¿Líder viviente del Balaguerismo?

¿Líder viviente del Balaguerismo?

Como si no le bastara al Presidente Leonel Fernández los problemas que amenazan su Gobierno relacionados con una economía, cuyo modelo por fin acaba de anunciar que será rediseñado, por una corrupción que ha pasado a constituir la comidilla diaria de las caricaturas políticas y por un bombardeo de drogas propio de un narcoestado sumiendo a la ciudadanía en la indefensión; su proclamación como líder viviente del balaguerismo debilita, en lugar de fortalecer, la sustentación política necesaria para enfrentar esos y otros desafíos, incluyendo la que proporcionarían los promotores de una aventura vista como típica cortesanía de nuestra política vernácula.

Esa proclamación resultará finalmente vana, evidenciará incoherencias en su Gobierno.

Lo expondrá en conflicto frente a quienes junto a él fueron seguidores de Bosch, por mucho tiempo archirrival de Balaguer, y frente a su propio partido.

Partiendo del error que constituye separar el balaguerismo del reformismo: Lo primero constituye una admiración pasiva y contemplativa.

Lo segundo una militancia activa de interés para el activismo político. Lo primero no traduciría acciones proselitistas ni  menguaría el partido que Balaguer fundara puesto que al balaguerismo se le han sumado otros componentes como la doctrina socialcristiana y la autorenovación  consustancial al reformismo; determinantes de diferencias entre los  períodos en los que, el hoy el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), ha gobernado.

La proclamación reflejaría ambivalencias entre el discurso político y praxis gubernamental seguida hasta ahora que se ha anunciado cambiar de modelo económico. El gobierno constituye la negación de cómo gobernó Balaguer en materia de austeridad, apoyo a sectores productivos, generación de empleos con varilla y cemento en lugar de subsidiar, independencia del endeudamiento, protección del medio ambiente, etc.

No se puede ser líder viviente de quien practicó lo contrario a lo que hasta ahora se viene haciendo.

Esa proclamación colocaría en apuros al Presidente Leonel Fernández  frente a  los seguidores del primero de sus mentores, fundador del Partido de la Liberación Domnicana  que le ha servido de plataforma para alcanzar la presidencia de la República. Los que le acompañaron en la lucha siguiendo a un Juan Bosch férreamente combatiente de Joaquín Balaguer, resentirían como se sigue abonando la preeminencia del balaguerismo sobre el boschismo.

Y su propio partido resentiría un acuerdo electoral con los promotores de la proclamación.

El Partido de la Liberación Dominicana  mayoritario, de Gobierno, alardeante de organización y disciplina, no tendría argumentos para compartir sus fortalezas con un movimiento amonestado por la Junta Central Electoral,  amorfo dentro de un partido aminorado y anarquizado.

La experiencia del Partido de la Liberación Dominicana  y sus aliados integrados en el bloque progresista avala esta apreciación.

Cabe entonces la frase recogida por la sabiduría popular: Con amigos así, el Presidente Leonel Fernández no necesita enemigos.

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