Libre comercio e inmigración

Libre comercio e inmigración

CLAUDIA L. MEJÍA-RICART A.
Muchas promesas se han esparcido desde que la aldea global emprendió la organización global del comercio en búsqueda de lo que entendía ideal para todos; la apertura de las fronteras arancelarias. La idea general de que cada nación debe ultra especializarse en lo que es eficiente ni es buena del todo, ni es mala tampoco; sencillamente es irrealista, pues ignora las necesidades de los países más pequeños, y niega el acceso de los productos realmente competitivos de los países económicamente más necesitados.

El debate al respecto es ampliamente conocido por aquellos que le siguen la pista al desarrollo de los procesos que se llevan a cabo ante la Organización Mundial del Comercio, ente regulador de normas a estos fines.

Los países desarrollados cada día más responden a sus intereses comerciales, y presionan para que los países en desarrollo abran sus mercados, en busca de aumentar sus exportaciones, y al mismo tiempo, se las arreglan para estirar los desequilibrios que les benefician y que les ayudan a mantener a flote a toda aquellas industrias que desaparecerían con la libre competencia.

Por parte de los países en desarrollo con presupuestos limitados y con pocos kilómetros cuadrados de extensión, la situación difícilmente se equilibre, a menos que no se reconozcan factores sociales, geológicos y medioambientales que vayan de acuerdo con «algún» grado de balance que se oriente hacia el ascenso de nivel de vida de todos, lo que hasta ahora ha sido imposible, pues se ha excluido del libre comercio el producto principal de exportación de muchos países en desarrollo; la mano de obra; la emigración.

La exportación de mano de obra barata es en efecto nuestro mejor producto, pero también es aquel que no esta incluido en las regulaciones de libre comercio con fines de exportación.

Los confines de las naciones no crecerán por ahora; la isla no se expandirá; no podremos aumentar nuestras costas, si a turismo nos vamos a dedicar; no podremos extender nuestra competitividad basados en cantidad en ningún renglón sin afectar terriblemente el medio ambiente y la configuración social de una populación con deficiencias innegables que empiezan en el analfabetismo, y producto de esto, no culminan.

Solo si nos dedicáramos a la exportación de bienes intangibles tendríamos la oportunidad de crecer infinitamente, y para ello, tendríamos que ser un país de pensadores; de artista y de deportistas excepcionales. De lo contrario, nuestro mejor activo exportable es la mano de obra barata que es parte de la oferta de una economía de servicios, que envía sus remesas y casa y colabora con la economía local.

Mientras todas estas realidades y otras que hoy no mencionaremos no se tomen en cuenta, para ser realmente competitivos se requeriría que nuestro suelo se dedicara al cultivo de unas pocas especies y nos olvidemos de la biodiversidad, y al mismo tiempo, pensemos, en CALIDAD; difícilmente en cantidad, de la misma manera de que requeriríamos de que quienes existimos en estas tres cuartas partes de isla entendamos, que nuestro proceso de desarrollo requiere de manera inminente que cuidemos nuestras industrias locales, hasta que estemos listos para enfrentarnos a un mundo comercial regulado a favor de aquellas naciones que tienen el privilegio de disfrutar de mayores niveles educativos, mayores presupuestos, y mayores terrenos para crecer.

Hasta que esta improbable regulación llegue, debemos enfocarnos en CALIDAD, y en base a ella, reorientar nuestros sectores y enfocarnos en respaldar aquellas medidas que benefician el desarrollo de nuestra economía, tal y como nos han enseñado los países desarrollados.

En tiempos futuros, y desde ya se discute en foros internacionales, el tema migratorio; esperemos que sus conclusiones se tornen a nuestro favor, considerando que los menos desarrollados somos los más. De no ser así, debemos empezar a dilucidar desde ya cual ha de ser el sector o los sectores dominicanos que sobrevivirán la nueva división laboral del mundo, para empezarnos entrenar.

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