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Eugenio Pérez Montás la ciudad y los signos

<STRONG>LIBROS<BR></STRONG>Eugenio Pérez Montás la ciudad y los signos

Desde que apareció en 1998 La Ciudad del Ozama, 500 años de historia  urbana, entendimos que tanto la historia del urbanismo como la historia de la arquitectura cobraba un valor estimable en Republica Dominicana, debido a la significación y particularidad que presenta el diseño histórico, artístico y comunicativo de la obra. El arquitecto Eugenio Pérez Montás ha concebido una obra monumental, pero también crítica y memorial sobre el espacio urbano en Santo Domingo, contextualizando posibilidades artísticas, sociales, históricas y constructivas de dicho espacio.

Conformadas por imágenes y textos, así como por abundante información y bibliografía, las cuatro ediciones del libro demuestran, hasta ahora, un punto de ambición y grandeza en cuanto a los valores que nutren  y apoyan el conjunto como cuerpo de edición.

Conocido como historiador, maestro, analista de las formas urbanas y arquitectónicas, pero sobre todo como crítico, teórico de la arquitectura y del arte, Eugenio Pérez Montás hace un trazado de todo lo que ha sido la obra, como Opera constructiva en el lugar fijado o prefijado por la investigación, el estudio y la práctica  productiva del espacio, donde sus vertientes comunicativas solicitan integración, síntesis y categorización en la creación misma de objetos artísticos, históricos y culturales.

Las posibilidades de creación urbana suponen un tipo de práctica arquitectónica en nuestro caso ecléctica. Lo que demuestra esta obra del arquitecto Eugenio Pérez Montás, es precisamente la variedad que como espacio de multiplicidades, conjuntos, tratamientos constructivos, soluciones proxémicas y funcionamientos eco-artísticos, conserva el espacio urbano de centro y periferia en la ciudad de Santo Domingo, con sus diversos topoi urbanístico-arquitectónicos y ambientales.

Desde una línea cardinal activadora de tipologías clásicas, modernas y tardomodernas, los ejes de esta obra se reconocen en los diversos planos o más bien, planigrafías, elevaciones, cuadrajes, estructuraciones materiales y constructivas, bases de funcionamiento y soluciones técnicas que aseguran un conocimiento y una imagen ambiental reconocida como suma y especie de datos, funciones e intuiciones creacionales que promueven el elemento cohesivo, inorgánico o des-proporcionado de la ciudad, sus elementos y procesos de constitución.

Lo que nos presenta esta obra que podemos considerar, sin temor alguno, obra maestra, es justamente su marco teórico-referencial, selectivo y crítico. Habiendo reconocido su autor un mapa de formas arquitectónicas y combinatorias, podemos observar cómo las informaciones se utilizan a partir de la lectura y la doxa histórico-crítica influyente y concluyente. La calidad de los datos utilizados y su cotejo, verificación, disposición y direccionalidad, hacen que esta obra se reconozca en una historia de la erudición sobre la República Dominicana y su contexto de desarrollo urbano y arquitectónico.

En efecto, lo que ha seleccionado Pérez Montás como cuerpo iconográfico y conceptual, es la idea, la forma del detalle, el juego urbano, la distribución, las relaciones entre sujeto, urbanismo y arquitectura, pero también el recorrido horizontal y vertical de un espacio revelador de valores en superficie y profundidad.

Lo que en este sentido nos ha proporcionado el autor de esta obra es una poética de la mirada urbana en tiempo, espacio y significación. Los signos de la ciudad constituyen aquí valores, generadores y  “atractores”  semánticos del espacio urbano dominicano que de manera puntual, procesual y sincrónica, se exponen y precisan en este trasiego o travesía conformativa de lo que el autor llama la ciudad del Ozama. (Véase, desde ahora Eugenio Pérez Montás: La ciudad del Ozama, Barcelona, 2007, 4ta Edición auspiciada por Librería Cuesta)

Las tres ediciones anteriores de esta obra que alcanza su cuarta y bien merecida edición, perfilan una visión de lo que ha sido la historia urbana dominicana en base a un trazado que por lo desigual y muchas veces contradictorio, obliga a pensar la ciudad como signo-función y sobre todo como texto polifónico, como intertexto histórico-material, como rizoma y lo que el filósofo francés Gilles Deleuze denomina “meseta”.

Los estratos polimodales de la ciudad de Santo Domingo adquieren valor en esta marcha bio-bibliográfica del espacio urbano confluyente en lo que es la vida misma de las formas arquitectónicas en la República Dominicana de hoy.  La tensión entre “vieja” o tradicional arquitectura y nueva e irreverente arquitectura, conduce a un nuevo pensamiento crítico sobre el espacio, las masas y la ciudad, tal y como lo analiza H. Lefebvre en su obra El derecho a la ciudad.  

En el Prólogo 2007 de la presente edición, el arquitecto  Pérez Montás, refiriéndose a la planificación estratégica futura, a la ciudad historiada, así como a los años perdidos y al medio ambiente, traza un perfil y a la vez una cardinal de lo que ha sido, es en el presente y será en el futuro esta ciudad y toda visión utópica o real del urbanismo y la arquitectura marcados por la modernidad y la tardo-modernidad.

A propósito de la megalópolis, nos dice  Pérez Montás  lo siguiente:

 “Este  prólogo 2007, escrito diez años después de los epílogos de 1997 y 2001, puede predecir que la megalópolis ha creado estimulada por acontecimientos circunstanciales como los  juegos panamericanos  del año 2003, la desintegración del concepto original del Cinturón Verde, cuyo plan de manejo atraviesa situaciones difíciles, o la Bienal de arquitectura celebrada en el Museo de Arte Moderno en el año 2006, o la iniciativa para el desarrollo de Sans souci, un proyecto en marcha que se desborda en todo el ámbito de la desembocadura del río Ozama infiltrándose por capilaridad en el centro histórico y cuyos detalles no estamos en capacidad de trasmitir. ¿Hay en este inventario otras novedades?… Algunas son secretas”. (Op. cit., p.17)

Lo que se deduce de esta de esta doxa histórico-crítica son, por su respuesta implícita, los sentidos, campos de fuerza, extensiones o variantes estéticas y constructivas de un espacio de multiplicidades como lo es la ciudad antigua y la ciudad postmoderna. La narración visual y signográfica de esta obra, registra según Pérez Montás veintiséis temas y sin embargo, según nuestro autor “La visión de futuro sigue siendo territorio de incertidumbre…” (p.15)

En la página diecisiete Pérez Montás presenta, una puntualización metodológica diacrónica, en base a ejes de evolución y situación abarcante de la obra:

“Para el primer segmento, la ciudad antigua, se utilizan los pocos mapas existentes y se aprovechan algunos acontecimientos históricos que dramatizaron su evaluación. Particularmente importantes son los dibujos del perfil de la urbe cartografiados en 1619 y 1737. Culmina esta época con la descripción de una rara peregrinación altagraciana en 1760, registrada en una pintura de la serie elaborada por el pintor criollo llamado maestro Diego José Hil aris. La obra describe el momento en que desembarcan la urna  que transportaba por el  cauce fluvial del Ozama el cuadro milagroso de la virgen de Higüey, frente a la puerta de San Diego.  El río Ozama ha sido un eje, siempre presente en la vida cotidiana e histórica de Santo Domingo”.

En síntesis

Una obra completa
Escribir “La ciudad del Ozama 500 años de historia urbana” imponía sumergirse en la vasta documentación y en la específica bibliografía que  apoya la obra, toda vez que el conjunto teórico-crítico remite a una investigación interna y externa de la ciudad. Eugenio Pérez Montás narra con acierto la historia de Santo Domingo.

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