Liderazgo político

Liderazgo político

SAMUEL SANTANA
Los partidos políticos son las plataformas utilizadas por los candidatos para acceder al control de la cosa pública de manera legítima en los sistemas democráticos. Esto así porque estas entidades son las que se ocupan de trazar los elementos vitales para el manejo del Estado de manera eficiente y en provecho de las masas.

Estos elementos vitales se convierten en una oferta que se presenta al pueblo a los fines de concitar el respaldo.

En los últimos años se ha visto cómo los ciudadanos se han acostumbrado a depositar su confianza en los partidos y en su liderazgo para el manejo de la cosa pública y para la solución de sus problemas.

Esa es la razón por la cual la clase política tiene una incidencia muy estrecha y de gran impacto en el destino de un país.

Sin embargo, muchas de nuestras naciones han sido tremendamente defraudadas debido a la manifestación de un comportamiento que traiciona confianza, expectativas, normas y, hasta, lo prometido.

Con dolor hemos visto que los partidos se han convertido en medios a través de los cuales sus dirigentes preconizan cosas que no pasan de ser simple retórica demagógica.

Una vez obtienen la meta deseada, en el ejercicio del poder se ponen en ejecución unas prácticas y una agenda totalmente diferentes a lo esperado.

Mayormente tres son las áreas en las que se evidencian estas conductas.

Primero, un empeño fiero por acumular recursos económicos. El erario se convierte en el medio a través del cual se satisfacen los deseos de poseer cosas materiales y de erradicar la condición de pobreza de quienes en desgracia se lanzaron al proselitismo.

La posición en el Gobierno pasa a ser la oportunidad concedida para que reciban la recompensa por el esfuerzo hecho.

Pero esta acumulación de riquezas no se limita solo a lo personal. Esto se permite bajo el entendido de que se deben crear sectores económicos fuertes para que sostengan la estructura partidaria cuando se caiga en el terreno de la oposición. Y más en países donde la competencia por el poder se hace cada vez más aguerrida y complicada con la incursión de agencias, relacionistas y medios exigentes y caros.

Segundo, un clientelismo que rompe lo institucional. Aunque la dirección del Estado tiene mucho que ver con el desarrollo de una nación, desgraciadamente el mismo no está orquestado por servidores que han dado muestras de un nivel competitivo en las áreas donde son designados. La lucha y la relación partidaria sustituyen cualquier evaluación académica.

En países como el nuestro, el clientelismo ha sido tan desbordado que se han registrado casos de más de una persona para un mismo cargo.

No hay tiempo siquiera de acumular experiencia en las funciones porque la sustitución se produce tan pronto como se cambie al líder del Poder Ejecutivo.

Tercero, el desborde de la corrupción. Son escasos los partidos políticos que no hayan utilizado el tema de la corrupción durante el proceso de campaña en la oposición. Hablan de ella como un cáncer que destruye la integridad del Estado y que postra en condiciones muy limitadas el desarrollo del país.

Pero cuando se está en el poder, cada quien trata de descubrir el secreto de cómo hacerlo y la forma de dar un zarpazo mayor.

Y no hay que verificar los libros o registros de las oficinas del Estado para encontrar las pruebas de esta práctica.

La corrupción es uno de los pecados más evidentes de quienes ejercen el poder y, por ende, de los partidos políticos.

Se trata de una práctica con unos antecedentes de larga data. Con ella se da el caso paradójico de que no puede ser controlada por quienes ejercen el poder.

Como se aprecia, se trata de tres comportamientos que lesionan al erario, la institucionalidad y la condición ética y moral de quienes dirigen los destinos del pueblo.

La clase política no sólo defrauda a los ciudadanos, sino que el desvío de la vocación y la falta a la gran confianza depositada afecta el desarrollo y la condición de vida de las personas.

No ha sido capaz de sobreponerse a las tentaciones y a las mañas que cada vez más se hacen tan comunes y que se practican sin ninguna ruborización.

Existe la percepción de que esto podría crear un disgusto tan grande en los ciudadanos que buscarán alguna otra alternativa como medio válido para el ejercicio del poder.

Es que en última instancia, la gente lo que desea es notar que se da respuestas positivas a la solución de sus problemas y de sus necesidades. Y esto no lo han podido hacer los partidos políticos y sus líderes, a pesar del gran costo que representan para la ciudadanía y para el mismo Estado.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas