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Pioneros, de agricultores  a comerciantes

<STRONG>Libros<BR></STRONG>Pioneros, de agricultores  a comerciantes

Tanto como genealogía e historia de una familia que hizo fortuna sobre la base de la entrega al trabajo primitivo, rudo, al aprovechamiento de oportunidades irrechazables y a la innovación y renovación constantes, es el retrato de lo que ha sido el pueblo dominicano en sus costumbres, política, religión, arte, lenguaje, geografía, creencias, desde que “Mon Cáceres y su gente mataron al Presidente Lilís, en julio de 1899”, hasta el presente.

Porque Alejo y Máximo, que desde el lejano Sur, a pie o a caballo, venciendo cambrones y guayacanes, agotando la vida en viajes y conucos, bregando con cañas, bueyes, trapiches, molinos, cultivando tabaco, víveres, frutos, quemando carbón, limpiando malezas, negociando andullos, sembrando a golpes de hacha y azadas y al ritmo de coplas  que aligeraban la rudeza de sus faenas, con el tiempo se convirtieron en caciques de Azua, Buí (Bohechío), La Jorqueta, El Cayo, Los Tocones, El Montazo, hasta prácticamente adueñarse de  Las Terrenas no sin antes pasar por increíbles vicisitudes y miserias.

Alejo, el más pintoresco de los protagonistas de este extenso recuento que es poema, reminiscencia que saca lágrimas cuando la adversidad invade o que provoca risas por el estilo ameno con que se cuentan los hechos, fue alcalde, cacique, y como su hijo Máximo, autoridad que respetaban, admiraban y buscaban los lugareños de tantos parajes y secciones donde dejaron sudores y deslumbraron por sus habilidades de negociantes.

El ejemplar testimonio de este padre, Alejo o Alejando Galván, y de Máximo y sus parientes y descendientes, lo recogió el laureado escritor, historiador e investigador del ayer William Galván en el libro “Pioneros, de agricultores a comerciantes”, resultado de profundas horas de grabación iniciadas en 1979. Pero el reputado intelectual no cambió, agregó o eliminó elemento alguno a esas prolongadas pláticas por lo que el contenido, puro, se presenta en el singular léxico rural, casi en desuso, del de los ocurrentes, sabios, lúcidos y bien informados abuelo y tío del editor quien, con esta inapreciable obra que va por dos ediciones pretende “alentar a quienes vienen de abajo y han vivido en la miseria” porque relata “cómo una familia supera la pobreza, aunque no alcanzara la riqueza”.

“A mí me llaman Alejo Galván, pero de mi nombre preciso siempre he tenido duda”, dice explicando sus aprehensiones este sobrino del celebrado autor de “Enriquillo”, que se extiende hablando de esa parentela ilustre. “Mi mamá, llamada Mila Galván, me tuvo con Tenelo Parra, de Sabana Yegua. Éramos como 25 hermanos, unos de madre y otros de padre… Yo no llevo al apellido Parra primero, porque mi papá ni me reconoció o declaró, entonces los padres no se ocupaban de eso, eran hombres con la mente tan cerrada que muchos, aunque pudieran, no le daban ni la cama ni los trastes a la mujer, para que otro no fuera a beneficiarse”.

Más que familiar

En “Pioneros, de agricultores a comerciantes”, Alejo cuenta actuaciones de Juana Ogando, amante preferida de Lilís, se explaya en el relato del curandero Liborio, “El Maestro”, “Papá Liborio”, o “El dios Liborio”, narra los orígenes de Licey y el Escogido y, como era recuero y jefe de recua, conoció a Mon Cáceres, de cuyo asesinato ofrece valiosas revelaciones. Los Galván, afirma, era gente de Mon, por eso Alejo vino al sitio donde lo mataron cuando se transportaba en “La victoria Presidencial”, parecida “a un vehículo con cuatro ruedas tirado por una yegua blanca, a la vera de la playa de Güibia, donde sus atacantes usaron un carro para cerrarle el paso”. Son amplias sus referencias sobre Luis Tejera, “quien dirigió el crimen”, afirma.

Narra las arbitrariedades de los invasores yanquis de 1916, la persecución a los gavilleros, el hundimiento del Memphis, el uso de la fotinga de tres pedales y otros primitivos medios de transporte, sus simpatías por Horacio Vásquez, el Movimiento Cívico encabezado por Estrella Ureña y Desiderio Arias y su oposición a Trujillo. “Todos nosotros éramos horacistas y contrarios a Trujillo y nos identificábamos con el gallo con cola o rabú. Voceábamos ¡No puede ser! Y nos decían: “¡No hay peligro en seguirle!”.

A la sufrida y a la vez exitosa vida de los Galván, se incorporan acontecimientos trascendentes del pasado, como los adversarios políticos que enterró “El Jefe” aprovechando el ciclón de San Zenón, la presencia entonces de Los Matamoros, el lamentable final de Prim Ramírez, “asesinado en venganza por lo que hacía fuera del país su hermano Miguel Ángel”, los crímenes de El Sisal y el tenebroso proceder de los coroneles Arturo Espaillat y José María Alcántara.

La espléndida memoria de Alejo recrea el terremoto de 1946 en dos páginas inolvidables en las que describe la desaparición de Matanzas y los arrases en Sánchez, Samaná, Sabana de la Mar, Hato Mayor, Las Garitas, Las Terrenas. Describe la masacre contra los haitianos de 1937, las expediciones contra el régimen trujillista, la matanza de Palma Sola, el ajusticiamiento de Trujillo y hasta las consignas que se hicieron famosas tras el tiranicidio. “Al principio nos preocupó a todos pero, al poco tiempo voceábamos: ¡Tac, tac, libertad! ¡Hay que Navidad, Navidad, Navidad con Libertad” y Balaguer, Balaguer, muñequito de papel! Y también La cabeza de Petán la queremos pa’pipián”.

Son impresionantes las reminiscencias  del  extinguido esplendor de Sánchez.

El animado texto, de 216 páginas, con prólogo del historiador y sacerdote jesuita Antonio Lluberes, de muy bien cuidada edición, ilustrado, es un valioso material para conocer o recordar antiguos bailes, lugares, familias, vocablos, hábitos y las condiciones económicas, sociales, culturales y políticas del país en todas las épocas que vivieron Alejo y Máximo, como cuando a Buí entró el primer vehículo a llevar un enfermo. “Lo cruzaron por los ríos y malos pasos halándolo con una yunta de bueyes. Y fue muy comentado que una señora al acercarse al carro preguntó: “¿Y no le van a echar yerba”?

En síntesis

Valioso contenido

En “Pioneros, de agricultores a comerciantes”, se  cuentan actuaciones de Juana Ogando, amante preferida de Lilís, se abunda en  relatos sobre el  curandero Liborio o “Dios Liborio”, se narran los orígenes del Licey y el Escogido, y aparecen revelaciones sobre el asesinato de Mon Cáceres.

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