Liturgia, cartilla, mantilla y pupitre

Liturgia, cartilla, mantilla y pupitre

JUAN D. COTES MORALES
En mi niñez escuché al profesor León Beras Morales y a mi abuela doña Elupina Bobadilla decir que,a tal o cual muchacho travieso le hacía falta liturgia, o había que ponerlo a leer la cartilla, o castigarlo obligándole a aprenderse el Mantilla y, en ocasiones, frente a algún presumido, díscolo de mala pronunciación e incoherente, que le faltaba pupitre. No me fue fácil aprender que liturgia es un acto o serie de actos que se realiza conforme a unas normas tradicionales establecidas y que el rito de la vigilia pascual consta de cuatro partes: vigilia de la luz, liturgia bautismal, liturgia de la palabra y liturgia eucarística. Como todo mundo sabe, una cartilla es un pequeño folleto que contiene las letras del abecedario y los primeros ejercicios para aprender a leer.

Pero nosotros tuvimos una cartilla cívica para aprender a leer, aprender instrucción moral y los conocimientos elementales de los derechos y deberes de los ciudadanos, el respeto a los símbolos patrios, a la autoridad legítimamente constituida y, sobre todo y ante todo, respeto y lealtad al Jefe y Benefactor de la Patria, Rafael L. Trujillo.

Por definición, cartilla es un cuaderno con diferentes indicaciones y que sirve para usos diversos: cartilla militar, o del Servicio Militar, cartilla de racionamiento, cartilla de la Caja de Ahorros, etc., y finalmente, cuando a uno se le lee la cartilla significa reprenderle severamente.

El Mantilla era realmente el pequeño librito, folleto o cartilla para aprender a leer y tener conocimientos elementales de las ciencias más próximas al ser humano: botánica, historia, religión, física, química, geografía, lenguaje o español, aritmética en cuanto a sumar y restar y creo que hasta la tabla de multiplicar hasta cuatro. Pupitre era y es el mueble de madera utilizado en las escuelas para los alumnos sentarse y hacer sus tareas.

Por medio de la liturgia podemos adquirir conocimientos de Dios, creer en él y amarlo más que a nosotros mismos. A través de la cartilla y del mantilla podemos forjar y construir la patria que todos soñamos. El pupitre es la madera por excelencia para ablandar los traseros hasta acomodarlos de manera tal que nos sintamos bien haciendo nuestras tareas y tener afición por la lectura y buscar la libertad y encontrarla en el conocimiento de la verdad, principalmente, y de todas las ciencias en general.

Pocos son los hombres y mujeres de quienes se pueda decir que son ejemplos vivientes de humildad, modestia, altruismo, vocación de servicio, solidaridad humana, a quienes se pueda confiar hoy a un hijo para que lo eduquen, le enseñen cuanto es debido y suficiente para adquirir buenos hábitos, educación e interés por los valores humanos, sociales y espirituales, pues la inversión de valores nos obliga a desconfiar de lo que se ve y de lo que no se ve, pero que afloran en los hogares destruidos, en las autoridades corrompidas, en las escuelas y colegios llenos de lonfas, manfloras y una jarcia de gente de profesión vitanda.

Todos debemos tener presente que lo que se aprende con la leche en los labios no se olvida con los años y debemos imitar al maestro Ciruela, que no sabía leer y puso escuela y al maestro Quiñones, que no sabía leer y daba lecciones, pues no debe haber ninguno que no lea por el libro de su aldea.

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