Likurgo, éxito de Judith Cisneros

Likurgo, éxito de Judith Cisneros

Likurgo

La exposición “Likurgo, obra de la luz”, según su etimología en griego antiguo, ha transformado la Galería Nacional de Bellas Artes, gracias a una elaboración insólitamente organizada, a grandes aportes tecnológicos, a fenómenos tanto de óptica como de neurociencia, y sobre todo por una inmensa sensibilidad, ¡forrada de una voluntad de hierro!

La autora de este milagro se llama Judith Cisneros, artista argentina, enamorada de la República Dominicana. Temperamento privilegiado, con alta preparación académica, ella logra sus metas por la capacidad, la convicción, la sinceridad y el trabajo.

Es probablemente la artista más original y audaz, comprometida y convincente que haya llegado hasta nosotros, siendo además una comunicadora de elite. Su aventura dominicana se inició hace más de tres años: ella entregó un dossier completo de textos e imágenes, consiguió sola ayuda y colaboración, convirtió el proyecto en realidad.

La exposición

Por unas semanas, hasta el 2 de septiembre, en el Salón de la Cúpula, “lo real es ilusorio”, “lo ilusorio es real”, así lo expresa Judith Cisneros. Además de la visión –lógicamente preponderante-, el sonido, el olor, el sabor, el contacto se apoderan de nuestros sentidos.

Este trabajo complejo e intenso se fundamenta en haces de luz, con seis colores diferentes, e involucra todas nuestras facultades perceptivas. Estamos en otra dimensión, estética, sensorial y sicológica, acorde con el arte más contemporáneo que suprime las categorías y multiplica las sensaciones. La luz genera paleta, espacio y percepción. Atrae e integra al contemplador en un ambiente irradiante, directo, envolvente.

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Esta propuesta “inmersiva”- ya la formidable exposición de Iván Tovar nos ha familiarizado con la palabra- cambia al compás de los espectadores, quienes, por ser parte de la obra, la modelan y la modulan con sus cuerpos… ¡Son las imágenes! Cada persona transforma sus pulsaciones, las intensifica, las vuelve participantes…. En un espectáculo que todos comparten, hay vibración, vértigo y magia.

Nuevas sensaciones, nuevos medios

Esta creación espectacular llega a cada uno de los participantes, admitidos en pequeños grupos – no más de 10-, ¡y cuánto la disfrutan! Ignota e intangible, pasajera e inolvidable, así se puede definir.

Suceden paisajes sobrenaturales, propios de un nuevo tipo de obra de arte. Aquí, la naturaleza se amplía, no es el paisaje tradicional, sino de proyectores, de altoparlantes, de miríadas de partículas. El espacio circundante tampoco basta, “Likurgo” recurre entonces a espejos que cubren el gran círculo del piso, y sus reflejos duplican la perspectiva vertical.

Likurgo ha requerido altos medios tecnológicos, complejos, integrados, articulados. De una clase diferente de arte contemporáneo se trata, consonante con los llamados “nuevos medias” que ya nadie puede evadir. Sucede otro tipo de relación “dentro de” la obra de arte… ya no solamente con y frente a ella.

Mientras los espectadores están inmersos en este escenario desconocido, ellos interactúan necesariamente, y, caminando, se transforman…. Los cuerpos atraviesan la luz, en un ambiente cromático que pronto desaparecerá, surgiendo otro juego de seis colores casi instantáneo, hasta que, deslumbrados, salgan del paraíso “likurguiano”, y de este Salón de la Cúpula, ahora utilizado en su plenitud y excepcional dimensión… Likurgo” permanecerá por mucho tiempo en la memoria nuestra… entre los más hermosos recuerdos de las artes visuales y sensoriales, demostrando que, para ser atractivo, el arte implica el cambio.

Homenaje a Carlos Cruz-Diez

Judith Cisneros le dedicó “Likurgo” a este investigador de la luz como materia cromática. Más allá de la admiración, ella lo consideraba como su guía, profesor e inspirador.

El maestro, de inagotable inventiva e inmensa generosidad, llevó sus composiciones geométricas, ritmos multicolores y efectos ópticos a una magna integración pictórica con famosos silos de almacenamiento en Santo Domingo. Estos «Cilindros Cromo-interferentes”, disfrutados por el pueblo, pero ni chequeados ni restaurados, fueron bárbaramente borrados en un fin de semana. Ojalá se aproveche “Likurgo” para iniciar la restitución de un arte público cimero que nos legó Carlos Cruz-Díez, tátara sobrino de Juan Pablo Duarte y Díez.