Libro narra como los megarricos brasileños despluman a su país

Libro narra como los megarricos brasileños despluman a su país

Bloomberg

Cuando Alex Cuadros llegó a Brasil como joven periodista en 2010, había mucho de qué maravillarse. El país más grande y con más posibilidades desaprovechadas de América Latina por fin se sacudía décadas de letargo, dispuesto a reclamar la parte de gloria que legítimamente le tocaba.

“Brasil desperdició el siglo XX”, dijo el por entonces presidente Luiz Inácio Lula da Silva, embarcado en un buque de perforación de Petrobras para celebrar el descubrimiento de un reservorio fabuloso de petróleo en aguas profundas. “El siglo XXI será de Brasil y de América Latina”.Hacen falta mucha sobriedad y ojos de lince

para resistirse a dulce píldora. Sabe Dios que muchos de los que analizamos Brasil no los tuvimos. Cuadros posee ambas cualidades y su libro, “Brazillionaires”, es resultado de ello: una lectura incisiva y entretenida de las locuras de la riqueza, el poder y el orgullo desmedido de Brasil.

A quienes conozcan las oscilaciones frenéticas de Brasil entre la confianza efervescente y el bajón nacional les resultará familiar buena parte de este relato. Cuadros vuelve a contar la historia de Brasil siguiendo al dinero. Cuando su

empleador de aquella época, Bloomberg, le encargó escribir sobre multimillonarios, él monitoreó las suertes del país a través de sus megarricos, especialmente los que se llenaban la boca hablando de la iniciativa individual mientras bebían de los abrevaderos públicos.

Cuadros acompaña el ascenso meteórico del empresario carioca Eike Batista, que pasó de minero ignoto a octavo magnate más rico del mundo. Luego, sigue su igualmente deslumbrante caída al estado de “multimillonario negativo”, como lo apodó Bloomberg cuando sus deudas superaron sus activos.

La narración se presenta como una condensación de Brasil, y entre los episodios del drama de Batista, un país entero surge, se eleva y luego se hunde en un escándalo.
La sagacidad de Cuadros como periodista de negocios lo llevó más allá de los comunicados de prensa y las giras promocionales, hasta declaraciones de ganancias, informes de las bolsas y, ocasionalmente, documentos judiciales, para escudriñar mejor detrás de las puertas de algunas de los despechos directivos más lujosos de América Latina.

Cuadros va detrás de los titulares para bucear en los problemas de Brasil, y su búsqueda lo lleva a 1936. En ese año, el historiador Sérgio Buarque de Hollanda publicó “Raíces del Brasil”, una obra fundamental que presenta el concepto del “hombre cordial”. La cordialidad, según la define Buarque, no tiene nada que ver con la famosa bonhomía brasileña, sino que se refiere a una cultura de fidelidad y favores, en la cual las relaciones personales superan al mérito y a la ley. En ese sentido, la cordialidad era una especie de lubricante de la movilidad. Les hacía más fácil a los brasileños sortear los obstáculos oficiales, llegar a la primera fila, usar puertas laterales e ir directo a recoger la recompensa.

La cordialidad fue el componente básico para otra de las ideas fundamentales de Buarque: el “patrimonialismo”, la ley no escrita que dicta que los brasileños usan los cargos obtenidos en elecciones como atajo a la riqueza privada y el poder.

Ese es el acuerdo de amigos bajo el cual se hicieron muchas fortunas en Brasil. Una revuelta contra esos hábitos llevó a millones de brasileños a las calles en 2013, justo cuando el país se estaba engalanando para organizar el Mundial de Fútbol, un aperitivo de los Juegos Olímpicos de este año.

Paradójicamente, Eike Batista había anticipado el cambio de ánimos al proponer una nueva forma de hacer negocios. Hablaba de mérito, de eliminar la burocracia y terminar con la ineficiencia.

Lanzó sus empresas —de energía, de minería y de transporte marítimo— mediante ofertas públicas de acciones y puso de su propio bolsillo para convencer a los inversores de que abrieran sus billeteras. Era algo nuevo. Sin embargo, Cuadros vio más allá de la fachada brillante y descubrió al típico hombre “cordial” de Brasil.

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