Lindos recuerdos

Lindos recuerdos

Hace más de 11 años el señor Nelson Marrero, entonces Jefe de Redacción,  me dice: te van a poner a trabajar de secretaria con el director. Yo, asustada, más que nada, le dije: no, ese hombre habla muy fuerte. Él, sonriendo, me dijo, habla fuerte, pero es muy buena persona.

Así comencé a servirle a una persona que hablaba fuerte, pero que también tenía un corazón grande y fuerte, un corazón que emanaba alegría, en medio de la tristeza; un corazón lleno de amor y ternura, un corazón que no sabía guardar rencor, que no conocía el odio.  Don Cuchito fue y seguirá siendo para mí y para muchos un ejemplo a seguir, pues fue un hombre con muchas virtudes, sobre todo una persona llena de alegría y amor.

Ahora bien, al Don, como le decía,  se le olvidó enseñarme a vivir sin él, a dejar de escuchar esa voz fuerte que siempre le acompañó, a decirme esos chistes, esos boches que me daba por cualquier falta, pero que siempre fueron acompañados con un cariñito y que al final solo me hacían reír no me enseñó, y tanta veces que le pregunté cómo hacía sin él, cuánta falta hacía en esta oficina que seguía esperándole con todas sus cosas intactas, pero él solo decía vuelvo un día de estos. 

Don Cuchito siempre mantuvo las puertas abiertas para todos aquellos que a él querían llegar, nunca lo vi de mal humor, nunca lo vi triste, y creo que por tal motivo se ganó el cariño y el respeto de muchos.

Aunque morir es la ley de la vida como muchas veces él me decía, es bueno también dejar lindos recuerdos como los que nos dejó Don Cuchito,  para que al recordarle no nos sintamos tristes sino agradecidos de Dios por haberle conocido. Yo, sin duda alguna, doy gracias a Dios por haberme dado la oportunidad de haberle conocido y de trabajar al lado de una persona con tantas virtudes y sobre todo con tan buen sentido de humor.

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