En la historia dominicana post Trujillo la salida de líderes políticos de sus partidos, debido a luchas de poder, no siempre se ha traducido en un rápido y contundente éxito electoral.
Por el contrario, algunos tuvieron que volver a sus raíces ante el fracaso de sus proyectos y otros se quedaron varados en las agónicas aguas de los partidos minoritarios.
Francisco Augusto Lora, Fernando Álvarez Bogaert, José Francisco Peña Gómez, Jacobo Majluta, Eduardo Estrella, Max Puig, Carlos Morales Troncoso, Hatuey Decamps y Amílcar Romero son solo algunos nombres de la larga lista de dirigentes políticos que dieron el difícil salto al vacío.
En el presente, si el expresidente Leonel Fernández decidiera abandonar el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), ante la crisis interna que afecta a esa organización por el resultado de las primarias que aún le desfavorecen, tendría que romper con ese maleficio para potenciar el valor de los 884,454 votos que obtuvo como precandidato a la presidencia.
A estas alturas del proceso Fernández defiende en la Junta Central Electoral (JCE) su verdad, que es el triunfo ante el precandidato Gonzalo Castillo.
Su argumento es el fraude que se habría cometido en su contra en el sistema de votación electrónica implementado por la JCE, y que habría beneficiado al precandidato de la facción danilista.
Pero su enemigo real no es Castillo, sus armas están enfiladas hacia el presidente Danilo Medina, con quien se disputa el liderazgo hegemónico del PLD, en una lucha en la que ha estado en juego la permanencia del primero en la Presidencia, y el retorno de él ocho años después.
En el hipotético caso que no se demuestre fraude alguno, estaría por verse si Fernández se arriesga a dejar la presidencia de su partido para aventurarse a un nuevo proyecto, o para ser acogido por un partido minoritario que se servirá con la cuchara grande de su liderazgo.
En ese escenario también estaría por verse si sus seguidores, desde altos dirigentes enquistados en posiciones importantes del Gobierno, hasta los que ocupan puestos de menor nivel, quemarían la nave poniendo en riesgo sus cargos y todo lo que conlleva la cercanía del poder.
Aunque desde 2007 Fernández y Medina están inmersos en una guerra solapada de unidad partidaria.
Testigo de excepción. Fernández, quien es miembro del PLD desde que se creó en 1973, conoce el intrincado camino que debe recorrer una organización política para alcanzar el poder, pues Juan Bosch, líder y fundador de ese partido, nunca logró la Presidencia pese a que participó en seis procesos electorales desde 1978 hasta 1994.
Bosch fue uno de los fundadores del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), del que se separó en 1973 porque según él esa organización ya había cumplido su ciclo histórico.
“Un partido no es lo que sean sus masas sino lo que sean sus dirigentes, el PLD será lo que debió ser y no pudo ser el PRD”, dijo Bosch en una entrevista que conserva Vanguardia del Pueblo, órgano oficial de ese partido.
El PLD alcanzó la Presidencia en 1996, luego de una crisis política por el fraude cometido en las elecciones de 1994 en contra de Peña Gómez, del PRD. Esa crisis devino en el recorte del mandato del presidente Joaquín Balaguer, líder del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC).
Pero dos años después, un acuerdo entre Balaguer y la dirigencia del PLD le cerró el paso a Peña Gómez en las elecciones presidenciales, y le abrió las puertas a Fernández, el primer peledeísta en alcanzar la Presidencia de la República.
Las huellas de la división. El PRD y el PRSC son los partidos con más desprendimientos. La primera gran crisis del PRD surgió en 1973 con la salida del profesor Bosch, lo que obligó a ese partido a recomponer sus liderazgos a través de importantes dirigentes como Peña Gómez, Majluta y los expresidentes Antonio Guzmán y Salvador Jorge Blanco.
En la década de 1980, las pugnas entre Peña Gómez y Majluta por la candidatura presidencial provocaron que ambos crearan sus propios partidos. Peña Gómez formó el Bloque Institucional Social Demócrata (BISD) y Majluta el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Aunque Peña Gómez retornó al PRD posteriormente, Majluta se quedó en su nuevo proyecto sin alcanzar la Presidencia.
Otro desprendimiento del PRD fue la salida de Decamps, quien en 2004 se retiró de esa organización por su oposición a los intentos reeleccionistas del entonces presidente Hipólito Mejía.
En 2005 fundó el Partido Revolucionario Social Demócrata (PRSD), una organización minoritaria que ahora es dirigida por su hijo Miguel Decamps.
Pero en 2014 el PRD sufrió otra baja, tras la salida de importantes dirigentes que formaron el Partido Revolucionario Moderno (PRM), se ha convertido en el principal partido opositor del país.
El PRD, sin embargo, es ahora una organización de segunda categoría ante su decrecimiento electoral.
Casos PRSC. En 1970 se produjo la primera ruptura cuando Francisco Augusto Lora, quien era presidente de ese partido y vicepresidente de la República en el primer gobierno de Balaguer en 1970, presentó sus aspiraciones presidenciales desafiando al mandatario.
Lora tuvo que dejar el partido y formar el Movimiento de Integración Democrática Antireeleccionista (MIDA), que no salió de las filas minoritarias.
Álvarez Bogaert corrió la misma suerte, y al no concretar su aspiración de ser candidato a la Presidencia en 1986,1990 y 1994 creó el Partido de la Unidad Democrática (PUD).
En otros períodos Eduardo Estrella formó Dominicanos por el Cambio, el senador Amable Aristy Castro el Partido Liberal Reformista, y el senador Amílcar Romero el Partido Reformista Popular.