La sociedad dominicana no permitirá que esos casos se engaveten
Hay una especial causal y providencia dominicana y es que en sentido regular todo intento por clarificar una situación, como cada Gobierno, y en sentido más amplio, concerniente a toda persona, todo comienza bien y culmina diferente a como comenzó.
En los gobiernos, en las personas y en todo lo concerniente a los intereses supremos de la patria, lo cardinal no es como se empieza, recordando el dicho de que escobita nueva barre bien, sino lo realmente importante en cada caso, es como se termina.
El necesario introito, para abordar y referirnos al espinoso y bochornoso tema corrupto de Odebrecht, la corrupta transnacional brasileña igual que Andrade Gutiérrez, receptoras de orondos contratos de obras públicas aquí y en varios países de AL, donde en todos, resultaron censurables entes de corrupción sobornando a funcionarios y gobernantes.
Concerniente a nuestro particular caso, Odebrecht construyó grandes obras, Autopista del Coral y Punta Catalina, escandalosamente sobrevaluadas, cartera de inversión por nosotros los contribuyentes, que de ninguna manera podríamos permitir culminen ilesos sus protagonistas, inversionistas y gobernantes.
El poutpurrí de corrupción de estos dos casos, amerita una exhausta investigación por la Procuraduría General y PEPCA, sustentadas por inequívocas pruebas aportadas por referent es CPA, concluyendo en presentar a esos dos organismos con facultades incriminatorias, el fardo de pruebas condenatorias.
La sociedad dominicana de ninguna manera permitirá que esos desmanes corruptos ni se sobresean, ni se engaveten, mucho menos exculpen a sus proditorios protagonistas infames.