El centro educativo de El Pino fue inaugurado con el nombre del obispo que por espacio de 26 años estuvo al frente de la diócesis de la provincia cibaeña, desde la cual impulsó numerosas obras pastorales a favor de fe, de la educación y de los pobres.
En la ceremonia estuvieron presentes el obispo de La Vega, monseñor Antonio Camilo González; monseñor Juan Antonio Flores Santana y el obispo monseñor Jesús María de Jesús Moya.
La obra constituyó un viejo anhelo de la comunidad y fue impulsada por el padre Tomás Alejo Concepción, párroco de la iglesia Nuestra Señora de la Altagracia de allí y las hermanas de la congregación religiosa Hijas Misioneras de la Santísima Trinidad, con el apoyo militante de la feligresía y de personas e instituciones generosas.
El costo ascendió a 10 millones 213 mil 343 pesos, de los cuales 5 millones 143 mil 392 pesos fueron aportados en materiales y el resto en efectivo. Los fondos fueron recaudados a través de diversas actividades, cono reinados, rifas, cenas y otras similares.
El liceo favorece no solo a los estudiantes de El Pino, sino a los de comunidades vecinas como Jima Abajo, El Caliche,
El Algarrobo, Jumunucú y otros, quienes tenían que recorrer un largo trayecto para estudiar en el centro más cercano.
El año pasado, cuando todavía no se había incrementado el gasto de transporte, el monto ascendía a mil 600 pesos al mes, situación que degeneró en una gran deserción escolar.
En el período 1998-1999 se empezó la lucha pro construcción del liceo, cuya primera etapa es ahora inaugurada luego de muchos altibajos.
Todavía hay dos cursos que reciben docencia en un galpón provisional que se levantó el año pasado para iniciar las clases de los tres primeros grados del bachillerato.
Desde hace cuatro meses, la Secretaría de Educación decidió ampliar la construcción, pero hasta ahora sólo ha hecho las verjas y la zapata de un pabellón; el trabajo fue interrumpido hace dos meses, razón por la cual la comunidad hace un llamado al secretario Melanio Paredes para que se continúen.
Perfil de monseñor Juan Antonio Flores.
Nació el 3 de julio de 1927, en Boca de Licey, Tamboril, provincia Santiago; es el mayor de los varones procreados en el matrimonio de Faustino de Jesús Flores y Secundina Santana.
Desde temprana edad sintió vocación por el sacerdocio y a los 14 años ingresó al seminario menor Padre Fantino, del Santo Cerro, La Vega; luego continuó su formación en el Santo Tomás de Aquino y más tarde en la Universidad Pontificia Comillas, España. Fue ordenado sacerdote en 1953, y celebró su primera misa en la Capilla de las Apariciones de Fátima. Un año después se graduó de licenciado en Teología; estudió Derecho Canónico en la Pontificia Universidad Laterana, de Roma, donde también realizó su doctorado. Se graduó magna cum laude de todos sus estudios superiores.
En el país fue designado pro canciller del Obispado y administrador parroquial de la iglesia Santa Ana en Santiago.
Luego ocupó el cargo de vicerrector de la Universidad Católica Madre y Maestra y en junio de 1962 fue nombrado obispo de la diócesis de La Vega, donde enrumbó su trabajo hacia las vocaciones sacerdotales, la promoción humana y la catequesis.
Bajo su conducción fueron fundados, entre otros, el hospicio San Joaquín, el seminario menor Santo Cura de Ars, el centro infantil El Carmen, la nueva catedral de la Concepción de La Vega, el monasterio cisterciense de Jarabacoa, y la Universidad Tecnológica del Cibao.
Monseñor Flores Santana hizo causa común con los humildes y campesinos y se destacó en su lucha para la instalación de las zonas francas, la construcción de la presa de Cotuí, la defensa de los campesinos de la mina de oro, y su lucha contra la contaminación de la empresa minera Falconbridge.
Desde 1978 a 1981 fue presidente de la Conferencia Episcopal Dominicana y delegado al Sínodo de Obispos de la Familia en Roma; asimismo fue delegado del CELAM durante seis años y participó en las conferencias de Puebla y de Santo Domingo.
En 1992 fue nombrado obispo de la diócesis de Santiago y se convirtió en arzobispo cuando la misma fue elevada de categoría.
Algunas de sus obras. Ha publicado numerosos libros y folletos, ente los que ese citan Dios y el hombre, Las sectas en América Latina, El Catecismo de la Iglesia Católica y otras.
El protagonista
Monseñor Juan Antonio Flores
Desde temprana edad sintió vocación por el sacerdocio.
Monseñor Flores Santana hizo causa común con los humildes y campesinos y se destacó en su lucha para la instalación de las zonas francas, la construcción de la presa de Cotuí, la defensa de los campesinos de la mina de oro, y su lucha contra la contaminación de la empresa minera Falconbridge. Bajo su conducción fueron fundados, entre otros, el hospicio San Joaquín y el seminario Santo Cura de Ars.