Lo he dicho otra veces, pero vale la pena repetirlo: hasta que no se aplique todo el peso de la ley a quienes participen en los repudiables actos de barbarie que son los linchamientos tarde o temprano nos veremos obligados a contemplar ese macabro espectáculo a las puertas de nuestras casas. La impunidad, lo sabemos de sobra, es un estímulo demasiado poderoso para los que han decidido actuar al margen de la ley, que al hacer conciencia de que sus actos no tendrán consecuencias se ven tentados a superar todos los límites y un poco más. Pasa igualito con la corrupción; como no hay ningún funcionario preso por corrupto (y parece que nunca lo habrá) todo el que maneja fondos públicos se siente con las manos libres para servirse con la cuchara más grande que encuentre. Es probable que esa tácita permisividad explique la saña y la brutalidad conque fue asesinado hace unos días en Villa Mella el joven Germe Jiménez Martínez, de 18 años, golpeado y quemado vivo por varios hombres que lo acusaron de haberse robado una motocicleta. Sus asesinos no se conformaron con perpetrar su acción a los ojos del vecindario al que, según versiones periodísticas, el muchacho tenía en zozobra con sus frecuentes robos y asaltos, sino que grabaron también un video que subieron a las redes sociales y que sirvió a la Policía para su identificación y apresamiento. Ojalá que la exposición pública de ese linchamiento, que pudieron ver miles de personas, nos obligue a actuar contra un comportamiento impropio de seres humanos civilizados. Porque si no es así, si seguimos haciéndonos los desentendidos con esas acciones, cada vez más frecuentes, como ha sucedido hasta ahora, habrá que decretar el sálvese quien pueda. Por eso es tan importante que haya una sanción para los asesinos del joven Germe Jiménez Martínez, y que sea tan severa y ejemplarizadora como la que recibirá todo el que participe en esos repudiables actos de barbarie que son los linchamientos.