Licencias obligatorias y TLC

Licencias obligatorias y TLC

La previsión legislativa de licencias obligatorias para ciertos casos en el ejercicio del derecho exclusivo que se deriva de una patente, así como los plazos de vigencia de estas, surgieron como uno de los puntos relevantes de negociación en el TLC concertado recientemente por el país con los Estados Unidos.

Este tema, que en su momento constituyó uno de los puntos más álgidos en las diferencias que surgieron a raíz de la conformación y posterior promulgación de la Ley sobre Propiedad Industrial en el país, es hoy presentado como un logro para beneficio de la industria farmacéutica dominicana, que en la representación de INFADOMI ha visto en cierta medida concretizado uno de sus grandes reclamos en procura de un mejor acceso a ciertos medicamentos por los consumidores.

La paradoja de la Ley No. 20-00 sobre Propiedad Industrial es que, no obstante los malos augurios y el combate abierto por algunos de los actuales protagonistas de las negociaciones, esta pasó su examen y certificación de estar en conformidad con los acuerdos multilaterales ante la Organización Mundial de Comercio, para regresar mostrando este éxito debajo del brazo de uno de sus críticos, y convertirse ahora en herramienta principal de negociación del TLC.

Estos acontecimientos constituyen pruebas irrefutables de que la Ley de Propiedad Industrial no representaba el funesto y desastroso futuro que para cuestionarla se había esgrimido, en el que se incluyó la amenaza de supresión de los beneficios unilaterales que otorga Estados Unidos al país. La embestida contra aquellos que se embarcaron en su elaboración y defensa así como las acusaciones levantadas, nos obligaron como país a sentarnos en el banquillo de los acusados ante el Departamento de Comercio de los Estados Unidos y a que se conformara un equipo de defensa que viajó a Washington para refutar tales acusaciones.

El tiempo se ha encargado de demostrar, por encima de los intereses, que nuestra ley se presenta con la investidura suficiente para mantenerse firme en unas negociaciones con un país que mira en sus patentes uno de los temas comerciales más emblemáticos, así como que ella cuenta con una estructura con el potencial para asimilar los mejores y más positivos cambios y desarrollos que en este campo se puedan presentar y que constituyan la mejor alternativa para el mercado nacional, tal y como fue pensado al momento de su elaboración.

Esa historia recién escrita, a pesar de su paradoja, en su silencio, vale como desagravio a los protagonistas de entonces que cargaron con un proyecto, mal visto por la vocinglería de aquel momento pero convertido hoy en parte importante de la legislación nacional.

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