Victor Villegas: la voz, la memoria, los tiempos del lenguaje (2008) es el título del libro más reciente del investigador y profesor universitario Odalís G. Pérez. El libro está consagrado al estudio de la obra del poeta dominicano Víctor Villegas (San Pedro de Macorís, 1924), miembro prominente de la llamada Generación del 48. A lo largo de sus veinte ensayos, Pérez somete a escrutinio crítico las principales obras de Villegas: Juan Criollo y otras antielegías, Diálogos con Simeón. Charlotte Amalie, Poco tiempo después, Botella en el mar.
Al igual que en sus previos ensayos críticos dedicados a figuras de las letras dominicanas (Ramón Francisco, Sócrates Barinas Coiscou, Aida Cartagena Portalatín), Pérez recurre de nuevo a la lectura procesual, o de proceso, como procedimiento de análisis textual para explorar los diversos campos de significación de la obra de Villegas. Esta lectura, que se apoya tanto en la filología como en la semiótica literaria, trata de distinguir y analizar dos planos fundamentales en el texto poético: el plano de superficie y el plano de profundidad.
El esfuerzo investigador de Pérez consiste en situar la poesía de Villegas en el contexto del discurso poético dominicano y caribeño. A su entender, en la poética de Villegas hay dos elementos en común con la de los demás miembros de la Generación del 48: de un lado, una búsqueda de la libertad desde la perspectiva de la poesía dominicana (no sólo de la libertad expresiva, sino de la libertad humana total, desde la creación poética, espiritual y simbólica, es decir, estética); del otro, el propósito de fundación -o mejor, de fundamentación- de un nuevo lenguaje poético más allá de los hallazgos formales y expresivos de los movimientos literarios previos (Vedrinismo, Postumismo, Poesía Sorprendida, Independientes del 40).
El estudio de Pérez no ignora las contribuciones de los principales estudiosos del tema de la Generación del 48 y, en particular, de la obra de Villegas: Lupo Hernández Rueda, Marcio Veloz Maggiolo, Pedro Conde Sturla. Tampoco desconoce los aportes de los poetas coetáneos de Villegas: el mismo Hernández Rueda, Máximo Avilés Blonda, Abelardo Vicioso, Abel Fernández Mejía, Rafael Valera Benítez, Rafael Lara Cintrón, Ramón Cifre Navarro.
Lo que Pérez emprende en su libro es todo un recorrido temático-formal por la poesía de Villegas. Su estudio está pensado y escrito desde la semiótica de los textos, pero visiblemente marcado por la tensión entre la filología y la filosofía, entre la teoría literaria y la estética.
Pérez entiende el texto poético como texto-raíz, reconocido también como texto expresivo y seminal. Para el crítico, la obra de Villegas se inscribe en una determinada poética: la de la memoria insular. El ámbito de la poesía coincide con el ámbito de la historia, de una historia que el poeta asume y enfrenta desde su imaginario poético, desde su épica insular. Más que desde la historia de la poesía, el poeta nos habla desde la poesía de la historia.
Pérez subraya la polifonía de los textos poéticos de Villegas, su vocalidad y aun su polivocalidad. Sus textos son polifónicos, pues están compuestos por varias voces o varios registros poético-verbales. En ellos hablan varias voces, las diversas voces de nuestra historia insular, y también las voces internas del autor y las voces alternas de su ser desdoblado. De ahí que Pérez hable de la travesía abismal del poeta, de la poética abismal del doble en Villegas. De ahí también que subraye la tensión entre la vida y la muerte en su viaje ontológico. Viaje, camino, recorrido, travesía intensa y extensa del ser en el lenguaje, del existente arrojado al mundo, y, ya en el mundo, empujado hacia el abismo, es decir, hacia el absurdo y la nada.
Como la de otro notable poeta dominicano, Ramón Francisco, la poética de Villegas es ciertamente poética de la memoria y la imaginación insulares, pero también de la travesía existencial hacia la vida y la muerte, de la sensibilidad social y de la afirmación constante de la identidad dominicana asumida como límite y como apertura. En Villegas, la identidad, esa palabra tan manoseada por todos como una muchacha ligera, es ese movimiento afirmativo-negativo que conjuga lo universal abstracto y lo nacional concreto.
En la lectura procesual de la obra poética de Villegas, Pérez insiste en abordar el tema de la identidad cultural y nacional dominicana. En su opinión, que comparto, el concepto de identidad manejado por buena parte de la intelectualidad dominicana es insuficiente y desfasado, pues se reduce a una serie de rasgos inmutables y eternos que definirían lo que es el ser dominicano. No puede pensar la diferencia, lo otro, la alteridad, ni de explicar la emergencia de nuevas realidades desafiantes que transforman al ser dominicano y ponen en entredicho una noción de identidad fija, inmóvil, ahistórica, siempre igual a sí misma.
Alteridad, otredad: condición de ser otro. Pero también conocimiento del otro en su diversidad cultural. Porque el otro es siempre diverso, distinto a mí, el otro me completa y me complementa.
En otro lugar, en otra circunstancia, he afirmado que los escritos críticos del profesor Odalís Pérez no son de fácil lectura y que exigen del lector un determinado nivel de instrucción y conocimiento previos. No es fácil acercarse a sus textos. Perros bravos, parecen ladrarte, morderte, amedrentarte. No pienso defender aquí su prosa, muy suya, a menudo intrincada y oscura, para muchos demasiado científica, intolerablemente rigurosa. Pero sí debo decir que entiendo que esa prosa forma parte de una estrategia discursiva. Porque sus textos, admitámoslo, son estratégicos.
Pretenden abordar con rigurosidad el fenómeno estudiado: el signo, la obra de arte, la representación mental (en el caso que nos ocupa, el texto-signo, el texto-raíz) en su compleja dialéctica de forma-sentido. Pérez es sobre todo un cientista del lenguaje, la literatura y el arte. No recurre -pues no lo cree necesario- a una teoría del sujeto, o del lenguaje, o del poder, o del Estado. Tiene su propia doxa crítica, su propio método de lectura e interpretación de los textos, su propio aparato categorial -tan legítimos como cualquier otro-, que nos propone sin ocultamientos.
Se niega enfáticamente a la facilidad y la comprensión, a ser inteligible. No escribe para que todo el mundo le entienda, y tampoco le importa mucho. Sospecha, como Nietzsche, que ser entendido por los demás, por su época, es para un autor una verdadera desgracia.
La publicación de este libro del doctor Odalís Pérez es una invitación a leer y estudiar en toda su extensión y en toda su movilidad la obra de Víctor Villegas, personalidad importante de la vida literaria y cultural dominicana, amigo entusiasta de los más jóvenes y de las nuevas generaciones de intelectuales, escritores y poetas. Y, sobre todo, es un reconocimiento merecido a un escritor cuya larga vida y valiosa obra son una suerte y un privilegio. Creo que fue Jack Kerouac quien dijo alguna vez: Estoy escribiendo porque sé que todos vamos a morir. De algún modo, esta ha sido la intención de Pérez al escribir su libro sobre el inefable Villegas.
*Fidel Munnigh es doctor en filosofía por la Universidad Carolina de Praga y profesor en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).