Literatura dominicana en el mercado internacional

Literatura dominicana en el mercado internacional

POR PASTOR VÁSQUEZ
En días pasados me visitó el buen amigo Gilbert Mervellus, un escritor haitiano que se dice discípulo del profesor Juan Bosch y quien siente un gran respeto por el pueblo dominicano. Marvellus quería encontrar una antología de la literatura dominicana, por lo menos algo de los últimos 50 años.

Confieso que he tenido un gran descuido en cuanto a la literatura criolla, pero eso se debe a las deficiencias del sistema educativo dominicano.

No sólo yo tengo esa tremenda laguna, sino la mayoría de los jóvenes de mi generación. Con Mervellus me vi obligado a conversar sobre las principales obras del profesor Juan Bosch, gracias a Dios que todas o casi todas las he leído. Mervellus me decía que República Dominicana es uno de los países del área más ricos en producción literaria de calidad.

Yo lo creo así, sin caer en un nacionalismo infantil. Siempre he pensado que la obra «La Sangre», de don Tulio Manuel Cestero, tiene un valor universal, pero nosotros nos hemos descuidado en darlas a conocer a nuestros jóvenes.

Leí esa obra cuando tenía 14 años, gracias a mi tía, que siempre se preocupó por darme a leer buena literatura.

En nuestro país no sólo nos hemos descuidado en la difusión de la literatura nuestra entre los dominicanos, sino que hemos sido negligentes para nuestra producción en los campos internacionales.

Yo creo que la Secretaría de Cultura tiene la oportunidad de producir una gran antología que sea vendida por nuestros diplomáticos en el exterior.

Esa sería una labor de promoción de nuestros valores que tendría una capacidad autogestionaria.

Cuando uno está lejos aprende a amar más las cosas de su país, así que ha sido durante mi ausencia que he desarrollado una fiebre por leer a nuestros más grandes exponentes de las letras dominicanas.

Creo, sin temor a equivocarme, que obras como La Balada de Alfonsina Bairan, de Andrés L. Mateo, y Tiempo Muerto, de Avelino Stanley, para sólo citar dos de nuestros contemporáneos, están a la altura de cualquier producción de esas que brillan en los mercados internacionales de la literatura.

En nuestro país hay mucho talento, y ese es otro asunto que voy a tratar luego, lo que sucede es que hay poco estímulo.

Nosotros podemos.

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