Libro cuestiona   ayuda de BM, FMI a países pobres

Libro cuestiona   ayuda de BM, FMI a países pobres

Washington,  (EFE).- Las críticas al papel del Banco Mundial en el mundo en desarrollo vuelven a arreciar en vísperas de la Asamblea que el organismo y su institución hermana, el Fondo Monetario Internacional (FMI), celebrarán la próxima semana.

Las encargadas de echar leña al fuego no son, en esta ocasión, las organizaciones no gubernamentales (ONGs), sino un prestigioso economista de la Universidad de Nueva York (NYU).

William Easterly sostiene en un libro publicado recientemente -”The White’s Man Burden” (La Carga del Hombre Blanco)- que las agencias internacionales como el Banco Mundial, Naciones Unidas y el propio FMI, se han dedicado a reciclar programas defectuosos durante los últimos 50 años.

“*Por qué siguen sin atenderse de forma tan trágica las necesidades de los pobres después de (invertir) 2,3 billones de dólares en cinco décadas”, se pregunta Easterly, quien añade: “*No ha llegado la hora de acabar con la impunidad de la ayuda externa?”.

“Occidente gastó 2,3 billones (…) y no ha sido capaz de hacer llegar medicinas por 12 centavos de dólar a los niños para prevenir la mitad de las muertes por malaria”, dice el autor.

Alrededor de un millón de personas mueren anualmente a causa de la malaria y la mayoría son niños.

Easterly, quien trabajó durante 16 años en el Banco Mundial, lanza gran parte de sus dardos contra el premio Nobel de Economía Jeffrey Sachs, director del programa del Milenio de Naciones Unidas, iniciativa para erradicar la pobreza extrema a la mitad de aquí al 2015 y referente obligatorio para las organizaciones multilaterales.

El profesor asegura en su libro que no funcionan ni la receta de Sachs, que consiste en la entrega de grandes cantidades de ayuda a los países pobres sin que nadie asuma responsabilidad por el incumplimiento de objetivos, ni la del Banco Mundial, que suele vincular la ayuda a la puesta en marcha de reformas.

En su opinión, la ayuda no ha sido el catalizador de un cambio de comportamiento entre los gobiernos de Africa, Oriente Medio o América Latina.

Y no sólo eso, sino que, según Easterly, la intervención de los organismos internacionales ha ayudado en algunos casos a perpetuar sistemas corruptos.

Entre las soluciones planteadas figura la de entregar la ayuda directamente a las comunidades locales, en lugar de canalizarla a través de los gobiernos.

El repartir cosas gratis tampoco sería buena idea.

El experto cita la distribución masiva de mosquiteros en Africa, que acabaron por servir de velos para novias y redes de pesca ante la falta de campañas educativas.

Como contrapunto, el académico menciona el ejemplo de una ONG que involucró a enfermeras locales de Malawi en la entrega de mosquiteros tratados con insecticidas.

Las enfermeras percibían una comisión por ofrecer consejo y vender las redes a las madres a un precio módico. El modelo, dice Easterly, funcionó y ha sido replicado en otros países.

“Los pobres del mundo necesitan más programas de prueba y error como el de Malawi y menos planes grandiosos”, sostiene el experto.

Cinnamon Dornsife, de la Universidad de Estudios Internacionales Avanzados Johns Hopkins (Washington) cree que Easterly ofrece críticas válidas como la de que los organismos internacionales deberían de asumir la responsabilidad por sus errores.

“Entiendo que se sienta frustrado al ver los miles de millones que se han gastado”, dijo a EFE Dornsife, quien precisó, de todos modos, que no hay que olvidar el progreso en temas como la reducción de la mortalidad infantil o el aumento de la alfabetización.

Kenneth Rogoff, profesor de la Universidad de Harvard y ex economista jefe del FMI, describió el libro como “brillante”, aunque considera que ofrece más críticas que soluciones.

“El libro explica muy bien las dificultades para conseguir que la ayuda sea más efectiva”, dijo a EFE Rogoff, quien apunta que la raíz del problema es “la falta de desarrollo social y político en muchos países, así como la corrupción”.

El Banco Mundial, con su presidente Paul Wolfowitz a la cabeza, asegura que la lucha contra la corrupción será prioritaria.

La declaración de intenciones es bienvenida por los expertos, aunque la mayoría dice que hay que esperar a ver los resultados.

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