“La conciencia es el mejor juez que tiene un hombre de bien”.
José de San Martín.
La mayoría de las personas muestran su grado de madurez y crecimiento al tomar decisiones saludables. Una manera de entender de dónde proviene la decisión tomada, es por lo que produce en nosotros. Cuando la decisión proviene de nuestra sintonía con la vida, los efectos suelen ser positivos, nos sentimos relajados y seguros. En cambio, cuando nos sentimos confundidos, indecisos, con miedo y hambre de seguridad, la decisión suele provenir del ego y el resultado suele generar malestar.
El conflicto surge porque nuestro cuerpo material no puede escapar del presente, se encuentra siempre aquí y ahora, en cambio la mente dividida y el corazón no. Esa disonancia genera conflicto o malestar. El cuerpo solo puede respirar aquí y ahora, no puede respirar el aire de ayer ni el de mañana. Respiramos momento a momento. Sin embargo, difícilmente la mente sin amor se queda en el ahora.
Frecuentemente, la mente está secuestrada en el pasado y cuando logra liberarse de él, suele irse al futuro. Esta separación entre el cuerpo (que está en el presente) y la mente (que está en el pasado o el futuro) genera ansiedad, dolor, angustia y tensión. El cuerpo no puede hacer el trabajo solo, y la mente casi nunca está con él para ayudarle.
Si el nivel de conciencia aumenta, el significado del pasado cambia y, como el árbol se juzga por sus frutos, si los frutos cambian el árbol también. Podemos cambiar nuestro pasado al entenderlo mejor y resignificarlo. Cristóbal Jodorowsky dice: “El hombre recuerda fácilmente que es hijo del pasado, pero suele olvidar que es padre del futuro”.
Si la mente no está en armonía con el cuerpo, solamente conoce el pasado y el futuro. Jodorowsky dice: “La palabra perro no muerde”. Para la mente que no está sintonizada con el cuerpo, el presente es tan sólo una palabra, pero no lo conoce ni lo experimenta. En el inconsciente están las cosas que tienen que ver con el pasado, lo positivo y lo negativo. En el supraconsciente está la llamada del futuro.
Vivimos en los tres tiempos (en el pasado, en el presente y en el futuro): en lo que fuimos, en lo que somos y en lo que seremos. La posibilidad de conectar con los tres llega desde la dimensión espiritual, en la que todos los tiempos se funden en un eterno ahora.
Dios solo está en el presente. Si tenemos que tomar alguna decisión importante, ayuda muchísimo enfocar la atención en nuestra respiración. Esta es una de las mejores maneras de traer la mente al presente. Si estamos atrapados en pensamientos obsesivos o preocupantes, observar nuestra respiración es de gran ayuda.
Poco a poco empezaremos a respirar más lentamente, sin hacer esfuerzos. En ese momento de serenidad es cuando la mente se acerca al cuerpo. Al hacerlo lenta y pausadamente, de pronto surgirá la decisión adecuada. Lo que surja es indiferente, lo importante no es cuál es la decisión, sino de dónde surgió.
Decisión (de-cisión) es una separación, y todas las separaciones duelen. La mente nos separa continuamente de la realidad, y se queda secuestrada en el pasado o anhelando estar en el futuro. En cambio, cuando la decisión surge de nuestro ser espiritual, no importa cual sea, sentiremos serenidad, gozo y certeza.
El célebre poeta místico musulmán persa Rumí dijo: “El jardín del mundo no tiene límites, excepto en tu mente. Su presencia es más bella que las estrellas, es más clara que el espejo de tu corazón”.
La persona sintonizada con el presente atrapa un momento único que no conoce el arrepentimiento. No le interesa cambiar su pasado ni sus recuerdos, y tampoco prepara su futuro. En el presente vivimos la dimensión de la Gracia y el Milagro. En el espíritu no hay libre albedrio. Solo existe el asentir a la voluntad divina. Entonces no hay decisión, sino “guía”.
Cuando la decisión no es buena sentimos angustia, más cuando es buena sentimos paz, aunque nada afuera la justifique. El Universo responde sin reparos a tu vibración. Cuando tu vibración es abundante en emoción de alta vibración, todo llega a ti sin tener que esforzarte. Más que algo que debes lograr, la paz es algo que sintonizas cuando te permites ser quien eres.
Libertad, alegría y consciencia son sinónimos. Para ser totalmente libre uno necesita ser totalmente consciente. Quien es consciente vive con alegría. Quien prefiere ser dependiente, abandonando la responsabilidad de ser quien es, pierde la libertad. La esclavitud es triste.
Osho decía que la libertad es difícil porque la sociedad está hecha de esclavos. No hay libertad sin responsabilidad. En el clásico de Erich Fromm «Miedo a la libertad», se analiza que nos asusta ser libres porque la libertad es la capacidad de elegir, y si uno elige, se tiene que hacer responsable de lo que ha decidido, y muchas veces esto produce miedo.
Gracias a todos los que han decidido dar la cara al miedo y entregarse a algo más grande. El movimiento de tantas consciencias unidas han despertado a los indiferentes, indecisos y miedosos.
Hoy celebro 54 años viva, consciente y tomando decisiones para disfrutar de libertad. El deseo de un buen país se ha despertado dentro de mí. Ya nada lo detiene…