LIBROS
Debate entre iglesias

<STRONG>LIBROS<BR></STRONG>Debate entre iglesias

Samuel Santana
En mi nuevo libro, “Marcados por la unción, crónica de un gran avivamiento, desde David García hasta Luis Urbáez”, se relata el álgido debate producido en Santo Domingo en el 1954 entre la Iglesia Católica, los evangélicos y la Asociación Médica Dominicana por una manifestación religiosa producida en el parque Julia Molina, Villa Francisca.

Las prédicas y los testimonios de milagros divinos ocurridos con las administraciones de los pastores puertorriqueños David García y Jaime Cardona llamaron la atención del director del periódico El Caribe don Germán Emilio Ornes Coiscou.

Las ocho mil personas que se congregaban en el lugar cada día llevaron al diestro periodista a designar cinco comunicadores para que cubrieran las incidencias.

Para demostrar el posicionamiento que lograba la Iglesia Católica en el país en la época, la obra inicia con la visita que hiciera a España Rafael Leonidas Trujillo, quien inspirado por las decisiones de Francisco Franco cruzó a Roma para rubricar un Concordato con el Papa.

 En audiencia privada Pío XII otorgó al tirano dominicano la gran cruz de la orden papal mediante la cual quedaba investido como miembro de la Orden del Vaticano.

El Concordato dio al clero, hasta el día de hoy, un reconocimiento que le coloca como la religión dominante en la sociedad dominicana, aparte de las grandes prerrogativas a nivel del Estado.

El celo con que los curas defendían su posicionamiento se puso de manifiesto a través de la gran batalla que empezó a librar con los predicadores protestantes provenientes de Ponce, Puerto Rico.

El 10 de marzo del 1954, García Madera y Cardona levantaron sus manos ante la multitud congregada en el Julia Molina. Era la primera vez que en toda la historia de la nación dominicana se reunía en un espacio público un número tan considerable de creyentes evangélicos.

Hasta esa fecha la comunidad protestante carecía del peso social necesario para llamar la atención de los sectores poderosos.

La prensa y los milagros.  En los días de la llegada de los hermanos García y Cardona, el país estaba inmerso en los detalles que cubrían al régimen. Se ocupaba muy concentrado en sus viajes, sus declaraciones, decisiones y, sobre todo, el chisme político tétrico que se llevaba de paro a funcionarios y supuestos enemigos políticos del dictador.

Sin embargo, el trajinar cotidiano de la prensa tuvo que desviar su atención hacia lo que estaba ocurriendo en el parque Julia Molina.

En principio fueron gentes humildes y sencillas las que empezaron a concurrir al evento de fe. Eran los pobres enfermos, desvalidos, desahuciados, parias e insignificantes de la sociedad que sufrían siendo víctimas de una tiranía abusiva y atrasada.

Noches tras noches, la gente cerraba fila rumbo al parque en busca de una respuesta del cielo.

Las tantas fotos sacadas por El Caribe muestran gente con miradas ávidas de un toque divino, de una visitación del cielo y de una respuesta a su preocupante situación.

Algunos eran ya puros desechos humanos por su condición de invalidez física, ceguera o enfermedad terminal. Era un verdadero fenómeno social.

Los periodistas Pouerie Cordero, Lamela Geler, Manuel de Jesús Javier, Eudoro Sánchez y Sánchez y Rafael Martorell fueron los responsables de cubrir las incidencias.

Los detalles informativos colocados en columnas y pulgadas produjeron unas ocho páginas y más de cuarenta fotografías bien desplegadas.

El Caribe no quiso limitarse sólo a reseñar lo que ocurría en la campaña. Dio un paso más. El director buscó reacciones entre las mismas personas que participaban en la actividad, en el clero católico y entre expertos de la ciencia médica.

Los periodistas designados para la cobertura se acercaron a los hechos libres del apasionamiento de la devoción. Lo hicieron llenos de dudas y cuestionamientos. El estilo que usaron para describir lo que los creyentes calificaban con elevada fe como milagros, ellos lo expresaban valiéndose casi siempre de un encomillado.

Las enormes manifestaciones demoníacas eran consideradas por ellos como “ataques de histeria”. Es evidente que la estela de dudas llevaba a que se le diera una connotación natural a cada acción del Espíritu Santo.

El diario se concentró sólo en los portentos. En ninguna de las publicaciones se hizo mención a lo planteado por el evangelista García en sus predicas. A lo más que llegó, en este sentido, fue a exponer el agradecimiento que hacía al periódico por la publicación que hacía diariamente de la campaña.

Toda la nación dominicana estuvo al tanto de lo que ocurría cada día. Esto tuvo un gran efecto en el país. Cada vez era mayor el número de personas que iba al Julia Molina a escuchar las prédicas.

La multitud pronto pasó a quince mil personas y, finalmente, terminó en treinta mil. Venían de diferentes puntos del territorio nacional.

Las mismas publicaciones sirvieron como medio de defensa. Los sacerdotes Antonio Sánchez, Ángel Arias y José Sánchez atacaron hasta más no poder los milagros que afirmaban los fieles recibir de parte de Dios. Es evidente la forma tan bien equilibrada en que Ornes manejó el tema en su periódico. Cuando hubo la necesidad, él se ocupó de consultar a figuras importantes del país para que dieran su parecer sobre las manifestaciones de fe en el Julia Molina.

No se limitó a manejar la información desde un solo ángulo. Esto concitó un debate que llegó a superar algunos de los temas políticos, sociales y económicos de la época. El pueblo estaba fascinado y atento a lo que estaba ocurriendo.

El doctor Sixto Inchaustegui Cabral, presidente de la Asociación Médica Dominicana, puso a la disposición la entidad para verificar la veracidad o no de los milagros.

El debate científico fue capitaneado por los galenos Heriberto Pitier, Hector Read Barrerras, Arturo Damirón Ricard, Ricardo Martínez y Pérez González.

La carta publicada en el Foro Público del señor Ricardo Vargas Pichirilo llevó a la suspensión de la actividad y su posterior traslado a la Calle 6, esquina 15, en Villa Juana.

Allí terminó la actividad con una asistencia de 30 mil personas, según cuenta El Caribe.

Se cree que la presión del clero y el tumulto cotidiano de una multitud cada vez mayor llevaron a la paralización del evento de fe.

En síntesis

Samuel Santana

Es reverendo,  pastor, periodista y escritor. Su primera obra fue Los Carpinteros de Dios, en la que analiza la historia del protestantismo en el país. La segunda es Perfil de la Iglesia Evangélica en la Sociedad, obra que analiza el origen sociológico de las congregaciones protestantes en América Latina y su impacto en la sociedad.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas