LIBROS
Los espasmos de Morrison

<STRONG>LIBROS<BR></STRONG>Los espasmos de Morrison

Si una sola palabra puede despertarnos de este sueño que presume ser vida, qué será una frase asociada a las fraternidades equívocas de otras, a los desquites furiosos, a recelos que se desvanecen en las correcciones del decir, incorregibilidad de las demarcaciones gráficas, sonoras, las palabras huyen del horror de la gramática, de los accidentados abrazos del sufijo, pereza del buscar, cautiverio innombrable del que cree poseerlas, sortilegio de promesas o promiscuo misticismo, claro que es obsceno apelar a este maridaje de palabras que surgen en peleas, nada airosas consigo mismas, como quien ara en lo vital de este desierto de letras desoladoras.

El poeta siempre en pos de dar con la única posibilidad de esta operación que parte de su crisis de escrúpulos, nos obsequia la promesa de un origen o una secreción de sentidos incesantes en su sed de revelación. Al sumergirnos en la lengua, instrumento del suicida o del demiurgo, despertamos, dormimos o nos suspendemos en una dimensión desconocida, carente de voluntades sospechosas. Esto quiere decir que el autor de Espasmos en la noche nos tiene sentados aquí para compartir sus reflexiones, sus pensamientos sobre las dimensiones de este decir donde vuelve sobre la materia prima del poema, la memoria, la realidad de la memoria, la vida en su discurrir cotidiano, la realidad humana en un mundo que no ha renunciado al heroísmo, aunque el desierto sea su casa. Escribir o acaso fijar en palabras nuestras ideas es de por si un acto de revitalización de la realidad. El mundo es lenguaje y somos lenguaje, lenguaje utópico, sueño, deseo de ser. Quien lo posea amenaza nuestra libertad o condiciona el vivir de esta razón, humanizándonos.

Entrando en materia y a propósito de la lectura de este nuevo libro de Mateo Morrison, soy de los que cree que la interpretación de un poema no puede hacerse desde otro universo que no sea el de la palabra poética, es decir, desde la escritura de otro discurso que dialogue con aquel que ya ha plantado sus raíces en la página en blanco. La lucidez del observador es otro discurso que emana al pisar sobre el umbral de un territorio donde somos en verdad libres del peso de la ignominia de la reificación de la mismidad, áspera rosa de repetición. Nos redime el poema porque se aleja de esquemas y arroja luces sobre los espasmos de una  civilización demasiado discursiva.

Espasmos en la noche es, en primer lugar, un libro que pone de manifiesto un punto de llegada, un arribo exitoso, en pos de la modernidad, en la trayectoria de un poeta que por sus obras se colige que tiene sed de eternidad. Desde ya, le auguro un busto o una calle virtual. Esta lucha por fijar o imprimir su nombre en la tela del tiempo está basada en este esfuerzo por refundar el poema en aguas más lucidas, en espacios más complejos, en mundos cada vez menos uniformes, abriendo el discurso a extrañas ambigüedades.

Es una palabra que recuerda, no el deseo ni el cuerpo como fuente de gozo, ni los objetos imperiosos, como vías perfectas, atrincherados para sus fines inconfesos, pero ni el romance asume el protagonismo del decir. Hay una animación de la inercia. El déficit siempre arriba a destiempo. En este primer poema y en un segundo al que después me referiré, Mateo inaugura un decir poético donde el signo se goza en su simplicidad, los versos recurrentes en su linealidad juegan con el sentido que emana del diálogo, las frases establecen distancia respecto del poema romántico sensual.

Este no es el paradigma sino lo contrario, despersonaliza el poema dándole protagonismo a los objetos, dejando que estos asuman un rol vital, casi orgánico al entrar en posesión de los seres, por puro contacto, por la rutina burguesa de empeñar la existencia bajo el diseño de un mundo que termina poseyéndonos, inventándonos o de algún modo pensándonos y esto se percibe en los elementos que acompañan al durmiente, las sábanas, las almohadas que ignoran todo pero que sumergidas dentro de su inercia gestual, hace que la voz poética cuestione su incapacidad para jugar un rol que vaya más allá del cuadro pintado, que por cierto saca de su anonimato o de su pasividad soñolienta otro personaje, pero sumergido en la biología de la ausencia. Llega a tener su equivalente cosificador en los objetos que le sirven de motivación al poeta para hacer una meditación de la existencia de un mundo seguro, donde el sobresalto emana del inconsciente aspirando a invadir el subconsciente orgánico e inorgánico.

Asombra que en esta poética de la sospecha, la intuición, el acto de soñar o de ignorar que se sueña tenga algo que ver con una triste e indiferente almohada. El poema está montado sobre un recurso narrativo muy efectivo, el monólogo interior, en este caso una voz que tiene como receptor un lector que puede ser parte del acto de dormir como si la voz lo invitara a ser parte de una escena promiscua pero donde su única función es la contemplación, observación del que observa un escenario que termina dándole la impresión de un reality show que sólo incita al silencio.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas