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¿Es Juan Pablo Duarte el Padre de la Patria?

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El sistema capitalista es el caldo  de cultivo de las clases sociales modernas. La burguesía como dueña de los medios de producción en su clase fundamental. Pero una clase es un conglomerado unido por intereses comunes.

Y a partir de esta conceptualización se analizan las estructuras de sociedades en estado rudimentario que, como fue el caso de la República Dominicana, al momento de su independencia no habían desarrollado este sistema, al objeto de definir la naturaleza de los movimientos en los cuales estas participan.

Entre los llamados Padres de la Patria y la base social de la independencia hay distanciamiento, falta de representatividad, por lo cual ellos no son sus líderes. Por un lado, estaba Duarte, hijo de un rico comerciante, que dispuso de un inmueble para su manutención en el exilio.

Fue enviado a estudiar a Europa y puso su herencia al servicio de su causa. Y, evidentemente, eso significaba pertenecer a una categoría privilegiada en la sociedad de 1838-1844. Duarte era, pues, un burgués en el sentido pleno de la palabra; pero en el nivel de desarrollo en que se encontraba la sociedad dominicana “la burguesía” no existía como clase; él se convertirá en líder de esta, solamente, cuando aparece a finales del siglo XIX, o sea póstumamente.

Los demás actores de relieve fueron Pedro y Ramón Santana, en el Este, dueños de ganado suelto en tierras comuneras, y cortadores de madera; al igual que en el Sur Antonio Duvergé y Buenaventura Báez, este, hijo de Pablo Báez el más rico de la región y nieto del escritor Sánchez Valverde; abogado de la Universidad de París, delegado ante la Constituyente de Puerto Príncipe, co-autor del Plan Levasseur, está situado en la cúspide social; en el Norte Francisco (Tito) Salcedo y Juan Luis Franco Bidó; y en Santo Domingo José Joaquín Puello, moreno, con grado de oficial del ejercicio haitiano; Manuel Jiménez, trinitario, rico propietario de alambiques; Félix María del Monte igual que Mercedario, trinitarios pequeños burgueses intelectuales y Don Tomás Bobadilla Manuel Caminero, abogados, jueces y cerebros políticos del momento. Sánchez,  hijo del tabla jero Seno Narcisazo, y Mella y Serra, empleados, actores secundarios del reparto, siempre serán vistos como aliados de Duarte.

En esa mezcla humana, prácticamente nadie podía ser líder permanente, y, al final, se formaron tres grupos diferentes (Duarte, Báez y Bobadilla), muy bien descritos por Vetillo Alfáu, que pulsearon a llegar primero. No hay que insistir en la Trinitaria, que, dada la ausencia de Duarte, llegó al 27 prácticamente disuelta, pues Bobadilla esa noche será la Cabeza. La coincidencia plural del 27 es solo estratégica, y los trinitarios no van a Azua.

Con el pretexto de desplazar a los conservadores, ¿Quién no lo era? Duarte, organiza un golpe de Estado contra la Junta el 9 de junio, separando a Bobadilla, nombrando a Sánchez Presidente, y auto nombrándose Comandante Militar de la Plaza; luego se traslada al Cibao y se auto proclama Presidente en una operación subversiva combinada con Mella, pretextando que el país había sido vendido a Francia y que la esclavitud sería restablecida.

Logra, incluso, construir una plataforma militar a su favor en el Cibao. Así se inicia la lucha abierta por el poder. Con el regreso de Santana de Azua tanto el pueblo de Santo Domingo como los ejércitos del Sur y del Norte, lo prefieren y lo proclaman Presidente-dictador, culminando todo en una condena de la Junta en contra de Duarte por Alta Traición, respaldada por la primera Pastoral de la Iglesia, y prevaleciendo como prueba el testimonio de José Joaquín Puello.

Así se produce su alejamiento definitivo del movimiento que solo dirigió parcialmente hasta 1843, regresando al país veintitrés años más tarde, ya construida la República. La historia luego ha sido reajustada: Duarte que no había firmado la Resolución de la Junta del 8 de marzo, pidiendo el protectorado de Francia a cambio de la Península de Samaná, la apoyó en la carta del primero de junio, ambos documentos poco conocidos. Por lo tanto la diferencia entre supuestos conservadores y liberales no fue la causa del conflicto.

Con motivo del cincuentenario de la independencia, el 27 de febrero de 1894, en pleno régimen dictatorial de Lilís, y al inicio de su último mandato, antes de caer abatido en una calle de Moca, un grupo de once eminentes intelectuales, la crema y nata del pensamiento burgués, entre los cuales los había pro-gubernamentales y reeleccioncitas como Don José Gabriel García, y trinitarios, antes baecistas y ahora lilisistas, como Don Félix María del Monte y Manuel María Gautier, y mitrados como Monseñor Fernando Arturo de Meriño, de quien dijera Somner Welles que era más político que cura, y que fuera padrino político del Presidente Hereaux, de quien se había servido  para aplicar el cruento y fatídico Decreto de San Fernando; y el acaudalado hombre del Sur, Don Eugenio Generoso de Marchena, guarda-llaves de las finanzas del Presidente, antes de caer víctima de su mano homicida, se presentó por ante el Congreso oficialista a pedir título y honores para Don Juan Pablo Duarte, a su vez que autorización para erigirle una estatua. Su vocero, con un documento en mano de 38 páginas, poco co nocido, es Don Emiliano Tejera. El, apasionado, exagera en su ponderación, fue antojadizo y excluyente, pero obtuvo lo pedido. Hoy la historia, mejor documentada, probablemente se orientaría en otro sentido.

Se trataba, sin embargo, de un movimiento eminentemente clasista que, cincuenta años después, reclamaba glorias para su líder histórico, solo que en un ambiente viciado por la dictadura. Pero aun así, desde el punto de vista social, quedaría caracterizado el movimiento independentista, como si hubiese sido una aspiración revolucionaria burguesa de su época. Pero no lo fue. Por eso abandonaron el poder Manuel Jiménez y Santiago Espaillat. En cambio Santana y Báez, líderes de la pequeña burguesía, fueron aclamados durante más de veinte años. Aunque Duarte, después de Núñez de Cáceres (1821), tuvo la gloria de plantar la divisa.

En síntesis

El libro y el autor
El autor de este trabajo es profesor de Historia Económica en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Actualmente tiene en prensa, con el patrocinio de la casa de estudios, el libro “La historia secuestrada 1844-1963”, de 700 páginas. La síntesis aquí adelantada corresponde al capítulo VI dedicado en parte a Juan Pablo Duarte.

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