Libro de Montás explica factores que contribuyeron al estallido de la crisis bancaria del año 2003

Libro de Montás explica factores que contribuyeron al estallido de la crisis bancaria del año 2003

La crisis bancaria que estalló en República Dominicana en el año 2003 fue el resultado de un conjunto de factores que incluye una pobre supervisión de las autoridades, mala práctica en negocios y fraude de los principales ejecutivos de los bancos que quebraron, según la más reciente publicación del ingeniero Juan Temístocles Montás.

En el libro “La crisis bancaria del 2003, cómo y por qué”, puesto en circulación el pasado miércoles,  Montás señala que desde diciembre de 2001 el otorgamiento de adelantos y redescuentos por parte del Banco Central a los bancos para enfrentar problemas de liquidez, fue creciendo alarmantemente.

El secretario de Estado de Economía, Planificación y Desarrollo explica que para diciembre de 2001 los adelantos y redescuentos otorgados a la banca comercial totalizaron RD$924.4 millones, pero en septiembre de 2003 alcanzaban la suma de RD$10,073.1 millones.

“En diciembre del 2001, los adelantos y redescuentos del Banco Central a los bancos comerciales totalizaban RD$924.4 millones. En octubre de 2002 habían pasado a ser RD$1,977.4 millones, en diciembre de 2002 llegaron a RD$6,583 millones y en septiembre de 2003 a RD$10,073.1 millones”, explica Montás en su obra.

Agrega que “los aportes del Banco Central al Fondo de Liquidez para la banca  comercial con problemas pasaron de RD$30 millones en diciembre de 2002 a RD$77,102.2 millones en octubre de 2003”.

Montás expresa que el año previo al estallido de la crisis que implicó la quiebra y liquidación del Banco Intercontinental (Baninter) y la intervención y venta del Bancrédito y el Banco Mercantil, los negocios en moneda extranjera ocupaban una parte importante en la banca dominicana.

Apunta que cuando en el año 1998 la Junta Monetaria autorizó operaciones en dólares, los depósitos en divisas representaron el 8% de las captaciones totales, “pasando en el año 1999 a un 11%, en el año 2000 a un 14%, en el año 2001 a un 17% y en el año 2002 a un 23%”, lo que representaba en ese momento casi la cuarta parte del valor de los depósitos.

Paralelamente, el crédito en moneda extranjera creció en forma significativa al pasar de 16.9% de la totalidad del crédito en el año 1998 al 35.5% en el año 2002. “Esta situación se convirtió, sin lugar a dudas, en un factor de vulnerabilidad debido a la estrecha vinculación de la dolarización con el riesgo de crédito”, afirma Montás.

Aunque la situación se iba tornando muy difícil para la banca, expresa el alto funcionario del gobierno actual, las autoridades monetarias y de la supervisión bancaria sostenían que no existían razones financieras para prever el colapso bancario.

“Durante el 2002, las autoridades de la Superintendencia de Bancos de la República Dominicana y el Banco Central se vanagloriaban de la solidez del sistema bancario dominicano, y los indicadores financieros y bancarios utilizados para monitorear la salud del sistema no presentaban indicaciones de que la República Dominicana se encontraba en la antesala de una peligrosa crisis”, indica el autor, quien cita entre esas autoridades al superintendente de Bancos durante su intervención en el almuerzo de la Cámara Americana de Comercio en abril de 2002 y declaraciones del gobernador del Banco Central publicadas por la prensa en ese tiempo.

Montás expone en “La crisis bancaria del 2003, cómo y por qué” que para el año 2002 el índice de solvencia, ponderado por riesgo, que permite descubrir el nivel de capitalización de los bancos, “debió dar una indicación precisa, por lo menos en los bancos que quebraron, de que estábamos en la antesala de una gran crisis del sistema financiero”.

En cambio, critica que los datos aportados por la Superintendencia de Bancos lo que indican es que al finalizar el año 2002, “el sistema bancario dominicano estaba sobre capitalizado en RD$2,519 millones y que solo los bancos extranjeros mostraban índices de solvencia por debajo del 10%”.

En el libro, Montás detalla la evolución del sistema bancario dominicano, los elementos esenciales para valorar los riesgos en los negocios, la necesidad de una efectiva supervisión bancaria en consonancia con los últimos protocolos internacionales sobre la materia.

EL FRAUDE

En cuanto al fraude, el autor afirma que la expansión de la economía dominicana durante la década del noventa, con un crecimiento promedio anual de 6%, permitieron ocultar las actividades fraudulentas en estos bancos, pero al cambiar la situación del país producto de la desaceleración de la economía mundial, los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos y serias deficiencias en el manejo de la crisis en el plano interno, las prácticas bancarias fraudulentas quedaron al descubierto.

“Tan pronto se comenzó a perder la estabilidad (económica del país)  y se redujo el nivel de crecimiento, los bancos mal gestionados y fraudulentos no pudieron ocultar más esas situaciones y quebraron, exacerbando las dificultades económicas del país y produciéndose entonces una crisis de magnitud increíble”, sostiene Montás.

Explica que la debilidad de la supervisión y regulación bancaria, que contribuyó en forma decisiva a que las prácticas fraudulentas permanecieran ocultas, había sido advertida por una evaluación realizada por el Financial Sector Assessment Program (FSAP) en el año 2001.

En ese informe quedó al descubierto que en el país no se estaba cumpliendo efectivamente ninguno de los 25 Principios Básicos de Basilea para una Efectiva Supervisión Bancaria, ni los cinco subprincipios.

“El incumplimiento de los Principios Básicos de Basilea para una Efectiva Supervisión Bancaria permite entender  por qué los indicadores bancarios fallaron en indicar la verdadera situación de los bancos y la posibilidad de la crisis que posteriormente surgió”, afirma Montás, para agregar que “esto explica, además, que el proceso de recolección de información y cálculos de los indicadores antes discutidos, era extremadamente deficiente. En ese contexto se puede entender por qué florecieron prácticas fraudulentas en algunos bancos”.

Concluye que los indicadores financieros y bancarios que se han utilizado hasta ahora para supervisar el sistema financiero dominicano “no constituyeron un instrumento eficaz para evaluar y alertar sobre la verdadera situación de las entidades financieras en un entorno macroeconómico cambiante. Los indicadores deber ser más consistentes para observar cambios en el corto plazo”.

El libro, de 167 páginas, ocho capítulos, se inicia con una introducción en la que el autor explica cómo las autoridades reconocieron la crisis, sigue con una explicación sobre la importancia de los bancos y su papel en la economía y luego pasa a explicar las crisis bancarias, sus causas y sus efectos.

Posteriormente, Montás analiza las características del sistema financiero y su desarrollo institucional, luego aborda la composición del sistema financiero, la importancia de los indicadores de riesgo en la crisis financiera que sacudió al país, una explicación de la crisis de 2003 y finalmente las conclusiones.

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