Libre para escoger

Libre para escoger

En 1980, Milton Friedman publicó un libro con el título de este artículo (“Free to Choose”). Se hizo muy popular, convirtiéndose no sólo en lectura obligada para economistas, empresarios e intelectuales, sino en una especie de guía que selló como incontestable la fuerza autorreguladora del mercado. El autor fue ungido con el premio Nobel y la teoría ha sido adoptada como norte por organismos nacionales, internacionales y multinacionales. Base del neoliberalismo económico y reforzamiento de éste.

La desregulación necesaria para que las fuerzas del mercado tomaran las riendas en lugar de los organismos oficiales creados para tal fin, hicieron que esos, aunque no desaparecieron, se hicieron más laxos motu propio o empujados por intereses internos o externos. Se derivó un corolario muy importante, si las fuerzas del mercado son las que van a actuar, los gobiernos no pueden ser tan grandes o fuertes, puesto que el mercado, entiéndase la empresa privada, hará el trabajo de regulación. El precepto: Gobierno pequeño; toma cuerpo. En consecuencia, hay que privatizar todo lo que pertenece al Estado.

Subyace a todo ese razonamiento que la empresa privada, parte importante del comportamiento del mercado, está dirigida por personas que sólo les interesa hacer un beneficio justo, despojados de avaricia, egoísmo y afán de poder. Un ejemplo interesante y reciente: Los jefes de General Motors, Ford y Chrysler, todas quebradas, fueron a rogarle al Congreso estadounidense por un préstamo de 25,000 millones de dólares. Preguntados cuál de ellos había llegado a Washington en vuelo comercial, ninguno levantó la mano. Están dispuestos a vender los aviones de la compañía, ninguno levantó la mano. A uno de ellos, esa pregunta le pareció tan extraña que le produjo hilaridad. No ví si le inquirieron cuánto ganaban y si estaban dispuestos a recortar su salario, probablemente la risa se hubiera oído fuera del recinto.

Asume también que el mercado está bien desarrollado y por tanto hay una competencia que permite al cliente discriminar entre ofertas de bienes y servicios, pueden escoger. Supone países institucionalizados, con gobiernos pequeños pero eficaces.

Desde hace unos años países del primer mundo vienen confirmando esas hipótesis como incorrectas, de esto se han encargado ejecutivos privados. Recuérdense múltiples casos de desfalcos y quiebras espectaculares en los cuales ha desaparecido una billonada de dinero. En el tercer mundo, ya teníamos el sabor de los frutos que daba el libérrimo mercado pero faltaba su comprobación universal por los grandes. Es claro que en el país, por más que se hable de las fuerzas del mercado, la realidad que comprobamos todos los días es que el mercado dominicano está tremendamente sesgado a favor de empresa privada.

En un mercado débil como el dominicano, con instituciones inexistentes o tambaleantes, convendría preguntar ¿Qué chance de funcionar adecuadamente tiene esa teoría? La respuesta a esta pregunta es retórica, porque la respuesta la hemos sufrido. Control de precios desapareció y el Secretario de Industria y Comercio confiesa que no tiene forma legal de hacer que los precios bajen, aún en la presente crisis.

Hay una diferencia fundamental entre privatizaciones y proviene del tipo de empresa.

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