Llama alcohólico a Bush

Llama alcohólico a Bush

NUEVA YORK (AFP).- El presidente venezolano, Hugo Chávez, trasladó ayer, jueves, del edificio de la ONU a las calles de Nueva York sus insultos a  George W. Bush, llamándolo “alcohólico”, “enfermo” y “acomplejado” durante una visita a Harlem para ampliar un programa de asistencia petrolera de calefacción a hogares pobres, en una de las ciudades más ricas del planeta.

“Bush es un alcohólico, un hombre enfermo y acomplejado”, dijo el mandatario venezolano durante un discurso en la iglesia bautista Monte de los Olivos, de ese barrio neoyorquino.

Al igual que el año pasado en el Bronx, Chávez fue ahora a Harlem a anunciar la expansión del programa de combustible barato para calefacción que Venezuela patrocina para comunidades desfavorecidas de todo el país.

Ante un público diverso integrado por latinos, afroamericanos y una minoría de blancos, a los que saludó particularmente, Chávez les dijo que “Estados Unidos debería elegir un presidente con el que se pueda hablar y trabajar, y no este que tienen usteds que camina como John Wayne”, y que “no tiene la más mínima idea de lo que es política”.

“Llegó ahí porque es hijo de papá”, sentenció en una iglesia donde se agitaban banderitas venezolanas, y flanqueado por líderes religiosos y aborígenes estadounidenses.

Ataviado con la camisa roja distintiva de la “revolución bolivariana”, el presidente volvió a mostrar el libro “Hegemonía o supervivencia” del escritor Noam Chomsky, intelectual izquierdista estadounidense crítico de la política de Washington.

El mandatario venezolano ya había mostrado la obra durante el discurso que pronunció el miércoles ante la 61 Asamblea General de la ONU.

Entonces, Chávez llamó “diablo”, “tirano” y “mentiroso” a Bush y le describió como una amenaza para la humanidad.

“Ayer estuvo el diablo aquí. En este lugar aún huele a azufre”, expresó Chávez al inicio de un parlamento que acaloró a la Asamblea General y fue saludado con aplausos.

Ahora, el presidente llevó su discurso al llano, para pedirle a los estadounidenses que fomenten cambios en su administración.

“Hablar con estadounidenses de este tema (las políticas norteamericanas) no es fácil, por respeto”, sostuvo Chávez. “¡Pero tienen que despertar. Para bien de la humanidad!”, exclamó.

Acto seguido, y a voz en cuello, el mandatario venezolano pidió a los estadounidenses, “desde dentro de la bestia, derrotarla”.

El mandatario venezolano introducía así el anuncio de la renovación del programa promovido por la empresa CITGO, la filial estadounidense de la petrolera venezolana PDVSA, que permite a comunidades desfavorecidas adquirir petróleo a precios hasta 40% menores a los de mercado.

“Se ampliará a 18 Estados”, dijo el mandatario, señalando que de los 180.000 hogares que cubrió en el período 2005-2006, pasará ahora a 459.000.

Algunos de los beneficiarios, entre los que figuran tribus de indígenas norteamericanos, concurrieron al evento, y homenajearon al mandatario venezolano con coloridas danzas tradicionales.

“Es probablemente el mejor programa para las familias de bajos ingresos y gente pobre en Estados Unidos”, opinó el jefe James Sappier, de la tribu Penobscot, en el Estado de Maine (noroeste), en declaraciones a la AFP.

“La gente ya no tiene ahora que elegir ente pagar la renta o comprar combustible”, dijo de su lado una de las responsables de implementar el programa en esa región, Erlene Paul.

Por su parte, el presidente del consejo intertribal de Alaska Ian Erlich, quien compartió el podio con Chávez durante el acto, manifestó a la AFP que el programa promovido por Venezuela es “muy importante” en momentos en que “los precios del combustible alacanzaron un récord”.

En las afueras de la iglesia, una decena de venezolanos se congregaron con carteles en contra de Chávez y del programa de entrega de combustible para calefacción.

“Por qué no promueve programas como éstos en nuestro propio país, que bastantes pobres hay”, dijo Perla Mogna, venezolana residente en Estados Unidos, en medio de recriminaciones de partidarios del mandatario, y algunas miradas atónitas de los pasantes, que siguieron su camino a ritmo cansino.

Chávez pasó -¿qué duda cabe?- por Nueva York.

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