Limpieza en las filas policiales

Limpieza en las filas policiales

La jefatura de la Policía Nacional ha estado muy activa en la persecución de autores de actos de delincuencia y satisface en gran manera que esa actitud pone especial énfasis en depurar a los miembros de la institución.

El  sometimiento a la Justicia de cuatro cabos que junto a civiles integraban una banda de asaltantes, y la investigación de tres miembros de la dotación policial de San Luis implicados en una tentativa de secuestro, pone de manifiesto una voluntad dirigida a expulsar a quienes ofenden el uniforme y las insignias de la institución. Los citados son solo algunos ejemplos de la actitud de la jefatura policial contra ese tipo de  contaminación.

Siempre hemos insistido en la necesidad de crear métodos de depuración más rigurosos, para reducir a expresión mínima la posibilidad de que ingresen a la Policía personas con inclinaciones o antecedentes delictivos.

 Sin embargo, aunque no se ha logrado el cedazo que se aspira, sirve de mucho que la jefatura policial se mantenga vigilante y dispuesta a enfrentar a los policías que se aparten de sus deberes para entrar en componendas delictivas. En medio de la ofensiva del crimen organizado, lo que más necesita la sociedad es poder confiar en sus autoridades, en especial en los policías, que son los llamados a preservar la seguridad ciudadana. Estimulamos a la jefatura de la PN a no flaquear en su propósito de profilaxis.

Como los chivos sin ley

Muchos  motociclistas se han convertido en una especie de plaga urbana muy fastidiosa. En un reportaje que publicó ayer El Nacional, la periodista Pilar Moreno titula con absoluta propiedad: “Los motoristas se convierten en los terroristas del tránsito”. Para éstos no existen las reglas que  los demás conductores de vehículos de motor respetan. Ver motociclistas, incluyendo policías y militares, trepados en los elevados o metidos en los túneles es pan nuestro de cada día.

Ocupan las aceras, toman carriles enteros como estacionamiento, atropellan y se han convertido en los mayores causantes de muertes y traumas. Se les ve por las noches sin luces, transitando en “vía contraria”, sin casco ni placas, y en un número abundante de casos sin licencia, seguro o matrícula. A los “delivery” hay que respetarlos por su osadía en el manejo. Para ellos no existen los “Amet”. Son auténticos chivos sin ley.

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