La noche llega y nos vamos a la cama saturados de incógnitas y frustraciones. Muchos de nosotros no vemos solución en el proceso político. La corrupción cada día es institucionalizada y apoyada por la mayoría de nuestros llamados líderes políticos. La noche llega y casi me autoconvenzo de que todo este sistema de votación es una trampa para hacernos creer que esto es la democracia y la solución para crear cambios sustanciales en las estructuras del Estado Dominicano y en la clase más pobre.
Después de febrero y marzo, de este 2020, el pueblo dominicano sufrió un colapso en las alecciones, recibió daño en la democracia, efectos negativos en el espacio psicosocial; de hecho, me atrevería a estirar el efecto a nivel existencial.
La suspensión de las elecciones, la compra de muchos votos, la presencia mercantil durante las votaciones, depositó de forma sigilosa un código de conducta con ambigüedades, sentimientos de dejadez e implosión; en palabras vulgares: Un asunto raro, sin rostro y sin nombre, pero perturbador.
Al llegar cada noche, donde nuestra almohada es testigo de pensamientos tontos, efímeros y serios, justamente ahí, nos sentimos impotentes, ante una corrupción que es casi inherente en el cerebro del ánthropos dominicano; pero esas noches no son para siempre, sólo es una catarsis social y pasajera.
La realidad está llegando, el tiempo nos obliga a fabricar o redescubrir esos hombres nobles, íntegros, coherentes y soñadores. Sus funciones consisten en deslizar los pestillos de los paradigmas que generan pobreza espiritual, emocional y física. Hombres y mujeres honestos, nobles, fáciles de leer y seguros para seguir, realmente fieles a su patria; y aún así, son atacados por los nescientes que no creen en el espíritu reformador que poseen esos líderes con acentos y asteriscos; ellos, los líderes nobles, provocan una distinción en la sociedad dominicana, dejando líneas, códigos y signos fáciles de imitar y seguir.
Los honestos con acentos y asteriscos, han tirado en la noche oscura una raya como una metamorfosis cargada de esperanza, con sustancia de equidad y forrada de justicia. Los nobles, los rectos, los inconformes por el sistema cargado de uranio explosivo, están listos para hacer la obra restante y profética, la cual es: Transformar la patria y mandar al éter a todos esos que han cerrado la puerta de la prosperidad. Sí, mandarlos al infinito.
¿Quiénes son esos líderes con acentos y asteriscos? Estoy hablando de ti, de ellos , de nosotros, de todos aquellos que estamos luchando con los molinos imaginarios, pero dañinos. Luchamos desde una posición de desventaja porque somos rodeados cada día por aquellos hombres sin límites morales. Pero no todo está perdido, la noche oscura está mermando, la noche sin apellido se ha ido, porque ahora llega el día en forma de victoria, desplazando toda obra de la oscuridad. Estamos listos para crear un ambiente de no más noches frías, ahora es el tiempo de vivir en el día, donde caminaremos con un poco más de libertad y gozaremos de las riquezas de esta bella isla, riquezas que han estado escondidas.
Al llegar marzo, pensábamos que habíamos triunfado, teníamos todo esquematizado y con proyecciones llenas de energía sociales; de repente, aparece una bestia galopeando, atraviesa los océanos, continentes y bordeando las cordilleras de nuestra nación, toma control de nuestra voluntades, y nos sumerge en un charco emocional, la bestia de la pandemia, el Coronavirus, nos quita los sueños de caribeños, obligándonos a doblar las rodillas ante el mejor gestor del clientelismo. Fundas, comidas, compasión fingida, protagonismo, son las variables que están determinando quién podrá ser nuestro próximo presidente de ese barco lleno de óxido moral y sin una brújula que nos guíe hacia el orden institucional. Cuando las noches oscuras se debiliten, cuando la pandemia deje de galopear y todo vuelva a un escenario neutro, tendremos que decidir qué pasará en las votaciones presidenciales de mayo, no, perdón, las de julio.
Si queremos que algo suceda, debemos ser valientes, porque de nosotros dependerá que nuestra línea histórica siga torcida, tortuosa, oscura, o clara y recta. Por esta razón, debemos volver a considerar y a elegir líderes con acentos que marquen la diferencia y en líderes con asteriscos que destaquen lo desconocido e indiquen lo que está errado.
Entonces podremos decir a todo pulmón: ¡Dios, Patria y Libertad!