Literatura. Por la ruta caribeña, Bosch, Jimenes-Grullón y Julia de Burgos, un amor en las letras

Literatura. Por la ruta caribeña, Bosch, Jimenes-Grullón y Julia de Burgos, un amor en las letras

Trazaré en breves renglones la ruta de una relación literaria caribeña, dominicana, puertorriqueña y cubana en la que viajan tres personas: un sociólogo, un cuentista y una poeta. Trátase de los escritores dominicanos Juan Bosch, Juan isidro Jimenes-Grullón y Julia de Burgos.

En 1939 llega a San Juan, Puerto Rico, el doctor Juan Isidro Jimenes-Grullón, miembro de una familia que había actuado en la formación de la República en 1844 y vencida por el autoritarismo de los hateros (el presidente Manuel Jimenes), luego fue la cabeza principalde una clase comercial exportadora con su abuelo Juan Isidro Jimenes, uno de los políticos más importantes de fines del siglo XIX; el padre del doctor Jimenes-Grullón estudió en Alemania, como lo hacía la intelectualidad entre los dos siglos; Juan Isidro va a estudiar también a Alemania y luego pasa a París, donde se gradúa de médico.

Bosch, quien había llegado a Puerto Rico en 1938, invita a Puerto Rico a Juan Isidro Jimenes-Grullón a dar conferencias que auspicia la Asociación de Mujeres Graduadas de la UPR en el Ateneo. Las conferencias versan sobre las ideas políticas y son recogidas en el libro Ideas y doctrinas políticas contemporáneas, San Juan: Talleres tipográficos Casa Baldrich, 1939. Entonces conoce Juan Isidro a Julia de Burgos que le presenta su poesía. El relato de ese amor pasa por el proceso de mitificación en que ha caído la figura de la poeta. La admiración es mutua, Juan Isidro admira a la poeta y la Julia admira al teórico social y político.

La relación de Juan Isidro Jimenes-Grullón y Julia se inició en el curso que dictaba el primero y se anudó en ellos el lazo amoroso, la admiración literaria del uno por el otro y los intereses políticos. Para Juan Isidro, la vuelta a la democracia en la República Dominicana y para Julia, la independencia de Puerto Rico, que era para ella un deber de la mujer puertorriqueña.Las afinidades literarias entre estos amigos les llevó a vivir y viajar juntos a asistir a actividades. Julia viaja a Nueva York donde la espera Juan Isidro, juntos asisten a los mítines de los exiliados dominicanos. Había entre ellos una gran estimación por sus trabajos literarios.

Luego, en el verano de 1940, se encuentran en La Habana donde Julia se descubre en una nueva dimensión de la naturaleza, del mar y de saber. Se inscribe en la Universidad de La Habana, como ya lo había estado en la Universidad de Puerto Rico. Estudia distintas materias, sobre todo idiomas y ciencias sociales. Y colabora con distintos medios de prensa. Uno de sus momentos alegres fue visitar junto a Juan Bosch y Juan Isidro Jimenes la ciudad de Trinidad.Los tres eran escritores trotamundos por un país caribeño más desarrollado.

Julia de Burgos describe la ciudad, deja inscrita su alegría; habla sobre la política cubana, de las elecciones de 1940, del coronel Fulgencio Batista y de la participación de los comunistas en las elecciones; escribe un poema a la ciudad de Trinidad que aparecerá en el libro póstumo El mar y tú y otros poemas (1954). De sus palabras no solamente podemos percibir su alegría, sino también el giro ideológico, y de cómo era Julia de Burgos una mujer que llevaba el pulso de los acontecimientos y del tiempo presente en un momento de alineamiento de las fuerzas del mundo.

En casa de Juan Bosch conoce Julia al poeta Pablo Neruda, quien le hace una invitación a asistir a un recital. Julia le hace copia de sus poemas y Neruda al leerlos le dice que será una de las grandes poetas de América. Pero la vida no fue color de rosas, los estilos de vida diversos y la separación (Juan Isidro trabajaba en el interior de la isla como visitador a médico), lo llevan a una separación dolorosa para ambos y es entonces cuando Julia regresa a Nueva York en 1942.

Intenta recomponer su vida. Realiza distintos trabajos y pasa, luego, a ser redactora del periódico Pueblos Hispanos que dirigía Juan Antonio Corretjer y entra en contacto con otros puertorriqueños de izquierda, como el poeta Clemente Soto Vélez. Allí fue encargada de la páginas culturales y le describe a su hermana Consuelo pidiéndole colaboraciones para difundir la causa de la independencia en ese medio.

Durante su estancia en Nueva York, De Burgos no publicará otro libro, aunque lleva en su cuaderno El mar y tú, escrito durante su estancia en Cuba. Publica poesía política y en 1944, con motivo del encuentro de exiliados que festejan el primer centenario de la independencia de la República Dominicana, en Nueva York, se acerca a Jimenes-Grullón con el interés de leer a los allí reunidos el poema “Himno de sangre a Trujillo”; también escribió un poema a la Ciudad primada. Esa sería la última vez que se verían Julia y Juan Isidro.

¿Quién era ese Trujillo y qué imagen tenía Julia de él? Ya sabemos que no le gustaban a Julia los dictadores. Por Juan Isidro debía saber Julia que Trujillo era: un individuo sin formación intelectual, de grandes habilidades para manejar los hilos de la política; un hombre sin escrúpulos capaz de los actos más envilecidos y perversos; un negador de las libertades individuales, una retranca para el desarrollo social y cultural de la República Dominicana.

En fin, la relación entre Juan Isidro Jimenes-Grullón, Julia de Burgos, que comenzó en Puerto Rico en 1939, tuvo como misión potencializar la poesía de Julia y la visión de la autora sobre temas políticos y sociales. Mientras dura la relación Juan Isidro trabajó, al menos, en la publicación de dos libros.

La vida de Julia de Burgos tomó otro rumbo al partir a Nueva York. Al pasar los años, vivió en Washington y mantuvo una sostenida correspondencia con su hermana Consuelo. Ocupó varios trabajos en la gran urbe; enfermó y estuvo recluida en un hospital, donde escribe un diario de enferma. La gran urbe que, nunca perdonan, se la tragó. Murió abandonada el 7 de julio. Su cadáver fue recuerdo en agosto y llevado a Puerto Rico en septiembre.

Juan Isidro Jimenes-Grullón y Juan Bosch hicieron una carrera literaria en Cuba y luego regresaron a República Dominicana, donde el primero fue reconocido como el gran cuentista y el aspirado presidente y el segundo como uno de los más grandes intelectuales, sociólogo y politólogo del país. Asentaron sus diferencias intelectuales y políticas. Juan Isidro siguió recordando a Julia en el silencio de su vejez, en la admiración de su poesía y Juan Bosch también. Me cuentan que una vez estuvo poco descuidada la tumba de Julia y un dominicano llamó a Puerto Rico desde Santo Domingo a una persona que había denunciado la situación interesado en el estado del postrer descanso de la inventora de una nueva manera de poetizar y de vivir en libertad.

Ahora, por estos caminos insulares, que Julia tanto amó, allí donde vivieron en amistad Juan Isidro y Julia, vuelven las aguas a unirse en un solo homenaje a una poeta que cantó y vivió en el itinerario de las islas.

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