Llamado a la conversión

Llamado a la conversión

POR LEONOR MARÍA ASILIS E.
Siempre me ha llamado la atención este rito tan especial del miércoles de ceniza, donde al imponérsenos un poco de ceniza en nuestras frentes, y con las palabras del sacerdote tan penetrantes que nos recuerdan que materialmente del polvo venimos y a él se habrá de retornar, nos advierten que nuestro paso en la tierra es pasajero y que debemos poner nuestra atención al cielo.

Recuerdo unas palabras de San Agustín que nos animan en esta dirección: “Qué prefieres, amar las cosas temporales y pasar con el tiempo, a no amar al mundo y vivir eternamente con Dios”?.

Para este gran proyecto de vida eterna, no estamos solos. Tenemos la gran ventaja de que Jesús es nuestro guía, ya que El es el camino, la verdad y la vida. Con El y en El, como dice el sacerdote en la Sagrada Eucaristía, nos ofrece al Padre para darle todo honor y toda gloria.

En Jesús sabemos cómo vivir en el amor, perdonar y ser perdonados con el auxilio maravilloso del sacramento de la reconciliación donde recibimos fuerza de Él para superar nuestras flaquezas. En Jesús Eucaristía le recibimos en  su Cuerpo y su Sangre para alimentarnos de todo su ser. Con la asistencia del Espíritu Santo podemos orar lo que a nuestra alma le conviene en conformidad a nuestra salvación.

La Iglesia nos exhorta en este tiempo a hacer más penitencia con oración, ayuno y limosna para purificar nuestras almas y ser más agradables a Dios.

Aprovechemos este tiempo especial de gracias y volvamos con gran alegría al encuentro del Padre.

Seguimos en tiempo de adviento, tiempo de conversión. Conversión que no es otra cosa que cambiar de camino, de elegir el camino que nos llama Jesús. 

Bello en verdad, a pesar de los sufrimientos a que podamos estar sometidos, porque todo en el cobra sentido si es llevado con la paz y mansedumbre que nos enseñó el Maestro.

Si vemos la profundidad de las siguientes palabras tomadas de una  catequesis, seguramente nos dejaremos seducir por ellas por la verdad que encierran: “El Evangelio nos revela la raíz de toda espiritualidad y nos enseña que ser discípulo de Jesús es seguirlo, y que en eso consiste la vida cristiana. Jesús exigió fundamentalmente el seguimiento, y todo nuestro cristianismo se construye sobre nuestra respuesta a esta llamada. Desde entonces, la esencia de la espiritualidad cristiana es el seguimiento de Cristo bajo la guía de la Iglesia.

Todo cristiano sabe lo que es la conversión: adecuarse a los valores que Cristo enseñó, que nos arrancan el egoísmo, la injusticia y el orgullo. Sabe también que la conversión es el fundamento de toda fidelidad cristiana en la vida personal, en el apostolado o en los compromisos sociales, profesionales y políticos”.

Considerando oportunas las siguientes preguntas que encontramos en una guía de meditación las transcribimos para que cada uno de nosotros podamos examinarnos interiormente y ver en que dirección andamos, si por los caminos del mundo o por el único camino que es la verdad y la vida, Jesús de Nazaret, Salvador del mundo.

¿Es Dios quien inspira mi vida o, por el contrario, me interesan más otras cosas: el dinero, el placer, la fama,…? ¿Creo a veces en supersticiones, espiritismos o magias?

¿Rezo con frecuencia a Dios? ¿Me acuerdo de ofrecerle los trabajos, los dolores y los gozos de cada día? ¿Le pido ayuda para vencer el mal?

¿Amo su santo nombre o llego incluso a blasfemar cuando las cosas no salen como yo quiero?

¿Participo con gusto en la Eucaristía todos los domingos, reconociendo que es el Día del Señor o falto cuando me da la gana? Si normalmente voy, ¿lo hago sólo por el mero cumplimiento de una norma?

¿Me preocupo de crecer en la fe en Dios: formarme como cristiano, manifestar ante los demás que lo soy?  

Principio básico: ¿Trato a los demás como quisiera ser tratado por ellos o utilizo a las personas según mi conveniencia?

Familia: ¿Cómo vivo el trato con mis familiares? ¿Busco en casa amar a quienes me rodean y darles satisfacciones?

Afectividad: ¿He mantenido mis sentidos y todo mi cuerpo en la pureza o me he dejado llevar por los pensamientos y los deseos impuros?

Trabajo: ¿Lo concibo como un medio de ayudar a los demás o sólo busco mi propio provecho? ¿Me dejo llevar por la pereza?

¿Soy sensible a las necesidades de quienes tienen menos que yo o me despreocupo por completo de enfermos, pobres, ancianos, inmigrantes…? ¿Qué hago con las cosas materiales que me sobran?

¿He robado o deseado injustamente las cosas de otros? ¿Me dejo llevar por la envidia?

¿Soy fiel a la verdad en las relaciones con los demás o me dejo llevar por las mentiras, las murmuraciones, los juicios infundados? ¿Procuro guardar la buena fama de los otros?

Cuando me enemisto con alguien, ¿me dejo llevar por el rencor o el deseo de venganza? ¿Me cuesta perdonar?

¿Actúo normalmente en conciencia o me dejo llevar por otros móviles como el miedo o el qué dirán…?

 Digamos con San Pablo, Todo lo puedo en Cristo y animémonos a seguirle en el único camino que nos lleva a la Verdad y a la Vida.

Leonor.asilis@verizon.net.do

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