Por: Bienvenida Polanco- Diaz
Este año 2025 el Archivo General de la Nación ha incluido en su exclusiva serie editorial el título ‘Historias Paralelas’ un ensayo autobiográfico del comandante Eurípides Uribe Peguero. El militar escritor expone su perspectiva personal ante distintas etapas de nuestra historia a partir del fin de la dictadura de Trujillo.
Importa su punto de vista sobre el hecho de que los frutos de casi dos décadas de lucha persiguiendo la democracia dominicana -es decir, los gobiernos de 1978 y 1986- ‘’no utilizaran en los nuevos mandos a los oficiales constitucionalistas que se identificaron con el PRD durante el conflicto armado de 1965. La mayoría de ellos fueron expatriados o cancelados durante los doce años balagueristas anteriores’’. Los que tuvieron mejor suerte permanecieron activos pero aislados y sin opciones de ascenso; con el cambio de Gobierno las asignaciones que recibieron aquellos soldados librepensadores no se correspondían con el sacrificio hecho durante los tres lustros pasados.
Gajes de la Historia
Un punto significativo fue la diversidad de los participantes. La Revolución estuvo dirigida por militares que no eran comunistas, ni socialistas, solo eran hombres que creían en la institucionalidad democrática.
A pesar de la multiplicidad de ideas que coincidieron en el levantamiento no fue una revolución que se originó con el propósito de impulsar algún cambio en el sistema político dominicano (Uribe Peguero.
Fragmentos 2). Su objetivo era restablecer un gobierno constitucionalmente electo, y por esa razón el movimiento fue llamado constitucionalista. Los motivos unificaron a quienes tenían ideas democráticas con otros que buscaban la instauración de un sistema político de carácter izquierdista y todos se fusionaron con el fin de reencauzar el país al orden constitucional y para defender la soberanía nacional.
A las tres de la tarde del 24 de abril de 1965 José Francisco Peña Gómez vocero del Partido Revolucionario Dominicano a través del programa radial Tribuna Democrática y una cadena de emisoras anunció al país un golpe de Estado contra el Triunvirato, el gobierno que había sucedido a Juan Bosch en septiembre de 1963. Se anunció la rebelión de los campamentos militares 16 de agosto y 27 de febrero.
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La conspiración del PRD unido a un sector militar era una respuesta al golpe de Estado contra el Gobierno legítimo de Bosch. Desde entonces el Terna que lo suplantó en el poder gubernamental no había colmado las expectativas de las grandes masas y el pueblo se mantenía en continua zozobra e inconformidad. El nuevo anuncio instaba al pueblo a lanzarse a las calles para defender la constitucionalidad y reponer al gobierno derrocado 17 meses antes. Tanto en Santo Domingo capital, como en provincias, el pueblo entonces respondió iniciándose así la revolución cuyo lema fue “Retorno a la constitucionalidad sin elecciones”. El 25 de abril fue derrocado el Gobierno del Triunvirato encabezado por Donald Reid Cabral.
Entre los días del 25 al 27 se produjo un fuerte bombardeo al Palacio Nacional por parte de la Fuerza Aérea bajo el mando del ‘’Grupo de San Isidro’’. El 28 se produjo la segunda intervención militar de los Estados Unidos autorizada por el presidente Lyndon B. Johnson. El coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó dirigió la oposición a la invasión y posteriormente ocupó la presidencia de República Dominicana entre el 3 de mayo y el 3 septiembre, fecha en la que se firmó el acuerdo que puso fin a la contienda bélica.
La literatura de la Revolución
La literatura destinada a la representación teatral no ha sido el tipo de escritura más común en torno a las dos gestas históricas lideradas por Caamaño Deñó en 1965 y 1973. La guerra civil de 1965 dio, de hecho, a la poesía dominicana un impulso vital definitorio, y asimismo la novelística multiplicó una producción tal que aún hoy se nutre del tema.
En el género ensayo, Hamlet Hermann, con su exquisito estilo testimonial histórico, nos ha regalado muestras de una literatura de gran calidad vertida en más de un libro sobre ambas hazañas lideradas: la Revolución de Abril , y el Desembarco de Playa Caracoles, donde el militar dominicano encontró la heroica muerte. En 1980 Hermann lanzó su bestseller ‘Caracoles, la guerrilla de Caamaño’ de una excelente índole discursiva también vertida en ‘Transición Made In USA’ y ‘El fiero: Eberto Lalane José, Premio Anual de Ensayo 2006, y Nacional Feria del Libro Eduardo León Jimenes 2009, respectivamente.
