Literatura espectral

Literatura espectral

Hay muchos poetas post-modernos que disfrutan limpiándose la boca con el borde del mantel. Estos actos de rebeldía les parecen transgresiones “propias de artistas”, liberaciones individuales de viejas “costumbres burguesas” o afirmaciones vitales de “clases marginadas”. Esos poetas mal educados olvidan que fue un gran artista, Leonardo da Vinci, quien inventó la servilleta. A eso que ocurre alrededor de la mesa a la hora de cenar debemos añadir el hábito espantoso del “desnudo perpetuo”. La referencia continua al acto venéreo o a los órganos sexuales, pretende sugerir que quienes así se expresan son seres desinhibidos, que manifiestan “sin tapujos” sus preferencias sexuales.

Aunque toda nuestra vida tenga un carácter “sexuado” -seamos hombres o mujeres-, no por eso debemos orinar en la alfombra o exhibir los genitales en el supermercado. Algunos homosexuales proclaman su homosexualidad a todas horas, como si se tratara de una campaña publicitaria. La mayor parte de los heterosexuales no tienen necesidad de “publicitar” sus tendencias eróticas; lo cual no les impide mirar las piernas o el busto de algunas mujeres. Las mujeres hermosas… pues son hermosas; lo mismo Simonetta Vespucci que Gina Lollobrigida o “la bañista de la Coca Cola”. Y ahí volvemos al punto inicial: la poesía postmoderna incluye el desparpajo sexual y la Coca Cola.
Los poetas de nuestra época consumen bebidas gaseosas; no beber refrescos de cola es para ellos un prejuicio de las “clases pretenciosas”, que prefieren acompañar sus comidas con vino. La vida de un joven “delivery”, que transporte pizzas y coca colas, puede ser objeto de “protopoemas cotidianos de ciudad”. He leído hace tres días que un especialista en inteligencia artificial, con maestría en lingüística computacional, doctorado en tecnologías del lenguaje de informática, “busca el algoritmo de la poesía”.
La poesía post-moderna quizás pueda producirse en computadores, a semejanza de lo que ahora se hace con la música electrónica. El problema de ese algoritmo es la “plataforma” humana desde la cual se conciba la poesía; los valores estimativos que entran en su composición, varían en la historia. Homero, Dante, Shakespeare, necesitarían tres “softwares” diferentes: troyano, toscano, isabelino. Tres poesías con diferentes acentos y epicentros. La poesía computarizada actual tendrá que ser coaxial, sintáctica, multimedia y populachera.

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