No existe duda alguna de que el dominicano posee unas indisolubles e indefectibles características endógenas, que lo convierten en términos globales en un individuo Sui géneris. Pues el mismo, convencido de que sin poseer siquiera los conocimientos cognitivos que se desprenden a partir de la lectura del famoso libro Nacho, este puede ser asesor, estratega, analista y hasta gurú de la política, del derecho, de economía y, así como de cualquiera de las demás ciencias sociales. Son esas particularidades anómalas las que lo convierten en un oligofrénico interactivo, autómata y servil frente a líderes efímeros o de fabricación nominal.
Asimismo, en el otro extremo del escenario se encuentra el conspicuo dominicano que posee ciertos matices de conocimientos sobre las fuentes del poder, adquiridos a través de las doctrinas de Maquiavelo, Harold Lasswell, Robert Greene y Von Bismarck. Las que aplica junto a unas formidables habilidades empíricas que les permiten como diría el gran escritor francés Guy des Cars, “un deslizamiento por la flor de la retórica permitiéndole escamotear la realidad”, y las utiliza para manipular edulcorando las precariedades existenciales del individuo generando así; en el interior del cerebro de este último la idea del nacimiento de un nuevo o perpetuo líder.
Líderes al Vapor.
Es muy fácil encontrase con individuos que, por el simple hecho de haber leído a Aristóteles, a Platón, a Marx, a Lenin, a Montesquieu, a Rousseau, a Carl Smith y Dale Carnegie Etc. Y, por tener 5 internautas a su favor se autodefinen a sí mismos como líderes. Con el agravante, de que en muchos casos son refrendados por la macro-marginalidad de otras personas, gracias a que consiguieron que sus nombres aparecieran en un decreto tras haberse convertido en los Joseph Goebbels de un ex -candidato, o de practicar de manera sistemática el Foucheismo; logrando así tener en sus manos las herramientas del poder expuestas por Lasswell.
Empero, sin prescindir de los elementos antes expuestos los cuales efectivamente en estas sociedades compuestas por descamisados; generan poder y capacidad de maniobras que euforizan al vulgo. No menos cierto es también; que nunca te convertirán en un verdadero líder, pues jamás existirá un liderazgo cuando se carece del abrazo de una causa social, la que servirá de plataforma para generar los cambios naturales que siempre están demandando los ciudadanos y con ello; el advenimiento transformacional de las soluciones mínimas de sus inquietudes.
Líderes sin Causas, Caída sin Pausa.
Una vez alcanzado un liderazgo si no se logra la sostenibilidad del mismo, es el equivalente a nunca haberlo alcanzado. Y para ello, tiene ese líder que descender de ese pináculo hasta donde ha subido fruto de las lisonjas que te hacen creer que eres la multiplicación de todas las virtudes, o simplemente por ese superyó que vive en nosotros del que habló el gran Sigmund Freud y, colocarse en el lugar de sus seguidores para saber cuáles son sus reales inquietudes; más allá del beneficio económico que este le genera. En virtud de que, la popularidad, la simpatía y la capacidad de maniobras nominales no son sinónimos de perpetuidad.
Por consiguiente, los que estamos en las gradas mirando esos escenarios lo único que hacemos es trasladarnos a 1966 y, recordar el gran firme protagonizado por el gigante de la sátira Don” Mario Moreno (Cantinflas) la película “Su Excelencia”, y devenimos en unas inconmensurables interrogantes a causa de la metamorfosis y policefalia que sufren estos individuos. Y no llegamos a concluir sobre si su ecología emocional es producto de haber abandonado de manera vertiginosa su mísero oscurantismo social y económico, tras haberse convertido en un honorable cortesano cuya lealtad solo está asentada sobre las columnas de una nómina, o si, por el contrario; solo estamos conociendo al Carlitos del que hablaba Joaquín Balaguer.