El arte de la palabra –ancestralmente oral hasta la aparición de la escritura- mantiene vivas en la memoria colectiva las proezas históricas a través de la lírica, del discurso, de la narrativa, o de la literatura dramática. Dos drama turgos dominicanos importantes del siglo XX produjeron piezas de escritura destinada a la escenificación que dieron cuenta, desde la ficción teatral, de la revuelta de abril del ’65. Fueron ellos Manuel Rueda e Iván García Guerra.
Fue apenas un año después del término de la guerra civil de abril que Rueda publicó, en 1966, ‘Entre alambradas’. Aparte de la profusión de poesía que no esperó para hacerse explosiva, fue de hecho ‘Entre alambradas’ una obra literaria de posguerra muy temprana en producirse, pues hubo que esperar hasta la próxima década por la gran narrativa : en 1973 salió a luz la luz la pionera ‘Juego de dominó’, novela de Manuel Mora Serrano. Y la icónica ‘De abril en adelante’ de Marcio Veloz Maggiolo fue publicada en 1975.
‘Entre alambradas’ de 1966 seguía en tiempo a otras exitosas piezas teatrales de Manuel Rueda (1921-1999), quien ya para entonces gozaba de un nombre en la literatura dramática dominicana por ‘La trinitaria blanca’, ‘La tía Beatriz hace un milagro’,y ’Vacaciones en el cielo’ de 1961. Con la nueva obra el autor intentó, según sus propias palabras, ‘’una estampa realista de la revolución’’. Para ello concibió el perfil psicológico de determinados tipos populares dominicanos ‘’bajo la mezcla de lo positivo y lo negativo’’ propia del alma humana y colocada atinadamente por el autor en un contexto donde las pasiones se muestran al rojo vivo.
El vocablo ‘’alambradas’’ en el título refiere al cerco que tendieron los militares norteamericanos horas después de su arribo a la República Dominicana el 28 de abril y que dividió la ciudad de Santo Domingo en Zona militar y Zona rebelde. Los cinco personajes ofrecen por si mismos una perspectiva ajustada de las circunstancias que los envuelve; la figura de Canela es ya proverbial en la dramaturgia nacional; Jimmy el sargento norteamericano representa la parte deshumanizada de cualquier régimen político empujando a sus elementos jóvenes a destruir los mejores ideales. Asimismo las vecinas -equivalentes en el modelo clásico, al Coro- constituyen figuras dramáticas que encarnan las fuerzas en contradicción de un pueblo acechado por su propia trágica humanidad.
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‘Memorias de abril’, de Iván García Guerra (1938-2025) son ‘’retratos de la guerra’’ tal como los definió su autor. Basados en hechos reales constituye cada texto una evocación íntima, y en conjunto, son un grupo de recuerdos personales sobre la contienda bélica de abril de 1965 que tomó lugar en territorio dominicano. El dramaturgo enfoca a los patriotas criollos oponiéndose a las fuerzas invasoras norteamericanas. ‘Memorias de abril’ —Premio de Teatro Cristóbal de Llerena 2002, Editora Nacional, Santo Domingo; reeditada en el 2009 -es una serie de soliloquios hilvanados por himnos y simbólicas canciones del contexto y de la época conformando un mosaico teatral de gran vitalidad: ‘Regalo’, ‘Cada cual lucha a su manera’, ‘Eres un hombre, hijo’, ‘¿Qué tiene de malo?’ ‘Interferencia’, ‘Derecho a vivir’, ‘Las cosas no son así’. En la presentación del contenido el autor declara que “con estos cortos (…) intenta dar a conocer a los jóvenes la maravillosa gesta donde hombres y mujeres dieron sus vidas por nuestra patria’’.
Por un lado se cuenta la historia de una muchacha que en medio de la guerra de abril de 1965 trata de impedir que su compañero la deje para estar al lado de los constitucionalistas; también relata -entre otras historias- cómo un hijo le dice al padre indolente que su lucha está al lado de la causa del país para enfrentar a los marines de Estados Unidos y a los estamentos militares golpistas: “Esto es Historia. Son recuerdos, confesiones, actualidades, relámpagos tristes… dura supervivencia”.
Con García Guerra los soliloquios funcionan como literatura vivencial, un testamento desde la mirada del artista -‘’afirmación expansiva’’ llamó Gusdorf, 1971, a este tipo de identificación propia de la literatura autobiográfica de Occidente- que contribuye efectivamente, a la reconstrucción de la Historia.