Libertades mediáticas

Libertades mediáticas

Hasta ahora disfrutan de libertad los medios de comunicación social.

Aquellas expresiones ya despectivas, ora peyorativas que el Presidente Hipólito Mejía dirigió a los periodistas al principio de su gestión, quedaron en ese pasado. Nunca fueron vistas como amenazas a las libertades en el manejo de los medios impresos y electrónicos, sino como fruto de un carácter intolerante.

El cierre del programa de radio de César Medina tuvo sin embargo, otras connotaciones. Pudo ser resultado de la acción inconsulta de un funcionario que desea ser más papista que el Papa. O puede ser una especie de globo de ensayo. Estos intentos de manipulación o sojuzgamiento de la opinión pública fueron preludio de males mayores en un reciente pasado, en el país.

Francisco Alvarez Castellanos y quien escribe produjeron al promediar el decenio de 1960, un noticiario en Radio Quisqueyana. Porque se transmitía en las primeras horas del mediodía, lo bautizamos Meridiano. Leíamos noticias inocuas, aquellos asuntos que son propios de la cotidianidad del país. Pero también dialogábamos respecto de esos mismos tópicos, sobre todo de los relacionados con la administración política de la República. Estos comentarios, al parecer, no pasaban desapercibidos.

Sin embargo, no fueron ellos los culpables del cierre del espacio, sino la transmisión de un discurso del Dr. Joaquín Balaguer, entonces exiliado en Nueva York. La cinta magnetofónica la recibimos de manos de los amigos Néstor Caro y Eudoro Sánchez y Sánchez, ya fallecidos. No fue algo premeditado, ni siquiera organizado como difusión interesada.

La familia de Néstor tenía más de una generación de relaciones amistosas con la mía materna. Habitualmente pasaba por su casa para saludar a su madre y, por supuesto, a él y a los suyos. Los estudios de la emisora, situada en la Arzobispo Meriño en los altos del «banquito de los Nadal», se hallaba a tres cuadras de la casa de Caro. Una tarde, al descender por las escaleras tras una de esas visitas, entraba él a su residencia.

Tras el natural intercambio de saludos me pidió retornar a su vivienda, pues deseaba preguntarme si era posible que transmitiésemos en Meridiano «una cinta». No me aclaró cuál era su contenido, pero no necesité que lo aclarase, pues poco antes me había invitado a viajar a Puerto Rico para una reunión del entonces naciente partido Reformista. Volví con él a su vivienda.

Tampoco le pregunté a Francisco sobre la difusión de «la cinta». Efervescía el país entonces, por la insistencia del Dr. Donald Reid Cabral en elegirse para la Presidencia de la República desde el ejercicio de la presidencia del triunvirato. Diversos factores denotaban que un creciente descontento popular se contraponía a aquellos deseos. Francisco y nosotros llegamos a hablar de ello con Reid Cabral y con don Fabio Herrera Cabral, Secretario de Estado de la Presidencia. Muchas veces lo conversé yo con Luis Augusto Caminero, preocupado por el sesgo que tomaba la situación.

El discurso del Dr. Balaguer era crítico para la gestión del triunvirato.

Acusaba la administración por dolo en el manejo de la cosa pública, no solamente en cuanto la cuestión financiera.

Al llegar a los estudios de la emisora al día siguiente, el locutor que servía como controlador técnico en Meridiano, nos informó que debíamos hablar con José Jiménez Belén. José era director y arrendatario de la emisora, y al visitarlo nos dijo que la Dirección General de Telecomunicaciones le había solicitado que Meridiano fuese sacado temporalmente del aire. Lo notamos cariacontecido, pues compartía puntos de vista con nosotros. Pero la alternativa era el cierre de la radiodifusora.

A diferencia de lo ocurrido con César Medina en esta oportunidad, nadie protestó aquél cierre de ese espacio, relativamente nuevo, en unos tiempos de pocas radioemisoras. Pronto aquél globo de ensayo se había elevado por los cielos, y comenzó Telecomunicaciones a disponer el retiro de los cristales de transmisores aquí, allá y acullá. La misma Radio Quisqueyana fue cerrada poco después de la suspensión de Meridiano. Parecía que era incontenible la elección desde el ejercicio de un gobierno de facto del doctor.

Reid Cabral Entonces sobrevino el desastre. El globo de ensayo había estallado en el aire, para dolor y desconsuelo de miles de familias, y para ludibrio de la República.

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