Liderazgo político y los Objetivos del Milenio

Liderazgo político y los Objetivos del Milenio

Por una cuestión de optimismo inveterado, los objetivos de la Cumbre del Milenio todavía no fracasan, sino que se encuentran en la fase de reconocer que las medidas que deben adoptarse aún no están correctamente enfocadas, y que la visión de corto plazo que consideraron al promover las condiciones mundiales para alcanzar un nuevo sentido del progreso, no resultó suficiente. En el 2015, los gobernantes nuevamente deben rendir cuentas sobre estos objetivos.

El papel de nuestro país en las cumbres preparatorias de Río, Cumbre de la Tierra (1992), sobre cambio climático; la de Jonannesburgo (2002), sobre desarrollo sostenible, se tradujo –sin que el pueblo dominicano se diera cuenta–, en los eslogan que enarbolaba nuestro presidente, de estrechar la “brecha digital”, el “crecimiento de dos dígitos”, cuando en realidad las citas originales eran “salvar el planeta y salvar la brecha de la pobreza”.

En un intersticio de diez años, el Gobierno no reflejó ningún interés en la puesta en ejecución de estos objetivos, debiendo realizar un plan con las ONG existentes, o con los comunitarios que son, en definitiva, los transmisores de esos objetivos estratégicos.

Por eso, cuando el mandatario lamenta no cumplir con los Objetivos del Milenio, una duda empaña la memoria de nuestra gente, teniendo una idea vaga de a qué se está refiriendo, en realidad. Apenas ocho metas, difícil, pero posibles de lograr, fueron ocultadas deliberadamente, por reconocer que este compromiso interfería con objetivos políticos pendientes.

Objetivo 1: Erradicar la pobreza extrema y el hambre; Objetivo 2: Lograr la enseñanza primaria universal; Objetivo 3: Promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer; Objetivo 4: Reducir la mortalidad infantil; Objetivo 5: Mejorar la salud materna; Objetivo 6: Combatir el VIH/SIDA, el paludismo y otras enfermedades; Objetivo 7: Garantizar el sustento del medio ambiente y Objetivo 8: Fomentar una asociación mundial para el desarrollo. Solo la memoria de los noticiarios guarda la verdad de lo que realmente llevó a cabo el gobierno o descuidó de estas metas. De los viajes del mandatario ni uno solo guarda relación de estos pendientes.

Por eso, el presente caso guarda relación con el liderazgo de los políticos gobernantes. Cada década trae su hombre, la sociedad puede alimentar y puede degradarse por el líder que crea. La imagen de los políticos nacionales es que se nutren de la comunidad. La degradan; tienen un interés cadavérico; o puede suceder que llamamos líder a quien simplemente es un Jefe burocrático. Los jefes se hacen  imprescindibles disminuyendo a los demás políticos, incluyendo a los de su propio partido. Mala suerte la del Presidente Fernández, se encamina a caudillo, se ha afianzado en prácticas de corrupción, clientelismo y poseedores de verdad.

Si no se cumplen los Objetivos del Milenio, debemos estar listos para ver degenerar nuestra sociedad y sus fuerzas vitales, ver degenerar nuestras costumbres y, por lo tanto, la dignidad y el irrespeto a la vida ciudadana. Lo que debió decir, pero no dijo el presidente por no estar comprometido con su pueblo, debió ser: “En los objetivos del milenio: Luchar juntos o morir por separados”.

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