzobispo Nouel esquina Palo Hincado. “Desde ahí fueron disparadas ráfagas de ametralladoras contra  azoteas y  techos de las casas aledañas sin ninguna consideración”. Luego avanzaron y fueron capaces de irrumpir en el hospital “Padre Billini”, molestos porque médicos y practicantes llamaban a la moderación. Otro tanto hicieron en la calle Espaillat esquina Conde y en la Santomé frente al citado centro de salud.

“Sangre, plomo y muerte rondan las calles. Santo Domingo es pasto del crimen oficial. Policía ametralla  en trágico despliegue de fuerza”, titulaba el semanario “Unión Cívica” su edición del 25, cuando pudo circular. “La Nación” y “El Caribe”, en cambio, condenaban lo que llamaban “desórdenes estudiantiles” dirigidos por la oposición, principalmente por Viriato Fiallo, decían, que según sus articulistas y editorialistas “envenenó a los jóvenes que asistieron al mitin celebrado el domingo 13 en el parque Colón”. Se referían a la “vesánica prédica” de Viriato. Después acusaron también al PRD, 14 de Junio, a Juan Bosch. “Son los viejos zorros de nuestra política que en diabólica táctica han resuelto lanzar a las calles, en busca de la víctima propiciatoria, a niños, no importa la edad que tengan, para provocar la intervención de la fuerza pública”, escribió  La Nación, aún al servicio del Gobierno.

A este rotativo, a El Caribe, La Voz Dominicana, Radio Caribe, responsabilizaba la ADPE del bestial atropello “por haber falseado groseramente la verdad tanto en los hechos como en los motivos que tuvieron los estudiantes para organizar sus justas protestas”.

Los de la Universidad de Santo Domingo no querían al rector José Manuel Machado, impuesto por Balaguer; reclamaban la autonomía, fuero y libertad académica de la casa de estudios. Los universitarios iniciaron la lucha en las calles y secundarios, intermedios, primarios, peritos contadores los apoyaron desde los liceos y escuelas de la República. Todos fueron reprimidos, golpeados, heridos, encarcelados, en principio dispersados con agua de las mangueras del Cuerpo de Bomberos. La Asociación Nacional de Estudiantes Secundarios, ANES, se destacó en estos sufridos pero patrióticos momentos.

El infortunio. Llegó el 20 de octubre luego de cuatro días de movilizaciones, anuncios de huelga, el cierre de la Universidad por un decreto balaguerista, y con ellos la agonía, la muerte y el desalmado discurso de Balaguer que pasó a la historia como la más cruel e insensible oratoria que registran los anales: “Sean mis primeras palabras para felicitar calurosamente a la Policía Nacional por la ejemplar conducta que observó durante las explosiones de violencia que han ocurrido en los últimos días…”.

El 20, según fotos y crónicas, la Policía enloqueció. Estudiantes, transeúntes, curiosos, pacientes internos del “Padre Billini” fueron víctimas de sus armas bélicas. Jorge Antonio Herrera Sánchez, estudiante de 12 años, fue atropellado por un patrullero que “a velocidad imprudente” trató de abrirse paso por entre la multitud congregada frente al Instituto de Señoritas Salomé Ureña. El niño “se anonadó”, según “Unión Cívica”, y “uno de los ocupantes del auto”, abriendo una puerta, golpeó al pequeño “lanzándolo bajo las ruedas”.

Citan al coronel Luis Arzeno Colón, pistola en mano, “tratando violentamente de dispersar” a los estudiantes. En el hospital, los disparos policiales causaron heridas a Pedro Nolasco Green y Aníbal Santiler (sic), practicantes; Iris de la Cruz, José Castellanos Marte y la doctora Altagracia Concepción (Tatica), se publicó. Desde la azotea del centro asistencial ametrallaron techos vecinos atestados de jóvenes.

En las calles fueron heridos Blanca Margarita Rodríguez Conde, Teresita Campagna de Guzmán, Ramón Sanino, Carlos Romero Domínguez, Milagros Ares, Euclides Solano,  un estudiante apellido Vargas, Andrés Piña y Ercilio Veloz que fue alcanzado por los tiros mientras leía un libro de poesías en el parque Independencia. Recibió herida de bala en la espalda y rasguños en el brazo izquierdo.

Entre los muertos estuvo Rafael Curiel, de 18 años, baleado estando en una azotea. De otros, se dijo, no aparecían los cadáveres.

José Ignacio Cerda, héroe de esa juvenil gesta, falleció al poco tiempo de recibir un impacto. Pero momentos antes, “con todas las fuerzas que podrían quedarle a su ya exánime cuerpo, pudo hablar: “Me dieron un balazo, después me tiraron del tercer piso en que estaba”. Y agregó, agonizando: “Moriré por la Patria. Libertad, libertad, libertad… Quiero hacer la señal de la cruz, quiero confesarme porque sé que voy a morir por la libertad, libertad, libertad”. Con los pulmones destrozados por las balas, minutos más tarde exhalaba el último aliento.

Mientras, las cárceles y los hospitales permanecían llenos de estudiantes.

(Fuentes: Periódicos La Nación, El Caribe, Unión Cívica)

Reproducciones: Rafael Segura

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