La “elección” el pasado 26 de enero, más bien selección, del Secretario General de la Liga Municipal Dominicana (LMD), pone al desnudo nuevamente la inoperancia y obsolescencia total de ese organismo, así como de los aspirantes a desempeñar ese cargo.
La LMD fuE establecida en 1938 por el régimen tiránico de Trujillo, con el objetivo de mantener un rígido control sobre los ayuntamientos del país, siguiendo un patrón característico de los sistemas autoritarios.
En 1962, tras la caída de la dictadura, se modificaron las leyes municipales para que sus autoridades fuesen el resultado de la elección popular; pero en la práctica poco se hizo para fortalecer los gobiernos locales en los órdenes funcional y financiero.
En el período 2000-2004 las asignaciones presupuestarias fueron aumentadas por encima del 8% de los ingresos nacionales, y al 10% a partir del 2005. El Consejo Nacional de Reforma del Estado (CONARE) elaboró bajo mi dirección planes para el desarrollo funcional de los municipios y de la LMD, que no llegaron a aprobarse.
Sin embargo, en el período subsiguiente 2004-2008 se aprobó una nueva ley municipal que permitió en la práctica la casi total discrecionalidad en el gasto municipal de los Síndicos, ahora Alcaldes, no solo en los municipios sino en los distritos municipales; lo que hacen ahora en su conjunto alrededor unas 400 municipalidades. A partir de entonces los gobiernos del PLD han ido reduciendo progresivamente su participación en el presupuesto de la nación hasta menos del 3% de los ingresos nacionales.
Naturalmente, el resultado de esa atomización, el ultraliberalismo y recortes presupuestarios, ha sido la virtual nulificación de los gobiernos locales como entes de participación democrática y progreso; dando pábulo a la corrupción desenfrenada y hasta otras formas de delincuencia, incluyendo hasta asesinatos, fraudes mayores, tráfico de armas e indocumentados y endeudamiento progresivo de los organismos edilicios; en lugar de darle participación en la solución de los ingentes problemas de salud, educación y transporte, etc., así como de contribuir al desarrollo económico y a la protección del medio ambiente. Los ayuntamientos ahora no hacen sino que tirar la basura con el menor esfuerzo y gasto posibles.
La LMD, que debiera jugar un papel clave en la supervisión financiera de los cabildos, la profesionalización de la administración municipal y la planificación urbana desde sus inicios, para evitar que los problemas se hagan más graves, por la improvisación y el crecimiento desordenado; regionalizando un trabajo profesional, seguirán trillando por ahora el camino del desorden, la corrupción, la ineficiencia y la delincuencia.
Los distritos municipales requieren apoyo e inversiones para que puedan superar la miseria de sus pobladores.
En fin, que la LMD, los municipios y los distritos municipales seguirán por lo menos por 3 años más deteriorándose.