Cada año nos rompemos la cabeza pensando qué vamos a obsequiar o a brindar a quienes nos visitan durante los días navideños, pero este año usted puede sustituir los presentes tradicionales por regalos más cálidos y elaborados por usted misma: licores caseros.
Además de lo exquisito que resultan, dan una gran satisfacción por el solo hecho de elaborarlos personalmente, y participar así en la magia de añadir ingredientes y esperar con verdadera curiosidad hasta comprobar los resultados.
Degustarlos después de un prolongado tiempo de maduración, es un placer y una intriga, ya que aun con la misma receta, el producto final nunca es del todo igual en cada caso.
Para regalos. Por otra parte, siempre resulta agradable poder obsequiar a nuestros invitados o amigos con una copita de licor o de aguardiente de nuestra propia cosecha, o incluso regalar una botella elaborada por nosotros mismos.
Este detalle siempre gusta y es testimonio de un toque personal especialmente indicado para romper con la monotonía de los productos de fabricación industrial, pues es bien sabido que lo cotidiano acaba siempre por perder encanto.
Para después de esa cena. Los licores son auténticos broches de oro de un menú selecto o como complemento de una aromática taza de café. Además, invita a la sobremesa. Tanto los médicos como los especialistas en alimentación recomiendan en ciertos casos tomar una copita con cierta regularidad, ya que el alcohol en dosis adecuadas, lejos de ser perjudicial puede ser beneficioso para la salud.
Lo que en ningún caso debe hacerse, como con otros tantos placeres del paladar, es abusar. Muchos licores tienen propiedades digestivas tras una suculenta comida.
Esto se advierte en los licores de hierbas o especias, que se caracterizan por su capacidad para activar los jugos gástricos. Las recetas pueden ir mejorando con la adición de nuevos ingredientes.
Las claves
1. Sabores
Cada receta puede admitir una variante para reforzar o suavizar su sabor o su aroma. Lo único que hay que respetar siempre es su composición básica. Una vez que se haya familiarizado con las características de las hierbas y especias, podrá añadir éstas según su gusto. También pueden obtener interesantes y sabrosas variantes sustituyendo los frutos.
Recetas
Licor de chocolate
2 barras grandes de chocolate para repostería.
2 tazas de azúcar crema
1 litro de alcohol fino
1/2 litro de agua hervida
Preparación. Rallar el chocolate, mezclar con el azúcar y el alcohol, agregar el agua hervida y tibia. Poner en botellas y dejar macerar durante 10 días Nota: mezclar enérgicamente todos los días.
Licor de huevos
12 huevos
1/2 litro de leche
1 libra de azúcar
1 litro de alcohol
1 taza de coñac
Preparación. Hervir la leche con el azúcar durante 5 minutos. Retirar y dejar enfriar; luego batir 12 yemas con 6 claras, mezclar con la leche fría, revolver, agregar el alcohol y el coñac, pasar todo por un filtro y colocarlo en una botella limpia.
Tía María
2 litros de agua
2.2 libras de azúcar
2 cucharadas soperas de café instantáneo
4 saquitos de té de manzanilla
1 litro de alcohol etílico (se consigue en farmacias)
Unas gotitas de esencia de vainilla
Preparación. Poner a hervir el agua con el azúcar, cuando rompa el hervor, esperar 5 minutos y retirar del fuego. Agregar el café instantáneo, el té y la vainilla. Cuando se enfríe, agregar el alcohol y envasar. A los cuatro días está listo para tomar. Servir con abundante hielo.
Licor de menta
1 litro de alcohol etílico (se consigue en farmacias)
30 hojas de menta fresca
2.2 libras de azúcar refina
1 litro y medio de agua
Media cucharada de glicerina
Preparación.
Poner en un frasco de boca ancha las hojas de menta. Agregar el alcohol, dejar en maceración durante 15 días, con el frasco cerrado, exponiéndolo un poco al sol para que tome mejor color. Colocar azúcar en una cacerola, añadir el agua y hacer hervir durante 15 minutos. Dejar enfriar. Incorporar el almíbar al alcohol que estuvo en maceración. Filtrar. Añadir la glicerina y embotellar por 15 días más. Nota: Para mejores resultados los licores caseros se deben poner a fermentar en botellas de cuello estrecho -preferiblemente- de cristal transparente, bien tapadas. Para esterilizar estos envases se lava con agua tibia y unas gotas de cloro.