Literatos e ideólogos

Literatos e ideólogos

Hace varios años filmé un programa “Sobre el tapete” con el tema de “Los intelectuales y el poder!”, título de un conocido libro del sociólogo norteamericano Edward Shils. Este programa, en dos partes de una hora cada uno, fue realizado en compañía del doctor Enerio Rodríguez, buen amigo, catedrático universitario y expositor extraordinario. En ese programa se trataron algunos aspectos de las relaciones de los intelectuales con el poder público y se hicieron grandes esfuerzos por definir qué cosa es “el intelectual” y qué papel cumple en la sociedad de nuestro tiempo. También se abordó el tema de los intelectuales especialistas en física nuclear que han trabajado en laboratorios controlados por militares. Se ha dicho de los intelectuales que ellos justifican ideológicamente “el orden establecido”; también que son “críticos sociales sin responsabilidad administrativa”. Lo primero, lo ha dicho el pensador italiano Antonio Gramsci; lo segundo es una opinión del economista austriaco Joseph Schumpeter. Estos dos personajes han escrito páginas memorables en conexión con la cultura y los intelectuales. Gramsci fue uno de los primeros pensadores que afirmaron: “la naturaleza del hombre es la historia”. Si fuera cierto que “el hombre es un animal histórico”, tendríamos que decir que vive y se desarrolla en medio de la “historialeza”. Esto es, sumergido en objetos creados por la cultura. Ortega llegó a escribir que el hombre era un “centauro ontológico”, un ente híbrido situado entre la naturaleza y la historia.
Schumpeter es el autor del célebre libro “Capitalismo, socialismo y democracia”. El hizo la partición o disección del pensamiento de Marx para estudiar cada aspecto separadamente: el economista, el sociólogo, el filósofo, el publicista, el teórico general de la historia. Schumpeter nació el mismo año en que murió Carlos Marx; y estudió detalladamente la teoría del valor, tal como se expone en el primer tomo de “El capital”.
Los jóvenes que se han alimentado con “tabletas intelectuales” marxistas comen, al mismo tiempo, economía, sociología, historiología, filosofía, política. Al morder ese alimento compuesto, pueden creer que llegan a la cultura por un atajo, mediante una síntesis que simplifica todas las cosas. Miles de jóvenes de nuestro tiempo han estado sometidos a esa influencia poderosa. Schumpeter funciona como un “digestivo” cultural.

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