Líderes sin propósitos personales

Líderes sin propósitos personales

El domingo 22 de enero vi calles convertirse en un río de esperanza verde.

Muchos quisieran tener el arrastre que un pequeño grupo consiguió. Sin pagar a nadie ni dar facilidades, sin conciertos y sin dejar basura regada. Los organizadores ejercieron un liderazgo que el pueblo les otorgó.
Para muchos fue una casualidad lo que pasó. Pensarán que se aprovecharon de un momento histórico y le sacaron provecho.
Para mí es lo que le llamo un liderazgo otorgado a un grupo que tiene años luchando por el bien común sin ningún tipo de interés en el poder, mucho menos en llenarse los bolsillos cuando lleguen a él.
Nombres como Ricardo Ripoll, Giovanni D’Alessandro, José Luis Taveras, Bartolomé Pujals y Claudio Caamaño, entre otros, podrán ser desconocidos para muchos. Los que seguimos su lucha sabemos que desinteresadamente han estado levantando su voz y hasta arriesgando su vida por el bien común. Los llamo los héroes de la Nueva Restauración. La lucha es por restaurar la institucionalidad.
El liderazgo no es lo que muchos creen, no es pararse delante de un grupo de empleados a mandarlos; vociferar a un puñado de compañeros para que se muevan en el sentido que queremos; pagarle a gente para que vayan a un mitin; engañar mentes crédulas y sin mucho conocimiento con promesas. Eso es ser jefe, comprador de voluntades y aplicador de autoritarismo.
Hacer que la gente le siga por un ideal de bien común es ganar autoridad y recibir el liderazgo, título que no se compra ni se obtiene, se recibe.
Como explico en mi libro Migomismo II, el líder verdadero además de buscar el bien común es paciente, humilde, auténtico, entusiasta, sincero, pregona con el ejemplo, está pendiente de los demás, no se cree más ni menos que los otros, entre otras características.
Ver a los políticos entre el público que siguió a los héroes anónimos fue una satisfacción muy grande. El poder no está en quién gobierna, sino en quién los coloca.
Como siempre, ahora algunos querrán entrar en el grupo que el pueblo privilegió otorgándoles el liderazgo. Me imagino que las puertas no están cerradas, pero el propósito no debe ser personal, sino colectivo.
Hay que ser auténtico y persistente, solo así se podrán conseguir objetivos que a todos nos beneficien.
¿Te atreves a cultivar algunos rasgos del liderazgo verdadero?

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