¡Libros, libros; más libros!

¡Libros, libros; más libros!

FERNANDO INFANTE
En el último momento de su vida, el genial Goethe exclamó ¡Luz, luz; más luz¡ como si estuviera en el escenario donde adquirió la inmortalidad como poeta y actor. Esto ha llegado a mi mente al momento de dar título al presente artículo y llamarlo ¡Libros, libros, más libros!, porque el libro es luz y esclarecimiento. Eso es lo que nos han aportado las últimas obras publicadas de gran importancia historiográfica y una hermosamente recreativa. La primera fueron los aportes de Tony Raful y su nueva edición de su obra sobre el 14 de Junio.

Poco después Bernardo Vega, incansable en sus investigaciones sobre el régimen de Trujillo, puso en circulación el tercer tomo sobre las relaciones de este gobernante con Haití; y, todavía sin haberse disipado el impacto entre los interesados en ese apasionante tema histórico por esa nueva contribución de Bernardo, vino Juan Daniel Balcácer con su documentado y extenso volumen que recrea todo lo relativo al asesinato de aquel férreo gobernante. Y siguiendo esta también muy importante obra, llegó al fin la publicación de mi cronología sobre ese mismo período que, dejando la modestia a un lado, al igual que las otras obras ha sido consideradas de gran utilidad para la investigación histórica.

En ese siclo de ediciones que enriquece la bibliografía nacional, no falta, como punto deslumbrante, Andrés L. Mateo que, con una hermosa novela eleva una vez más la literatura nacional con la pulcritud de su prosa exquisita que lo ha hecho uno de nuestros más acabados escritores contemporáneos.

Como última entrega de estos valiosos aportes, frutos de la dedicación al estudio de la historia nacional y el culto a la belleza literaria que hemos visto en circulación en los últimos dos meses, en días recientes Claudio Caamaño ha puesto a disposición del público el primer tomo de su obra testimonial «Caamaño, Guerra Civil de 1965», volumen éste prolijo en datos, en minuciosidad y portador de confesiones no conocidas antes en otros libros que tratan el tema.

En este primer tomo, el autor recuerda de forma exhaustiva los acontecimientos en que se vio envuelto junto a su inseparable familiar Francisco Caamaño, de quien fue, tanto como un compañero irreductible e incansable en todo momento, también un depositario de la confianza de sus sentimientos y sus pensamientos en todos aquellos graves momentos en los que las circunstancias colocaran a ambos para sus respectivos momentos de elevación ante la historia nacional.

La obra de Claudio Caamaño tiene la particularidad de ofrecer testimonios no conocidos antes de todo aquel momento que comprende desde el año 1961, y concluye con la trágica grandeza que vivió una parte de la ciudad capital, que ha sido popularmente conocido como «Guerra Civil de 1965» y que, como onda expansiva desarticuló la vida nacional.

El detallado testimonio que ofrece Claudio Caamaño en este primer libro de los cuatro que piensa publicar, pone al descubierto una serie de hechos que incluyen, desde los manejos políticos que concluyeron con el cruento enfrentamiento en Palma Sola. Un jefe policial, profundamente corrupto, y borracho, hasta la publicación que hizo el Listín Diario y El Caribe, atendiendo los dictados de la embajada norteamericana, desconociendo el primero el reportaje de su periodista Luís Reyes Acosta, el único hombre de la prensa que estuvo cubriendo el fragor de la lucha en aquel decisivo encuentro entre las fuerzas regulares y los constitucionalistas junto al elemento civil en todo el entorno del puente Duarte.

En toda esta dramática narración se encuentra el sinuoso proceder de muchos políticos y militares con sus nombres y apellidos; y, por primera vez, que recordemos, se escriben los nombres de los responsables directos de las muertes de los guerrilleros de Las Manaclas, asesinados luego de levantar banderas blancas en señal de rendición. En esta obra testimonial se encuentran oportunistas y bocones en búsqueda de gloria ajena junto a actos de heroica valentía en contraste con actitudes de militares constitucionalistas vestidos de mujer y maquillados como tales, mientras mujeres del pueblo, con sus faldas ensangrentadas se enfrascaban en los combates revestidas con el valor que dejaron en el suelo muchos de aquellos hombres que habían asumido el deber de la lucha.

Un Presidente de la República temeroso de abandonar la misión diplomática donde buscó asilo en momento de pánico que todavía él no había superado y militares sumisos y llorosos ante un embajador norteamericano en actitud despreciativa y bochornosa hacia esos claudicantes.

Tal es la versión de Claudio Caamaño en su valiente testimonio que, como primera entrega al país ha puesto a circular en días recientes. Esa es su verdad y ahí está, retadora, desafiante; tal vez a la espera que otros protagonistas importantes de aquellos sucesos, muchos de los cuales él cita, intenten enmendarla o negarla. Mientras tanto, hay que reconocer que su libro es un gran aporte a la historia contemporánea para su análisis; pero también de reflexión por todo lo que narra que refleja la virilidad de un sector popular enardecido y ferozmente combatiente dirigidos por hombres que no rehuyeron la responsabilidad que habían asumido, junto a otros líderes temblorosos y penosamente acobardados cuyas circunstancias le quedaron grandes, según se desprende de la lectura de esta singular obra que comentamos.

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